Con Sedas Misioneras, la empresaria Carolina Butvilofsky promueve el desarrollo de la sericultura en Eldorado, aportando un nuevo modelo productivo sostenible para la provincia.
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Cuenta la leyenda, que hace miles de años, una princesa china estaba sentada en un bosque debajo de un árbol de mora, cuando de pronto cayó un capullo en su taza de té. La princesa intentó sacar el capullo y se empezó a deshilvanar lentamente en un hilo. Sin saber qué ocurría, decidió llevarlo a analizar con los más sabios de su comunidad. Ellos la recibieron, y luego de estudiar el extraño hilo se dieron cuenta de que estaban frente a un nuevo material, el más noble y resistente de la faz de la tierra: el hilo de seda.
Desde su origen –hace más de 3 mil años– el hilo de seda fue protagonista de rutas comerciales que conectaban Oriente y Occidente. Llegó a ser considerado más valioso que el oro y la plata, y hasta el día de hoy, no pierde la condición única de ser considerado el hilo más resistente del mundo.
En nuestro país, hubo dos épocas fuertes de producción de seda: En el gobierno de Sarmiento y en la segunda presidencia de Perón (en donde se llegó a exportar a Estados Unidos más de 250 toneladas para la producción de paracaídas militares durante la Segunda Guerra Mundial). “Argentina ha tenido en su historia dos intentos de desarrollar la sericultura, y este es el tercero”. Afirma Carolina Butvilofsky, quien con Sedami - Sedas Misioneras proyecta construir “la capital de la seda argentina” en la provincia.
El modelo productivo de las grandes empresas misioneras estuvo dedicado tradicionalmente a la industria forestal, yerbatera o tabacalera. Carolina, nacida en Eldorado, creció viendo la homogeneidad de este modelo que afirma, poco a poco comenzó a desplazar a los pequeños productores y derivó en una mayor pobreza estructural. Al ver esta situación se preguntó: ¿Qué otro cultivo podríamos desarrollar que sea ecológico, sustentable, y pueda ser utilizado en minifundios? ¿Cómo ayudar a las comunidades más vulnerables económicamente y que no tienen acceso a los recursos para sostenerse? Su intuición le decía que la tierra colorada podía ser territorio fértil para nuevas ideas, y que estas debían nacer con la intención de romper con todos los paradigmas establecidos.
De Sri Lanka a Misiones
Así, luego de viajar por el mundo, más precisamente en un viaje a Sri Lanka, conoció por primera vez una chacra de gusanos de seda. “Vi la tierra colorada, los campos de moras, y me sentí en casa. Me pregunté por qué no hacer esto en mi provincia”. Volvió a Misiones y luego de una ardua investigación y viajes de estudio a los países de producción cercanos (Paraguay y Brasil), se volcó de lleno en el desarrollo de la sericultura sustentable. Así creó Sedami. “Romper un paradigma es simplemente cambiar la forma de hacer las cosas”, afirma desde su chacra.
Sedami propone un nuevo modelo productivo sostenible de emprendedurismo social basado en la cría de gusanos de seda (Bombyx Mori). Su visión productiva apunta a favorecer al pequeño productor local, erradicar la pobreza y mantener la biodiversidad. La iniciativa fue seleccionada y recibió apoyo económico de parte del Proyecto Seda, que a su vez forma parte del Programa Adelante, una cooperación triangular entre la Unión Europea, Latinoamérica y el Caribe. Para Carolina, recibir ese apoyo fue muy importante, ya que le permitió tecnificar el galpón de cría, posicionando al proyecto como líder en la región.
La chacra de Sedami está ubicada en Eldorado, el mismo lugar donde nació, y hoy se convirtió en su campo de experimentación. Al ingresar se ven tres hectáreas de plantas de mora: la base para la sericultura, ya que los gusanos de seda se alimentan de este cultivo. “Para empezar a criar gusanos de seda se debe plantar por lo menos una hectárea de mora”, cuenta Carolina. Por otro lado, se encuentra el galpón que contiene las camas de cría. Allí sucede el proceso de crianza de los gusanos, desde la incubación de los huevos hasta la producción de los codiciados capullos.
