La Argentina es el mercado número 10 en cantidad de público, pero los organizadores quieren que llegue al quinto lugar próximamente.
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Ser el atractivo más instagrameable del mundo constituye nada más y nada menos que ser el destino en nuestro planeta más digno de fotografiarse para ser compartido en la red social de mayor influencia internacional como lo es Instagram.
Semejante privilegio ̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶corresponde a SUMMIT One Vanderbilt, el observatorio que ofrece una experiencia inmersiva literalmente alucinante a 330 metros de altura en medio de Manhattan. Todo el edificio alcanza los 427 metros.
Unos cincuenta millones de turistas –extranjeros y estadounidenses– visitan New York cada año y desde que ese observatorio se inauguró, el 21 de octubre de 2021, pegado nada menos que a la Grand Central Terminal (más precisamente en el 45 east de la calle 42) no dejó de ser la atracción más convocante de la Big Apple. Ya disfrutaron esa experiencia más de tres millones de personas. Y el éxito reflejado en Instagram, le dio el podio como la atracción preferida en esa red social, según un ranking elaborado por Elle Magazine.
Buscando más argentinos
“Numéricamente la Argentina ocupa la décima nacionalidad entre nuestros visitantes, pero estamos empeñados en que llegue a ser por lo menos la quinta”, asegura Nastassia Welter, vicepresidenta de ventas de SUMMIT One Vanderbilt.
La aspiración no es un deseo sin explicación. Ocurre que en función de la cantidad de argentinos que llegan anualmente a New York (se calculan entre 200 y 250 mil) el porcentaje de visitantes de nuestro país al observatorio podría ser mayor.
“Argentina es un mercado muy rico para Nueva York y el flujo turístico de la ciudad. Por eso nuestro objetivo es aumentar la visibilidad, la conciencia y la cantidad de visitantes conectando con quienes desde allí planean viajes a nuestra ciudad”, afirma Welter.
Lo que lo hace único
Manhattan tiene desde hace muchos años diversos observatorios en increíbles alturas. Algunos históricos como el Empire State Building o el Top of the Rock del Rockefeller Center –ambos en la zona media de la ciudad y cercanos al SUMMIT– o más recientes como The Edge en Hudson Yards o el One World en downtown.
Pues entonces ¿qué tiene el SUMMIT One Vanderbilt de distinto…de especial? La respuesta conecta directamente con la idea con la que fue concebido. Desde un principio la SL Green Realty Corp., la empresa más grande de emprendimientos inmobiliarios y bienes raíces en New York y dueña del edificio, se propuso intervenir en la realidad sensorial y en la percepción que se tiene del entorno construido y natural. Y vaya si lo logra.
Allí, la física parece haber olvidado las leyes que la gobiernan y la transformación nos alcanza a nosotros mismos. La gravedad desaparece y flotar no pareciera tener secretos. Un Central Park en el cielo atinó alguien a describir la experiencia.
El One Vanderbilt, que en sus pisos 91, 92 y 93 –adonde se llega en el ascensor más veloz de NYC tardando apenas 39 segundos– alberga el observatorio SUMMIT, es un edificio de oficinas que costó unos 3.300 millones de dólares. Ese presupuesto contempló también 220 millones destinados al ámbito público, es decir para facilitar el tránsito y la infraestructura urbana de su entorno.
Algo destacable es la preparación y entrenamiento del personal que asiste a los visitantes, incluidos los jefes. Todos ellos fueron y son capacitados por el Instituto Disney, especializado en perfeccionar el vínculo con clientes a partir de la amabilidad y disposición. Y en el caso de SUMMIT esa virtud se percibe.
La magia de Kenzo Digital
Air (Aire) es la instalación creativa que diseñó Kenzo Digital, un artista especializado en dar vida a experiencias alucinantes y disruptivas de lo sensorial a partir del espacio físico. Apenas llegar al piso 91 y caminar sólo unos metros se llega a Trascendence, un enorme espacio con paredes, techo y piso revestidos de espejos (en total son 2.820 m2) que nos saca de todos los patrones conocidos. ¿Volamos? ¿flotamos? ¿qué es arriba y qué es abajo? ¿y esas réplicas de mí mismo?
