Concibieron Caliu Earthship, una construcción armónica a base de luz solar, con galerías techadas repletas de plantas tropicales (que se riegan con aguas grises) y cuatro habitaciones abovedadas, frescas en verano (¡sin aire!) y calentitas en invierno.
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Ahí mismo sentarían las bases de su proyecto de vida. Lo sintieron ambos, al mismo tiempo durante su luna de miel en Colonia del Sacramento, Jesica Trosman y Mauro Baremberg, la revelación fue una conexión inexplicable con el destino. Una vida que los tuvo como protagonistas de una historia intermitente: una profunda amistad que nació durante la escuela, en Córdoba capital; los caminos separados post secundaria; un amor dilatado en el tiempo y un reencuentro amoroso al filo de los 30 años para definitivamente “sentar cabeza”: la formalización de su anhelado proyecto turístico, Caliu Earthship, un hospedaje alternativo y sustentable, que revolucionó a este clásico destino uruguayo.
Pero esta historia podría haber terminado en otra cosa. Así lo ve hoy Jesica, cuando repasa el devenir que los trajo hasta acá. Luego de terminar la secundaria, ella se quedó en Córdoba para estudiar arquitectura. Mauro, en cambio, decidió partir hacia Buenos Aires para luego convertirse en un verdadero trotamundos. A bordo de su bicicleta recorrió varios países de Latinoamérica trabajando como artesano y luego recaló en España. Cada tanto, volvía a Carlos Paz, donde su familia tiene un hotel, para hacerse de un dinero y volver a salir. En todo el periplo, sin embargo, había siempre una constante: nunca perdía el contacto con su amiga, Jesica.
“Habíamos salido una vez y algo había quedado latente”, reconoce ella. “Yo me había ido de viaje a la India y allá tuve la necesidad de escribirle para preguntarle si no era demasiado tarde para darnos una chance”, recuerda. Mauro estaba entonces trabajando como instructor de buceo en Brasil. Y ese mail fue el desatanudos de esta historia.
En 2012, Jesica y Mauro se reencontraron en Córdoba. Un año y medio después, se casaron.
El desembarco en Colonia
Sin embargo, Colonia del Sacramento todavía no estaba en el radar. Recién tomarían contacto con este pueblo uruguayo luego de que realizaran, en Carlos Paz, un curso de timonel. El viaje de fin de cursada fue el cruce hasta Colonia para practicar la técnica en el velero. Quedaron tan encantados que decidieron elegir este destino como luna de miel.
“Y ahí mismo empezamos a buscar terreno”, cuenta entre risas Jesica. Tal era el entusiasmo que la búsqueda dio sus frutos. “No queríamos estar en el centro, queríamos algo más alejado, aunque tampoco muy oculto, y dimos con el terreno perfecto”, cuenta. Si bien todavía no conocían la metodología earthship, en la cabeza de los recién casados estaba la decisión de hacer un hospedaje basado en la sustentabilidad.
“Yo trabajaba como arquitecta más tradicional, pero en la facultad había tenido la cátedra de arquitectura sustentable, donde además daba clases. No lo había podido poner en práctica en Córdoba. Por eso, cuando surgió este proyecto, quisimos apuntar a que sea más amigable en el ambiente”, explica Jesica.
Mauro, además, apuntaba a subsanar uno de los puntos débiles de la hotelería: el enorme desperdicio que se genera en los hoteles. “Queríamos aportar también desde ese lugar”, señalan.
Cuando regresaron de la luna de miel, ya estaban completamente decididos. En 2015 pudieron efectivizar la compra del terreno y empezaron a ir y venir desde Córdoba hacia Colonia. Mientras mantenían su vida en la Argentina, comenzaban a darle forma a su sueño en el Uruguay.
El descubrimiento del método Earthship
En una de las excursiones por el Uruguay, fueron hasta Punta del Este y a través de la madre de una amiga de Mauro llegaron a un voluntariado que estaba participando de la construcción de una escuela sustentable bajo el método de Michael Reynolds, a quien nunca habían escuchado nombrar. “Nos volvimos locos”, reconocen. Jesica se quedó tan enganchada que se suscribió a su newsletter, una decisión clave para esta historia, como ya verán.
