Agustina D’Apolito, nieta del creador de Freddo, forjó su propio camino en la industria gastronómica con Tatore, un restaurante italiano que cumple ocho años de éxito y se convierte en el lugar favorito de las celebridades argentinas en Miami.
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Miami es conocida por sus soñadas playas, una vibrante vida nocturna y hogar de una variada oferta gastronómica que combina influencias de todo el mundo. Entre los sabores que lograron conquistar a los paladares más exigentes, hay un lugar que supo destacarse por su autenticidad y, sobre todo, por su sabor casero. Tatore, un restaurante ítalo-argentino creado por Agustina D’Apolito, lleva ya ocho años de éxito en el competitivo mundo gastronómico de Miami. Pero Tatore no es sólo un restaurante: es un lugar lleno de historia, de superación personal y pasión familiar que cautivó a los argentinos residentes y también a celebridades que buscan un pedacito de su tierra natal en esta ciudad estadounidense.
Agustina, la mente maestra detrás de este emprendimiento, es nieta del legendario fundador de la icónica heladería Freddo, Salvador “Tatore” Guarracino. “Mi abuelo no era de muchas palabras, enseñaba con el ejemplo”, cuenta. Aunque su abuelo ya tenía una fortuna asegurada, no dejaba de estar encima de su negocio y, en las fechas clave -como Navidad- esperaba a que se fuera el último empleado para bajar él mismo la persiana. “Me decía ‘si tu idea es emprender, hay que estar encima, si no, no sirve’; había que saber la receta, cómo limpiar las máquinas… esa era su exigencia. Después, era súper generoso”, revela.
“No bajes la calidad del producto, no bajes la calidad del producto”, solía repetir Salvador. Para Agustina, ese consejo es un mantra: “Es así, si querés algo de calidad, es muy importante la materia prima”. El primer negocio de su abuelo había sido una frutería. Era un verdadero conocedor y amante de las frutas. “Me acuerdo de que iba en auto, miraba una verdulería de lejos y te decía ‘esos melones están malos’ o ‘andá a comprar esa caja de duraznos porque están muy bueno’”, recuerda entre risas.
Romper el mandato
Sin embargo, en lugar de seguir el camino tradicional de la familia en el mundo de los helados, Agustina decidió forjar su propio destino, salirse de la sombra de una familia de peso propio. Licenciada en Economía Empresarial por la Universidad Di Tella, se inició en el mundo corporativo trabajando para multinacionales, aunque siempre andaba rondando en ella un indómito espíritu emprendedor. “Quería tener algo en paralelo, pero mío, por fuera de los negocios familiares”, dice. “Cuando estaba trabajando en Coca Cola, creé una empresa de viandas con la idea de cubrir la demanda de compañías que no tienen comedor. Estuve dos años, le vendimos a oficinas de cruceros y bancos. Así arranqué en el mundo emprendedor”, agrega.
Agustina no siguió un camino predefinido, pero sabía que el rumbo era la gastronomía y volvió a los claustros para convertirse en Chef Pastelero. Luego de la muerte de su padre, Miguel Ángel, sintió que necesitaba “nuevos aires”, un “volver a empezar”. Entonces decidió mudarse a Miami para recomenzar su vida, con la idea de abrirse camino sola. “Sabía que, si me quedaba en Argentina, iba a cargar con el estigma de que mi carrera tenía que ser algo más profesional y siempre ligada a los negocios de la familia”, explica.
El nacimiento de Tatore
La decisión de Agustina de abrir Tatore en Estados Unidos lleva el legado de su familia a un nuevo nivel. Su restaurante rinde homenaje a sus raíces italianas, capturando la esencia de la comida casera y auténtica, y lo hace con un nombre que evoca a su abuelo y la tradición que él estableció en Freddo. Sin embargo, el camino de éxito no fue -ni remotamente- lineal. “Cuando me vine a Miami, no tenía muy claro qué iba a hacer”, cuenta. “Primero quise hacer unos foodtrucks de comida saludable -continúa Agustina-, pero después conocí a un empresario argentino que vendía su restaurante acá, que estaba dedicado a comida italiana y argentina. Al principio nos costó un montón, el restaurante estaba casi fundido”.
