Annelise de De la Cruz y María Angélica “Perica” Urtubey de Alder no dudaron en ofrecerse para trabajar en la organización y clasificación del material del Club cuando supieron que la Universidad de Innsbruck (Austria) se había ofrecido a respaldar el proyecto.
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En agosto, el Club Andino Bariloche (CAB) cumplirá 91 años. Ninguno de sus cuatro socios fundadores –Juan Neumeyer, Emilio Frey, Reynaldo Knapp y Otto Meiling– podría haber imaginado en 1931 que todas sus aventuras (no solo la creación del club, sino también sus legendarias travesías por las montañas del Sur) estarían hoy accesibles en Internet de forma gratuita.
La reciente digitalización del archivo del CAB permite acceder a maravillosos relatos de aquellos pioneros del montañismo, el esquí y la escalada. Se trata de un material ideal para aquellos que disfrutan de bucear en el tiempo y vivenciar en detalle cada primera ascensión, cada rescate, cada croquis hecho a mano, cada apertura y mejora de refugios, cada hazaña y expedición.
Así arrancaba, por ejemplo, la carta dirigida a los socios, en el primer anuario del club: “Tenemos el agrado de elevar el primer informe anual de nuestra institución, correspondiente a su primer año de ejercicio, del 13 de agosto de 1931 al 12 de agosto de 1932. En los distintos apartados que a continuación se mencionan, se informa detalladamente sobre los rasgos principales que caracterizan la marcha ascendiente del Club en todos sus actos, y que le reservan un lisonjero porvenir, en los fines saludables que persigue”. Además de lisonjero, ese porvenir sería extenso y marcaría la vida de al menos cinco generaciones de montañistas.
“Queda incrustado ya en el ambiente de la mayoría de los socios, el amor al andinismo y a los sports de invierno. En ambos casos se han asociado con encomiable entusiasmo las socias del Club, que con su presencia en las ascensiones de los numerosos cerros o en los torneos de skys, en las que tomaron activa participación, dieron realce y animación a las actuaciones del Club. Cabe un sincero aplauso al maestro de sky Don Otto Meiling, quien supo desempeñarse airosamente en la enseñanza de la práctica del sky, nueva para la mayoría de los numerosos socios que practicaron con ahínco esa clase de sport”, agregaban en aquel primer aniversario del CAB.
En 1932, la institución reunía poco más de 110 socios. Actualmente, son cerca de 3.000, con muchos honorarios, como Vicente Ojeda, Hugo Jung, Dinko Bertoncelj, Alfredo Slipek y Pedro Skvarca. Se trata de andinistas que rondan los 80 años: la mayoría ocupó cargos en la Comisión Directiva del Club o formó parte de la Comisión de Auxilio.
No solo los socios, sino también cualquier interesado en la historia del andinismo patagónico puede sumergirse en las más de 12.000 páginas del archivo digital, que contiene todos los anuarios, revistas y boletines que la institución publicó hasta 2011. La calidad de lectura es excelente y el acceso es gratuito. También se generó un registro digital de todos los libros de la biblioteca, clasificados por temática, título y autor, que se irá actualizando con cada incorporación.
La idea de la digitalización surgió en 2019, de la mano de Rolando “Rolo” Garibotti, reconocido montañista y autor de Patagonia vertical. El proyecto comenzó a tomar forma de la mano de un equipo formado por Gerhard Rampl, Claudia Posch y Milena Friedburg de Peralta, del Departamento de Lingüística de la Universidad de Innsbruck, en Austria. Milena es de Bariloche, fue instructora del CAB y sigue teniendo allí su corazón.
En una primera etapa, los responsables del proyecto consiguieron digitalizar 70 publicaciones del CAB, unas 7000 páginas que albergan historias de entre 1932 y 2011. Durante la segunda fase se cargaron el resto de los archivos que hoy están disponibles online. “Este archivo fue creado usando el programa Transkribus, desarrollado por el grupo de Digitalización y de Preservación Digital de la Universidad de Innsbruck, que también armó la página y el buscador. El proyecto fue financiado en parte por Digitization and Information Processing for the Digital Humanities (DI4DH) en el marco del proyecto HRMS de esa universidad austríaca”, contó Garibotti.
