Ubicadas en Alto Agrelo son 15 casas de alta gama pensandas para amantes del vino. Integradas con el paisaje, están inspiradas en las construcciones de los uros en el Lago Titicaca.
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“Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido, y sigue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido!” Sergio Roggerone pone en palabras el poema Oda a la Vida Solitaria del español Fray Luis de León. Lo recita de memoria, expresando en cada palabra la pasión de quien siente verdaderamente lo que dice. Es que este poema –que habla sobre el valor del vivir en conexión con lo esencial– es su modus vivendi, rige su vida personal y cada uno de sus proyectos artísticos. Y Los Chozos, su última obra arquitectónica en Mendoza, es un reflejo de este pensamiento.
“El poema habla de cómo vivir, de cómo habitar, de cómo integrarnos a la naturaleza y ser parte del mundo. Hemos perdido la esencia de ello con la forma de hacer las cosas actual, donde todo es rápido y descartable. Este poema resume lo que a mí me gusta de cómo vivir y lo que debe hacer la arquitectura verdaderamente, que es humanizarnos” afirma el artista, que comenzó su carrera con formación en arquitectura y a pesar de haberse dedicado al arte pictórico sigue considerando a su primera disciplina como la mayor de las artes.
Así es como a través de esta visión nació este proyecto: Los Chozos Wine Houses, una comunidad de 15 casas de lujo anclado en una propiedad de 800 hectáreas de viñedos al pie de los Andes en DragonBack Estate, Alto Agrelo, Luján de Cuyo. La finca pertenece al grupo Young Woo and Associates, creado por los socios y desarrolladores inmobiliarios Young Woo y Margarette Lee. El sitio busca ser el lugar perfecto para recibir a los amantes del vino y a su vez revalorizar la cultura andina a través de la arquitectura y el trabajo artesanal con artistas locales. El proyecto fue desarrollado por el Grupo Armentano y Young Woo Associates, quienes convocaron a Roggerone para realizar la dirección creativa. La construcción de los 15 chozos, de uno y dos dormitorios, es parte de la primera etapa y planean construir 16 chozos más que tendrán tres dormitorios y serán más amplios, con piscina y terraza con vista a la Cordillera.
“La propuesta se dio de forma natural. Nicolás Armentano me convocó a desarrollar la idea creativa” cuenta Roggerone que realizó la investigación y creación en plena pandemia. “Disfruté mucho del proceso de creación porque en ese momento teníamos un bien muy preciado: el tiempo. Así, comencé a investigar sobre nuestra arquitectura andina, que es algo hemos perdido a través del tiempo por los terremotos, ya que Mendoza está en una zona sísmica”.
Los Chozos están inspirado en las técnicas utilizadas por los Uros, una etnia nativa que se encuentra cerca del lago Titicaca, en Bolivia. “Este tipo de arquitectura tuvo influencia por toda la cordillera” cuenta Roggerone, y asegura que sus huellas se pueden observar en toda la provincia mendocina: “la estructura de los chozos remite a las viviendas de los Uros que tienen forma de bóveda, de cúpula. En Mendoza nos queda de testigo de este tipo de arquitectura las bóvedas de Uspallata.” A su vez, agrega que también se pueden ver las similitudes con las canoas de totora utilizados por los Uros en el lago Titicaca y que también fueron utilizadas en la provincia en las lagunas de Huanacache.
“La arquitectura moderna ha hecho que perdamos la esencia de la arquitectura vernácula. A mí se me ocurrió retomar el estilo de las construcciones tradicionales con un lenguaje moderno en el sentido de los materiales, pero usando formas utilizadas por nuestros ancestros”, prosigue Roggerone que también apeló a técnicas hispanas propias de los jesuitas, reflejando el factor híbrido propio de la multiculturalidad de nuestro territorio argentino. “Quise hacer una fusión entre lo nativo y lo hispano. Busqué rescatar técnicas que los jesuitas trajeron a Argentina como, por ejemplo, el uso del calicanto. El calicanto se ve en Grecia, España, Italia, y aquí lo trajeron los jesuitas. Esta fusión se aprecia en la construcción de la totalidad de cada casa, en donde las bases son de calicanto y las cúpulas inspiradas en los chozos andinos.”