Apenas abrió, su abuelo estaba al tanto de todo, día a día. Hasta su muerte, en noviembre del 2022, el “Nonno” la llamaba todos los días para ver cómo le estaba yendo y para darle consejos de cómo encarar el negocio. “Hasta último momento, a sus 89 años, estuvo lúcido porque nunca dejó de trabajar”, dice. Y revela una hermosa anécdota: “Cuando le contamos que íbamos a empezar a hacer helados en Tatore, nos remarcaba qué era lo que teníamos que comprar; como algunas cosas no las conseguíamos, nos volvíamos locos tratando de llegar al sabor, pero no había caso. ‘No me llames más hasta que no compres lo que te digo’, me retaba. ¡Estábamos haciendo la misma receta, pero no era lo mismo! Al final, obviamente, él tenía razón”.
Entonces comprendió algo que había intuido siempre: el secreto del emporio de su abuelo había sido la especial atención en las materias primas. “Mi abuelo llegó a encargar máquinas a medida en Alemania porque se negaba a usar huevo en polvo”, explica. “Y jamás se usó base para helados, siempre se hicieron con fruta de verdad y materia prima de primera”, añade. Ahí estaba, delante suyo, la fórmula para replicar en su propio emprendimiento. Sólo faltaba un aporte familiar más.
La pasta casera
“Un día vinieron las primas hermanas de mi abuela de vacaciones y yo tenía una máquina tipo la pasta linda, donde estaba haciendo unos ravioles para San Valentín. Entonces ellas me dijeron: ‘Nos ponemos nosotras a hacer la pasta a la vista de la gente, ¡les va a encantar!’”, cuenta Agustina. Así nació la idea de hacer todo fresco en el local: armaron un sector para hacer la pasta en vivo. “Acá, eso no es común. Me di cuenta de que todo lo casero iba a ser el hit. Dejamos de comprar todo y empezamos a elaborar todo acá, la pasta, las tortas, los helados”, dice.
Hoy, no duda que la clave del éxito es “ese toque casero que es nuestro gran diferencial”. La apuesta de Agustina por la autenticidad y la calidad se refleja en cada plato: su restaurante se enorgullece de reversionar clásicos con un sabor casero que ha conquistado los corazones y los paladares de los comensales.
Argentinos a la vista
Agustina cuenta que el público de Tatore es principalmente la comunidad de argentinos que viven en Miami: “El que extraña comerse una fugazzeta rellena, una milanesa…”. Con el tiempo, el boca a boca fue llegando a los famosos, algo que se “dio de forma natural”. “La que siempre nos ayudó fue Yanina Latorre, terminamos con una relación de amistad. Y con muchos otros tenemos una relación que va más allá del restaurante”, revela. Algunos de los que disfrutaron de la exquisita comida italiana fueron Lali, Jimena Barón, Pampita, Paula Chávez, los Latorre, China Suárez y Gimena Accardi, entre otros.
Para Agustina, este reconocimiento es doble. No sólo porque logró que su emprendimiento tuviera vuelo propio, sino porque de alguna manera, pudo salirse de la sombra de Freddo. Un cambio sustancial que ella lo vive con orgullo: “Antes la gente me etiquetaba como ‘Agus, la nieta de Salvador de Freddo’ y hoy soy ‘Agus, dueña de Tatore’”. El dato no es menor y está lejos de indicar algún tipo de rencor hacia su familia. “Esto empezó con mucho esfuerzo, con todo lo que implica el desarraigo, no fue fácil; pero si hacés bien el camino, mi abuelo tenía razón: vale la pena. Por momentos, como emprendedor, te frustrás, te dan ganas de vender todo. Hay subidas y bajadas, pero al final del camino la receta funciona.”
Datos Útiles
14730 Biscayne Blvd, North Miami Beach
IG: @tatoremiami
Abre todo los días, de 12 a 22:30.
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