Viajaron juntos por el mundo pero eligieron la capital de Tierra del Fuego para armar su proyecto con certificación sustentable
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“Soy pariente de la mitad de Ushuaia… ¡o casi!”, dice muerta de risa María Paz Muriel –Maia, para todos–, mientras tomamos un café en el comedor de Tierra de Leyendas, su hotel en Ushuaia. Ocurre que por parte de madre y por parte de padre es nieta de marinos que a mediados del siglo pasado llegaron a la capital de Tierra del Fuego. “Nací acá, pero mi papá consiguió trabajo como piloto de Aerolíneas Argentinas y nos fuimos a vivir a Olivos. Allá hice primaria y secundaria, pero venía todos los veranos a visitar a mis primos y abuelos. Somos una familia numerosa. Pasaba mucho tiempo cerca de lago Escondido, donde mis tíos tenían el aserradero Bronzovich”, cuenta Maia sobre el famoso aserradero que se encuentra en el centro de la isla.
Sin embargo, los veranos en Tierra del Fuego no eran solo vacaciones para Maia. Educada por sus padres con plena conciencia del valor del dinero, cada vez que venía trabajaba en el Hotel Ushuaia, que era de su tía. Aplicada, estudiaba francés y portugués, además de inglés. Al terminar la escuela, se recibió de licenciada en Turismo. Y entró al Hotel Plaza por una pasantía en el área de marketing. Pronto pasó a ser asistente del gerente de ventas, y luego a reservas, hasta ser gerente del sector. Era chica y tenía un muy buen puesto, por eso pasaban los años y se quedaba. Eso sí, sabía que tarde o temprano se iría a vivir a Ushuaia.
“Conocí a Sebastián en un curso de liderazgo”, revela mientras Sebastián García Cosoleto, su marido, termina de acomodar a unos pasajeros y se suma a la charla. “Soy de Villa del Parque. Soy cocinero. Y por un contacto de una amiga entré a hacer una pasantía en el Hotel Plaza. Me quedé ocho años y en el último la conocí a Maia”, apunta el chef de Tierra del Leyendas. Entonces Maia acota: “Era un taller intenso: ¡ocho horas por día! Éramos jóvenes… Y en el Plaza se daban mucho los romances. De todas maneras, para mi era algo pasajero. Sabía que me volvía a Ushuaia”.
Pero las cosas no salieron como Maia planeaba: lo que tenía con Sebastián no resultó ser tan pasajero. Se pusieron de novios en 1998. “Le propuse que renunciáramos y nos fuéramos un año a recorrer el mundo, y que después nos instaláramos en Ushuaia. Me pidió que lo dejara pensar un poco, y después me dijo que sí. Llevábamos dos años juntos”, rememora Maia que con su novio chef viajó por Nueva Zelanda, Australia, Singapur, India y España. “La pasamos muy bien y confirmamos que queríamos estar juntos”, aporta Sebastián. Entonces su esposa coincide: “Viajar juntos fue la prueba de fuego”.
Pasión por recibir
A Buenos Aires volvieron a fines de diciembre de 2001. “No entendíamos nada”, recuerda Maia sobre la crisis que se había desatado. “Llegamos a Ushuaia y me gustó. A pesar de que era un momento difícil para conseguir trabajo. Pero la verdad es que a mi no me hacía feliz la Capital Federal. Siempre me encantó el Sur. De hecho, alguna vez le había dicho a Maia que soñaba con tener una hostería en el sur”, recuerda Sebastián. Pero, así como Buenos Aires estaba explotada por la crisis, Ushuaia estaba totalmente paralizada. “Todos cerraban. Nada funcionaba. Pero la crisis también es oportunidad. Y pudimos comprar este terreno, que estaba barato”, señala Maia que de arranque trabajó en dos hoteles fueguinos, Los Ñires y Cap Polonio. Mientras Sebas cocinaba en el Hotel Albatros y en Café Tante Sara.
Se casaron en diciembre de 2003 en Ushuaia, mientras construían el hotel que tardó varios años. Inicialmente eran cuatro habitaciones y ellos vivían arriba. “En enero de 2005, una semana antes de abrir el hotel, me entero de que estaba embarazada. Tenía una panza enorme, demasiado grande… Sobre todo si consideramos que me quedé embarazada pesando 45 kilos, porque soy muy chiquita. La cuestión es que en la ecografía del cuarto mes ven que había dos cabezas en mi panza. ‘¿No sabían que eran dos?’, preguntó el ecografista al ver nuestras caras, que además habíamos entrado con familiares”, relata Maia sobre la llegada de Mora y Abril, que fue en agosto de ese año, por parto natural, a término, con tres kilos cada una. Cinco años después llegaría Gemma, la más chiquita del clan.
Con mucho empuje y gran formación, en 2007 hicieron la quinta habitación y el deck de Tierra de Leyendas, para volver a agregar dos habitaciones más en 2011. “Aprendimos de los mejores. El Marriot es una cadena que trabaja mucho en la capacitación de sus empleados. Es un hotel escuela. Por eso pudimos armar un hotel de categoría, pero con servicio informal y cálido”, resume la anfitriona mientras Abril y Mora, que tienen 16 años, consultan detalles organizacionales. Es que desde este verano las dos trabajan para el hotel en turnos de cuatro horas. Una sirve las mesas de noche. Y la otra cumple tareas administrativas al mediodía, en la recepción.
“Para ser hotelero te tiene que apasionar recibir gente. Si no, no podés. Tenés que tener vocación de servicio. Nunca te vas a tu casa y te olvidas del laburo. Trabajás de noche, feriado y Las Fiestas. Ser hotelero es brindarse al otro. Siempre teniendo en cuenta que el pasajero te está dando lo más sagrado que tiene: su tiempo de ocio”, resume Maia, que en buena parte recibe turistas internacionales que llegan a tomarse los cruceros antárticos.
Y tan comprometida está con su ciudad natal, esa a la que siempre quiso volver, que desde 2016 impulsa el movimiento A Limpiar Ushuaia. Por eso cada tanto salen a recorrer la ciudad recolectando basura, impulsan leyes provinciales en pos del cuidado ambiental y abogan por una hotelería ecológica y sustentable. “Es caro y trabajoso cuidar el medio ambiente, pero vale la pena. Nuestro compromiso está en cada una de las decisiones que tomamos. Desde la separación de basura, hasta no usar plásticos de un solo uso, ni tener frigobar. Tampoco tenemos televisores en los cuartos. De todas maneras… ¿a quién se le ocurriría venir al Fin del Mundo para ver tele?”, apunta Maia, orgullosa de este hotel amable con los pasajeros y también con el medio ambiente.
Datos útiles
Hotel Tierra de Leyendas. Tierra de Vientos 2448. T: +54 9 (2901) 50-1820. IG: @tierradeleyendashotelushuaia. Son siete habitaciones muy bonitas en un hotel boutique. Tiene los beneficios de aquello que es atendido por sus dueños, que viven en una edificación contigua. Reciben a los huéspedes con una leyenda de nativos, náufragos o presos inscripta en la tarjeta de la habitación. Maia y Sebastián además cumplen con parámetros de sustentabilidad: no hay televisor, ni frigobar, ni plásticos de un solo uso, y separan la basura, entre otras cosas. El desayuno es muy rico y la cena, de primer nivel, está a cargo de Sebastián. Tienen huerta propia. Desde $26.900 la doble con desayuno.
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