En cuanto a lo estructural, inspirado por el arquitecto egipcio Hassan Fathy –que buscó solucionar problemas sociales a través de la arquitectura vernácula– incluyó en el diseño factores de funcionalidad y ahorro energético. “En Los Chozos decidí remarcar ciertos recursos que tienen que ver con nuestro clima. Hoy, la arquitectura moderna utiliza mucho ventanal que prioriza ver el paisaje pero no tiene en cuenta la funcionalidad. Los arquitectos no miran el clima que tenemos en Mendoza. Es muy fuerte el viento Zonda, el invierno, las sequías y el calor. En este proyecto decidí volver a utilizar las ventanas pequeñas y ventilaciones cruzadas propias de las construcciones originales andinas que protegen contra estos climas y ahorran en gastos de calefacción y refrigeración. Si se quiere salir a ver el paisaje se puede ir a la terraza, y respirarlo directamente.”
En la conversación con Sergio, brotan las visiones de sus viajes: tribus nómadas viajando por el sur de África, médicos brujos sacando el mal de ojo en el desierto, el uso de la arquitectura vernácula en Egipto, el respeto de las tradiciones culturales en Europa, sus viajes al Chaco o Jujuy. Este reflejo del espíritu viajero –propio de las nuevas tendencias en turismo– se ve en el desarrollo del área del proyecto dedicada a los glampings o Glamp Camps.”Los glampings los diseñé como una propuesta totalmente coherente con la estética de las canoas de la laguna de Huanacache. Están tratados como una escultura, con un revestimiento interior íntegro de totora (el junco con el que se hacían las canoas), y fueron creados en conjunto con un artesano, que también es arquitecto, el gran artista Luis Battaglia. Junto a él creamos un material con adobe, paja y ciertos pegamentos para darle arriba la terminación de un nido de hornero.”
En cuanto al interiorismo, el artista cuenta que considera su propuesta como toda una experiencia. “Es un lujo. He hecho una recolección de textiles y muebles antiguos de distintas zonas de Argentina, trabajando con la premisa de que sea todo autóctono, bien nuestro: las camas, cabeceras y mesas de luz están tapizadas con textiles andinos antiguos, las lámparas están realizadas con palos y pergaminos. Será una gran experiencia que buscará mostrar lo que somos como país”. Los glampings estarán listos para fin de año, expresando la frase think global, act local en su máxima expresión. Roggerone quiera acompañar las tendencias globales, pero mostrando la cultura local, en la que este mendocino a fuego, como él mismo se llama, refleja la pasión que le despiertan sus viajes, comparable a la devoción que siente por su tierra natal.
El proyecto ya realizó un soft opening y planea inaugurar a mediados de enero 2023. “En El libro del té, el escritor japonés Kakuzu Okakura dijo algo muy importante: la obra de arte se completa cuando el espectador la observa y la siente. Para mí, siendo la arquitectura la mayor de las artes, es muy importante entonces la visión de quien viene y lo vive. Aquí cada uno va a tener vivencias y sentir cosas diferentes. Lo único que yo espero como mendocino, es que esto reciba, y haga sentir a los visitantes de la mejor manera para que vuelvan a nuestra provincia, mostrándoles lo que verdaderamente somos como cultura y estando orgullosos de eso.”
“El poder retirarse, el poder contemplar el perfume de las plantas, el huerto, todo eso es la idea de que pase esto en este lugar. Veo este poema reflejado en mi vida, en mi casa, y en este proyecto. Yo vivo como este poema.” reflexiona Roggerone, invitando al viajero a conocer su tierra y a vivenciar, al menos por unos días, este idílico modo de habitar.
Los Chozos. Durante la etapa de soft opening, el chozo tendrá una tarifa promedio de u$s 400 + IVA. El objetivo es que, más adelante, esa tarifa se establezca entre u$s 890 y u$s 1200.
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