Modelo de producción híbrido
El cultivo de hojas de mora se complementan con 3 hectáreas de yerba orgánica. Esto es porque Sedami propone ser parte de un modelo híbrido de producción pensado para ayudar a la rentabilidad de los minifundistas. “El pequeño productor de Misiones tiene el problema de que no tiene rentabilidad suficiente sólo con el cultivo de yerba, ya que la cosecha de la misma va de marzo a septiembre, y el resto de los meses no tiene actividad. La sericultura, frente a esto, actúa como un complemento perfecto ya que se cosecha de septiembre a marzo, los meses de contrapartida de la yerba”, cuenta Carolina. Así, entre estos dos cultivos, se completa el círculo anual para que el minifundista pueda tener dos ingresos en un mismo lugar, uno que es más rentable y otro más de lujo. “Es una economía circular perfecta, que protege la biodiversidad por ser todos cultivos orgánicos” afirma Carolina.
En Sedami se implementan cinco Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS alineados a la agenda 2030 de Naciones Unidas. Entre ellos, se encuentran la erradicación de la pobreza, la igualdad de género, y la acción por el clima y protección de la biodiversidad.
En cuanto a la acción por el clima, la chacra tiene un manejo totalmente orgánico ya que la sericultura no permite el uso de agrotóxicos, porque los gusanos no los resisten. Además, el lugar se guía por los principios de la economía circular, en la que todo es aprovechado: desde los desechos de las podas hasta los de las camas de cría de los gusanos, utilizados como abono para los cultivos. Por otra parte, una de las acciones que realizan para la protección de la biodiversidad es la manera de realizar el packaging donde venden los productos. “Generamos una alianza con la empresa Petiribi, quien fabrica nuestras cajas. Ellos no van a la selva a tumbar un árbol sino que recorren los aserraderos y juntan los desechos de maderas nativas para realizarlas”, cuenta Carolina.
Con respecto a la igualdad de género, la sericultura ha sido siempre una actividad desarrollada en su mayoría por mujeres. Las mujeres se encargan de alimentar a los gusanos en el proceso de crianza, y en invierno realizan el trabajo de procesado y venden los capullos.
Del gusano a la seda
En cuanto al proceso productivo de gusanos de seda, todo comienza con la llegada del material genético al galpón de las camas de cría. Allí los huevos son incubados durante 10 días en un espacio cerrado donde están la temperatura y la humedad altamente controladas, hasta que eclosionan. A partir de aquí comienza la crianza que consiste en 28 días donde los gusanos pasarán por cinco etapas de crecimiento en las que son alimentados con hojas de mora, hasta que finalmente generan los capullos. La temporada de cría va de septiembre a marzo. Y en el invierno, viene el momento del procesado (la clasificación del capullo, el ordenamiento para el devanado y el preparativo para la venta).
En cuanto a la venta de producción, Sedami apunta al mercado nacional: “Es muy bien paga en Argentina, acá se valora. El argentino valora lo sustentable, la economía circular, la trazabilidad del producto. El mercado nacional es mucho más rentable que el internacional ya que allí el precio lo pone China, y no permite competir.”
Los productos que pueden venderse son muy variados, lo que significa un gran potencial de comercialización. Hasta el momento, en Sedami han creado desde una línea de cosmética natural hasta productos en alianza con diseñadores o artistas. Además, realizan chales y prendas de puro hilado de seda tejidas por artesanas del norte del país, usando técnicas ancestrales y teñidas con tintes naturales.
“Misiones va a ser la capital de la seda. Uno de nuestros objetivos es poder armar un Círculo Nacional de Sericicultura en Misiones. Para eso, se tiene que lograr la formación de un mínimo de 10 socios con este modelo productivo híbrido”. Para lograrlo, la empresaria ya presentó un Plan Serícola de extensión territorial para el gobierno de Misiones, en el que planea generar un laboratorio de material genético propio que produzca un material homogéneo para todos los productores que quieran sumarse a la sericultura en la provincia. La idea es garantizar el éxito del modelo, simplificar la crianza, y asesorar a los productores. Para eso, convocarán a dos ingenieras agrónomas especialistas en el tema.
“A través del laboratorio, que será para todos los productores de la provincia, ayudaremos a que la producción crezca de forma correcta y sin riesgos. No entregaremos a los productores el material genético simplemente, sino que les brindaremos el gusano en la tercera edad de cría, lo que disminuye ampliamente el riesgo de errores en la crianza y significa una exitosa rentabilidad. Así, el productor independiente podrá comprarnos el material genético y venderlo por su cuenta, o formar parte de la cooperativa donde podrá comercializar su producción junto a nosotros”. concluye la empresaria.
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