Dos años después, se instalaron definitivamente en Colonia. Alquilaron una casa en frente del terreno y arrancaron con la obra, que luego se transformaría en su hogar, a base de containers. “Pero antes de sentar cabeza definitivamente, nos fuimos de viaje a Asia por unos meses”, cuenta Jesica.
Justo cuando estaban por regresar, Jesica vio una publicación en el newsletter de Reynolds: iban a construir otra escuela sustentable, esta vez en Mar Chiquita. “Entonces le propongo a Mauro de ir a participar para aprender el método y luego aplicarlo en el proyecto de Colonia”, recuerda.
Sin escalas, volvieron directo a Mar Chiquita para participar de esa experiencia, que terminó de confirmar el estado de admiración hacia Reynolds: “Cuando estábamos terminando, nos tiramos el lance de proponerle que viniera a Colonia para hacer otro taller para construir las habitaciones del hotel”. Para sorpresa de ambos, dijo que sí. Todo se encaminaba armónicamente.
Durante todo 2018 se dedicaron a planificar la academia. Era todo un despliegue logístico. El curso se abre durante un mes y los anfitriones debían contar con todos los materiales necesarios para la construcción. Hasta Colonia llegaron 90 personas de todo el mundo (“la mitad dormía en campamento en el terreno, ¡además teníamos que darles de comer!”) para participar del proyecto.
“Fue una hermosa experiencia. Había gente de todo el mundo: Indonesia, Alemania, España, Dinamarca, Austria, Estados Unidos, Canadá, México, Argentina. Todos juntos intercambiando historias y construyendo. Quedamos en contacto y hoy tenemos un grupo de WhatsApp. Hubo mucho aprendizaje”, cuentan Jesica y Mauro.
El inicio de Caliu Earthship
Cuando la troupe de Reynolds se fue de Colonia, quedó prácticamente terminada una de las habitaciones y la estructura de las otras tres. Sería el inicio de este bello proyecto, Caliu Earthship, cuya construcción incluye cubiertas de camioneta recicladas, botellas, escombros, paneles solares y un sistema de reaprovechamiento del agua de lluvia y de las aguas grises, que a su vez alimentan a un frondoso pasillo repleto de plantas de estilo tropical. Alrededor de estas construcciones sustentables, se expande un terreno repleto de pastizales nativos y naturales, con senderos para contemplarlos y recorrerlos.
“Lo distintivo de Reynolds –ensaya Jesica- no son los paneles o la recolección de agua de lluvia, todo eso es algo que ya más o menos se conocía”. “Pero lo mejor de este sistema sin duda es el acondicionamiento climático, el hecho de no necesitar ni calefacción ni aire acondicionado. Las habitaciones mantienen una temperatura ideal”, explica. Y es 100% así. Gracias a una construcción abovedada, sumado a un montículo de tierra elevado detrás y atravesado por un conducto de aire, la climatización es prácticamente perfecta.
Jesica y Mauro se tomaron su tiempo para que nada trastocara el ritmo que le quería imprimir a su vida. Demasiado habían recorrido hasta encontrar el arraigo. Mientras tenían en marcha el restaurante (abrió en julio de 2019 y también está construido con paredes de barro y botellas, un techo verde y materiales reciclados), el hospedaje fue abriendo de a poco. En 2020, plena pandemia, inauguraron una habitación. En 2021, la segunda. Y las otras dos, el año pasado.
Mientras cuidan al pequeño recién nacido, Ronnie, esta pareja cordobesa imagina nuevas mejoras para seguir viviendo este sueño. Una pileta natural, más habitaciones, una cocina... ellos saben que Caliu es más que un alojamiento. Es un lugar donde la sustentabilidad y el respeto por el medio ambiente son los pilares fundamentales de su existencia.
Datos útiles
Tula Suárez de Cutinella S/N
T: (+598) 97 052 234
El precio de las dobles arranca en los u$s 80 e incluye desayuno.
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