Obtuvo el primer puesto en el certamen que organiza la ASI (Association de la Sommellerie Internationale). “Me interesa saber de caviar, de té, de habanos; no sólo de vinos”, afirma.
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Valeria Gamper es la mejor sommelier de Argentina desde 2019, y a partir del último sábado 19 de febrero, se convirtió en la Mejor Sommelier de las Américas 2022, un concurso organizado por la ASI (Association de la Sommellerie Internationale) que tuvo sede en Santiago de Chile y donde se disputaron el título 20 sommeliers de todo el continente.
El concurso internacional –Best Sommelier of the Americas 2022– es uno de los concursos más exigentes para profesionales del vino y requiere un nivel de preparación que lleva meses de entrenamiento en cata, servicio, historia, geografía, vitivinicultura y gastronomía. En una seguidilla de pruebas y exámenes muy duros, Valeria no solo brilló por su performance, sino que se ganó un lugar en París 2023 donde se elegirá al Mejor Sommelier del Mundo, una competencia organizada por ASI que goza de fama por su alta complejidad.
El certamen tuvo lugar en Santiago de Chile. Valeria bajó emocionada del escenario envuelta en una bandera argentina, abrazó a sus allegados y al equipo que la acompañaba. Luego de las fotos, el podio, la conferencia de prensa y la bandera flameando, lloró de emoción. Se trata de un paso muy grande. No sólo para ella, sino para la profesión que crece y que puja por colocar al vino argentino entre los mejores del mundo.
¿A quién le dedicas este triunfo?
–Creo que en principio me lo dedico a mí misma porque lo quería hacer y lo hice. Eso me hace sentir muy bien. Obviamente también a mi familia porque me apoyan muchísimo. Entrenar no es fácil y mi marido cuida a mi hija para que yo pueda estudiar hasta tarde, o ir de viaje a prepararme. La cantidad de horas que hay que dedicarle son muchísimas.
Valeria Gamper se mudó con su familia a Pamplona, España, en marzo 2020, justo cuando se declaró la pandemia. Su vida como sommelier en el país ibérico no tenía un rumbo claro y la complejidad del contexto generó un impacto en sus expectativas. Con gran capacidad de adaptación fue logrando rearmar su vida profesional. Una de las características de los sommeliers argentinos es su flexibilidad, y eso los convierte en profesionales requeridos en muchas partes del mundo.
¿Cómo fue tu entrenamiento para este certamen?
–La preparación fue mixta, porque no tenía con quien entrenar. En Argentina tenía el apoyo de CAVE (Centro Argentino de Vinos y Espirituosas) y muchas facilidades que en España no tenía. Tuve que salir a comprar copas, vinos, de todo. Lo bueno es que conseguís vinos de todas partes del mundo, pero el factor humano es importante y yo no tenía con quién entrenar. Finalmente fui llegando a las personas que me ayudaron, pero nunca de la manera que entrenaba cuando estaba en el país. Fue una preparación que me demoró un montón, sabía que no iba a ser fácil, pero siento que lo logré.
¿Cómo se entrena para ganar un concurso internacional de estas características?
–Tenés que haber trabajado en restaurante, eso es lo que más se entrena si es que no tenés mucha experiencia en servicio. Después, entrenar mucho la cata a ciegas. La única manera en la que yo fijo estilos de vino, países, cosechas, regiones, es catando a ciegas y equivocándome. Mi cata a ciegas es metódica, cuando termino de catar sin saber qué vino tengo enfrente digo “para mi la conclusión es esta, ¿por qué no puede ser Cabernet Sauvignon? Porque tiene un tanino bajo…” y empiezo a descartar. La única manera de fijar conceptos es la repetición y deducir por descarte. Pero tampoco podés repetir siempre el mismo vino, siempre tenés que probar nuevos productos y se convierte en un proceso muy largo y costoso si lo hacés sola. Yo fui a París a entrenar por haber ganado el concurso Mejor Sommelier de Argentina 2019, tenía que elegir un lugar que yo quisiera para mejorar. De ese entrenamiento volví con muchas deficiencias porque me di cuenta la cantidad de cosas que no conocía por fuera del vino, por ejemplo tés, porque ser sommelier también es saber de té, café, destilados, sake, habanos, etc.
¿Estudiar para un concurso así se convierte en una obsesión?
–Yo tengo que ser sincera: no tenía la meta de ganar, no es que estaba obsesionada con el primer puesto. Fui con la idea de dar lo mejor de mí, si eso significaba un tercer puesto, un cuarto, o el primero, iba a ser el resultado de dar lo mejor de mí. Por supuesto que nunca sabés todo, este mundo es infinito, nunca se acaba el conocimiento. Entonces no sé si es una obsesión, pero si lo vas a hacer, debes darlo todo con un foco claro. En cada concurso me propongo algo distinto para que no sea inabarcable.
¿Es un proceso solitario?
–Al contrario, tenés que nutrirte de las personas. Si estás sola, sonaste. Es obvio que tenés que estudiar en soledad, pero para este concurso me apoyé en toda la gente que me ofrecía ayuda. Si yo tenía una duda iba a preguntar, desde un bartender hasta la que se especializa en chocolates. Y así con sake, con té, con puros, cada uno me ofreció lo mejor y eso es lo que digo: rara vez te va bien si lo transitás sola.
¿Estas pensando en el mundial?
–Aún no, pero si lo voy a hacer lo voy a hacer lo mejor que pueda. Mi foco en París creo que será el producto gastronómico distinto al vino. Porque toda mi vida estudié un montón de vinos, y quiero ir a productos que quizás en Argentina no tenemos muy disponibles y que en estos concursos mundiales son muy importantes, por ejemplo el caviar. El conocimiento te diferencia, vos podés quedarte solo con los vinos o podés ir más allá, cada vez que abrís una puerta encontrás un mundo aparte. El mundo avanza y te exige cosas distintas.
¿Qué significa este triunfo?
–Cada concurso es más difícil que el anterior, pero sinceramente una inspiración muy grande para mí fue la argentina Paz Levinson, que ganó este título anteriormente y que nos mostró que se podía. Alguien lo hizo, eso es muy iluminador, cuando hay oscuridad no ves otros caminos, pero cuando hay luz ves que se puede ir, que se puede salir, que se puede crecer y que por más que tengamos un país complicado, sentís la inspiración de los demás para continuar. También sentí todo el apoyo de la Asociación Argentina de Sommeliers (AAS). Su presidente, Matías Prezioso, viajó con el equipo argentino y estuvo presente en todo momento, eso es imprescindible, estar en equipo.
Con una trayectoria muy larga, Valeria atravesó su sexto concurso de estas características y se hizo un lugar en la historia de la sommellerie. En una final muy pareja (disputó el podio con el canadiense Hugo Duchesne, que obtuvo el segundo puesto) y el argentino Martín Bruno (que salió tercero), la ganadora del certamen finalizó la emotiva conferencia de prensa diciendo: “Hoy la palabra Argentina al lado de un competidor genera incomodidad en algunos países que siempre se sintieron fuertes. Creo que hay que seguir elevando la vara, hay que seguir siendo líderes continentales. Hoy somos un peso fuerte, nos hemos ganado ese lugar “.
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Revista Lugares 343. Noviembre 2024.