Allá vamos
Con el plan de digitalización en marcha, se abrió la búsqueda de voluntarios que quisieran participar. Fue en ese momento cuando Annelise de De la Cruz (87) y María Angélica “Perica” Urtubey de Alder (78) sumaron su aporte.
Annelise tiene un vínculo con el club “desde siempre”. Es, además, la mamá de Sebastián, Nicolás y Manuel De la Cruz, verdaderos “próceres” del montañismo. “Llegamos a Bariloche en 1971 e inscribí a los chicos en el club al año siguiente. Desde entonces, siempre hubo un contacto, mis hijos eran muy activos en la escuela de montaña de chicos. Más tarde, Nicolás fue refugiero en Frey, Sebastián hizo sus escaladas en Frey, Estados Unidos, Himalaya [es el único argentino en haber subido el mítico K2, entre otras hazañas]. Y yo participaba en el Grupo de Excursionistas de Adultos (GEDA), que hoy sigue haciendo excursiones fuera del circuito turístico, muy poco conocidas”, cuenta Annelise.
Esta mujer de mirada cálida nació en la ciudad de Rorschach, al noreste de Suiza, en la ribera del lago de Constanza. “En Suiza, la montaña es parte de la vida de todo el mundo, se estimula desde la escuela el contacto. La montaña está al lado de la casa, cuando ves una, hay que subir”, se ríe Annelise.
De los Alpes a los Andes, ese tipo de paisaje también marcaría la vida de sus tres hijos. Casada con un santiagueño, Annelise tenía 36 años cuando llegó a Bariloche: “Era 1971. Había apenas 27.000 habitantes, era un pueblo”, recuerda. Actualmente, en la ciudad viven más de 145.000 personas.
Hace casi tres años, cuando se enteró de que el club quería reorganizar la biblioteca y digitalizar el archivo, Annelise no dudó en inscribirse como voluntaria. Coincidió allí con Perica. “Fue un lindo trabajo en equipo”, recuerda. Les tomó dos años establecer un método que fuera útil y clasificar todo el material.
“Con los anuarios y las revistas fue más sencillo, pero con los libros fue más complicado, porque hay guías, libros científicos, relatos, novelas, etcétera. Pero a las dos nos sirvió ser gente de montaña y gente del club”, reconoce Perica, que llegó a Bariloche en 1967.
“Aquí trabajé y crié a mis hijos. Entramos al club al poco tiempo de llegar, ya teníamos una hija cuando llegamos desde Buenos Aires, luego tuvimos 5 hijos más. Cuando ella tuvo edad para caminar por la montaña, a los 6, nos hicimos socios y luego todos los chicos participaron de las actividades del club”, agrega.
Incluso sus nietos Marcos y Franco Dal Farra son deportistas de élite de esquí de fondo. Franco fue abanderado argentino en los Juegos Olímpicos de Beijing 2022. Los chicos siguen los pasos de su madre, Inés Alder, que en Albertville 1992 se convirtió en la primera mujer argentina en competir en unos Juegos Olímpicos de Invierno como esquiadora de fondo. También su tío Guillermo participó de esos juegos hace 30 años.
Tanto Annelise como Perica destacan la figura de don Vojko Arko, que manejó la biblioteca del CAB durante 20 años, entre 1975 y 1997. Vojko falleció en 2000 y hoy la sala lleva su nombre. “Nosotras tomamos como base la clasificación que hizo él, luego la aggiornamos y la ampliamos. Después, con la digitalización, todo ese material se convirtió en un beneficio para socios y no socios. Los estudiantes de la Universidad de Comahue, por ejemplo, que tiene un profesorado de educación física con orientación en deportes de montaña, consultan permanentemente el archivo. Ahí están todos los relatos de los pioneros, las ascensiones, las expediciones, las carreras, está muy bueno”, afirma Perica.
Como en las páginas que hoy se pueden leer online, las historias familiares se entrelazan, suben y bajan cerros, se mezclan con el paisaje. Se trata, en definitiva, del amor por las montañas en estado puro.
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