Fue fundada por María Elena Naso y su marido hace casi 50 años. Paso a paso, mucho más que la clásica torta negra.
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Ty Gwyn significa “Casa Blanca” y fue fundada en 1974 por Carlos Alberto “Boby” Sánchez y su esposa, María Elena Naso, cuando aún no existía desarrollo turístico en la zona. Carlos era descendiente del pastor Abraham Mathews, uno de los 153 galeses que llegaron en el Mimosa, el velero que desembarcó en Madryn en 1865. Los colonos se instalaron en el valle del río Chubut luego de un largo viaje para mantener vivos su idioma, su religión y sus costumbres, lejos de las restricciones que les imponían los ingleses. Tuvieron que adaptarse a la aridez y a las duras condiciones climáticas y pasaron muchas privaciones mientras iban instalando sus chacras en las márgenes del río.
Sonia Sánchez, hija de los fundadores de la casa de té, da cuenta de sus raíces familiares que se remontan a su tatarabuelo, el pastor Mathews, y a su abuela, Daisy Jones: “Daisy se casó con José Trinidad Sánchez y ahí perdimos el apellido galés, pero mi padre tenía ascendencia galesa. El era comerciante de la zona y tuvo la idea de fundar la casa de té para conservar las tradiciones familiares. El terreno en esta esquina lo cedió mi abuelo materno y desde el principio también colaboró mi abuela, Graciana Larreburo, descendiente de vascos franceses, que se había criado en la zona de chacras y conocía las recetas de los galeses. Ella apoyó a mi mamá, María Elena, en la casa de té hasta que murió, a los 102 años. A mí personalmente siempre me gustó esto. Antes de jubilarme, fuera del horario de mi trabajo como docente, estaba siempre en la casa de té aprendiendo repostería, igual que mi hermana Daisy. Luego vinieron mis hijos y espero que mis nietos también. Mi hija Camila viene por las tardes y mi hijo maneja las redes sociales que fueron muy importantes en la cuarentena cuando estuvimos cerrados.”
La tradición galesa se nota en esta cálida casa con reminiscencias de capilla, que la familia construyó con techos altos y una espectacular escalera de madera que rescataron de una vieja construcción de Trelew. Cada objeto regala una historia: pinturas y bordados de artistas locales, repasadores con recetas y palabras en galés, una vitrina que atesora antigüedades de la familia, y una cocina a leña rodeada de utensilios que alguna vez usaron las abuelas para cocinar y calentar el hogar.
La mesa está servida
María Elena Naso, fundadora de la casa de té, se acerca a la mesa con una tetera vestida con una funda de colores tejida a mano por las mujeres del pueblo. Nos explica que en el té galés no pueden faltar pan, manteca, dulces caseros, tarta de crema –tan suave que parece de espuma–, tarta de manzana y la famosa torta galesa.
Los colonos galeses tuvieron que adaptar la gastronomía a los ingredientes locales y a las duras condiciones de la región. María Elena, que lleva casi medio siglo al frente del local, nos explica algunos de los secretos de la torta negra: “Los galeses que se establecieron en la Patagonia solo tenían el pan y la torta negra. No había frutas para consumir y la hicieron con los frutos secos que el gobierno les había dado, nada que ver con la torta que hacían allá, acá usaban los pocos elementos que tenían para cocinar en el horno del pan. En Gales la torta negra se hace solo para Navidad o casamientos, aquí se hacía porque era lo único que tenían y porque esta torta la guardás en una lata y dura mucho tiempo”
A estos platos tradicionales se suman scones, sándwich de miga, pan negro con semillas y otras especialidades de la casa. Sonia amplía los detalles del menú: “Mi madre aprendió las recetas de la familia, no solo galesas sino también de mi abuela vasco francesa. La torta negra, la tarta de crema y la de manzana son las más tradicionales y no las podés variar, pero tenemos otras variedades, por ejemplo el bizcochuelo de chocolate con crema de banana, o el bizcochuelo blanco con crema de frutos rojos. Ese bizcochuelo fue creación de mamá y lo vamos variando de acuerdo a las frutas de estación, peras, duraznos. También incorporamos la tarta de dulce de leche, el lemon pie, la torta de nuez, budín inglés, budín galés. Vamos agregando repostería, siempre de elaboración casera.”
El té galés es también la oportunidad para probar el dulce de citrón, una delicia típica de esta zona de color ámbar y sabor agridulce. El fruto no se puede comer crudo y tiene el aspecto de una sandía redonda, con pulpa blanca y semillas rojas. También se pueden probar otros dulces caseros de frutas como ciruelas, duraznos o frutillas según la estación.
La mesa es tan abundante que bien puede reemplazar el almuerzo o la cena y el lugar es tan acogedor que invita a pasar toda la tarde. Las anfitrionas recomiendan comenzar por el pan casero untado con manteca y verter la leche en la taza antes que el té.
Tradiciones vivas
María Elena cuenta que los pobladores suelen frecuentar la casa de té para cumpleaños, aniversarios, celebraciones o como lugar de reunión. El lugar también es visitado por turistas y alumnos de escuelas de todo el país, a los que se sumaban, antes de la pandemia, viajeros de todas partes del mundo que llegaban en cruceros. También recuerda a otros visitantes célebres. “Vinieron muchas personalidades, gobernadores, presidentes, artistas. Hace veinte años tuvimos aquí al Primer Ministro de Gales, lo esperaron chicos vestidos de gaucho que cantaban en galés. Vio que los gauchos le hablaban en galés y no lo podía creer”.
Camila Irianni, nieta de María Elena, es orgullosa heredera de las tradiciones galesas y participa de la organización del Eisteddfod de la Juventud, una festividad de arte, música y poesía que se realiza en septiembre. “Para mí el festival es parte de mi vida, yo desde que nací estoy rodeada de la cultura galesa y la llevo en la sangre, hablo galés y le hablo a mi nena de dos años. Mi apellido es italiano pero tengo sangre galesa por mi abuelo que fundó la casa de té y por el lado de mi papá también. Los galeses llegaron en 1865 intentando salvar su vida y su idioma, la pelearon tanto para estar aquí, que te queda eso en la sangre.”
Su mamá, Sonia, coincide: “Esto se va transmitiendo de generación en generación, mi mamá recibe la receta de una abuela, de una tía, yo también recibo recetas y vamos probando, prueba y error, y así es que Ty Gwyn es lo que es hoy, gracias al esfuerzo que pusieron mi mamá, mi papá y la familia para poder salir adelante y mantenerlo”
Ty Gwyn. 9 de Julio 111, Gaiman, Chubut. T: (0280) 449-1009. Servicio de té $1500 por persona. De 14:30 a 19. @tygwynpatagonia
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