Tanto se transforma todo que allí la cuarta pared no somos nosotros como público sino el impresionante skyline de Manhattan, que impasible nos mira desde los impresionantes ventanales a los que dos famosos vecinos cercanos parecieran asomarse: el Empire State y el Chrysler building, íconos del imaginario colectivo cuando pensamos en New York.
En todo nuestro recorrido, además de lo que vemos e imaginamos (todo se confunde) los sonidos que nos acompañan ayudan a construir atmósferas de otros mundos. Después de Trascendence llegamos a Affinity donde cientos de globos metalizados despiertan nuestro niño interior y a los manotazos se convierten en proyectiles contra otros visitantes.
¿Y por qué también interviene el olfato? Pues muy sencillo: los cristales y espejos tanto de paredes como de pisos necesitan estar siempre impecables y por eso es posible percibir el perfume de las sustancias con las que los limpian.
A propósito de eso vale mencionar que al ingresar se proveen cobertores para los zapatos y que se desaconseja el uso de tacones. Ah! Y si alguien es frágil a las incomodidades de sufrir vértigo hay senderos opacos por los que se puede transitar con menos pavura.
La historia no la escriben los cobardes
Ya sabemos que soldado que huye sirve para otra guerra, pero aquí el desafío es ganarnos a nosotros mismos a puro coraje. Se trata de Levitation algo así como unos voladizos de piso de cristal a 324 metros de altura.
Quienes lo resisten –no mirar para abajo puede ser un recurso– habrán llegado al lugar en el que pueden sacarse las fotos más espectaculares de Manhattan. En los tres niveles del observatorio se pueden tener vistas de todos los distritos que componen la ciudad de New York.
Para el mes de noviembre se prevé la reinauguración de Ascent, como así han dado en llamar a los elevadores que llevan a lo más alto del One Vanderbilt. No puede bajarse en ningún nivel, pero el ascensor permanecerá un tiempo en la cima para permitir las vistas.
No hay fin para las experiencias. Al pasar frente a una pantalla gigante verán ahí proyectadas unas nubes que al moverse van formando ¡nuestra caras! que ya fueron registradas en 3D en el mismísimo ingreso al edificio. La tecnología más actual puesta al servicio del impacto a los sentidos.
Tampoco faltan intervenciones de artistas en las alturas. Luego de Levitation la sorpresa la da Yayoy Kusama con su muestra Reflect, representada por enormes gotas que recuerdan al mercurio en el que se refleja de distintas formas el mundo circundante. Recordemos que una retrospectiva de esta genial artista japonesa tuvo lugar en el Malba hace 7 años.
Finalmente Après es el sitio en el que puede tomarse un trago o comer algo y tener un relax para bajar la adrenalina de las emociones vividas. Igual sigue uno colgado de las nubes, pero menos agitado. Una galería a cielo abierto permite respirar el aire de la ciudad.
Pero antes de terminar con la lista de estímulos sensoriales quien esto escribe no puede dejar de comentar una experiencia inolvidable. La condición humana está sujeta a ciertos llamados de la naturaleza, que en SUMMIT One Vanderbilt se transforman en vivencias poco menos que surrealistas.
Un baño con un reservado de generosas dimensiones que tiene un inodoro como única instalación y ventanales de piso a techo con la más espectacular vista de todo Manhattan logran convertir en cuasi místico un hábito básico y cotidiano con otra diferencia: no queremos que el proceso termine.
Tips para primerizos
El horario de apertura es a las 9 de la mañana y cierra a las 12 de la noche. La hora con más cantidad de gente (se estima que concurren un promedio de 5 mil personas por día) es al atardecer. Ese ocaso y luego ver Manhattan con las luces que enciende la noche no tiene precio.
La forma más fácil de llegar es tomar el metro hasta la estación Grand Central Terminal (líneas 4, 5, 6, 7 y S). Otra posibilidad es tomar los buses urbanos hasta la calle 42 y Madison Ave.
Datos útiles. 45 E 42nd St. Se desaconseja llevar faldas. Mejor ir con pantalones o bermudas. Los anteojos de sol son recomendables aunque en el lugar les proveen unos en caso de necesitarlos y no haberlos llevado. Para comprar los tickets lo más fácil es hacerlo vía internet entrando a summitov. Los valores van desde u$s 43 a u$s 63 dólares dependiendo de si se incorporan o no consumiciones. Abre todos los días, de 9 a medianoche.
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