Edificio emblemático de la ciudad, el ex Palacio de Correo y Telégrafos alberga desde 2015 al Centro Cultural Kirchner, el centro cultural más grande de América, el cuarto más grande del mundo por su tamaño y el primero con actividades públicas y gratuitas.
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Ubicado en Sarmiento 151, en el barrio San Nicolás, es un exponente clásico de la arquitectura del academicismo francés. Fue diseñado por el arquitecto francés Norbert Auguste Maillart, en 1888, y el presidente Miguel Juárez Celman aprobó el proyecto para su construcción, como sede del Correo Central. En 1908 el proyecto fue reformulado y se incluyeron nuevos servicios y calles peatonales que nunca se realizaron. Finalmente, la obra se inició en 1911, y el 28 de septiembre de 1928, después de varios contratiempos, el presidente Marcelo T. de Alvear inauguró el edificio que difería, en muchos aspectos, del diseño original.
El Palacio de Correos fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, y en 2002 dejó de utilizarse como sede del Correo Central. Tres años más tarde, en 2005, el Gobierno Nacional resolvió convocar a licitación para convertirlo en un centro cultural, como parte de las celebraciones del bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810. El 24 de mayo de 2010 se puso en marcha la primera etapa del Centro Cultural del Bicentenario que en 2012 pasó a llamarse Centro Cultural Néstor Kirchner, y así se inauguró el 21 de mayo de 2015.
Un poco de historia
En 1888 y con motivo del fuerte crecimiento de los servicios de comunicación, el director de Correos del país, el Dr. Ramón J. Cárcano, planteó la necesidad de construir un edificio que fuera sede central del organismo. Según el proyecto original, el boceto del arquitecto francés Norbert Auguste Maillart estaba inspirado en la Central de Correos de Nueva York. Su estilo es de influencia francesa, según los cánones de la Ècole des Beaux-Arts de Paris, con techo a mansarda y una cúpula truncada, un cuerpo saliente en la parte central y enormes ventanas, desde el piso hasta el techo. La fachada tiene cuatro columnas, muchas molduras ornamentales, y copones sobre la cornisa. Todas sus fachadas están revestidas en símil piedra. El arquitecto Maillart organizó el edificio en torno a un patio central, pero tuvo que agregar dos patios menores para lograr ventilar la gran cantidad de oficinas que requería el Correo. Y mantuvo la horizontalidad de los edificios académicos de aquella época porque todavía había resistencia a la construcción de torres. Maillart y su equipo empezaron a trabajar rápidamente en un terreno ganado al río y cedido por la sociedad Las Catalinas, pero un año después la obra se paró luego de la caída del presidente Juárez Celman y la crisis económica.
Los trabajos se retomaron en 1905, bajo la presidencia de Manuel Quintana, que autorizó una nueva partida de dinero para finalizar la obra. Sin embargo, hubo que hacer modificaciones pues el proyecto de Maillart, que era más chico que el actual, resultó obsoleto y ya no resultaba apto para los últimos adelantos tecnológicos en el servicio postal. Así, el Director General de Correos y Telégrafos, Dr. Ernesto Bosch, planteó un nuevo programa de distribución para el edificio y en 1908 contrató nuevamente a Maillart para la realización de un nuevo proyecto, que fue aprobado en abril de 1909.
Las obras comenzaron en 1911 con nuevos planos para un edificio más grande, y con entrada por la calle Sarmiento. Para facilitar el acceso a los clientes y evitarles tener que bajar la pendiente de la calle Sarmiento y de la avenida Corrientes, que desembocaban en la avenida Leandro N. Alem, se planeó la construcción de calles peatonales y de puentes soportados por arcos y columnas que unían el borde superior de la barranca de la calle 25 de Mayo con las entradas elevadas del edificio. De esa forma, la avenida Leandro N. Alem sería reservada solamente para la circulación vehicular. Pero esas peatonales nunca se hicieron.
Cambio de planes
Por desacuerdos con las autoridades, Maillart se retiró del proyecto y la dirección de la obra quedó a cargo de su principal colaborador, un arquitecto de origen ruso llamado Jacques Spolsky. Con este cambio se sumaron nuevas modificaciones al proyecto original, entre ellas un esqueleto metálico en reemplazo de los macizos de albañilería y la sustitución de los entre pisos de bovedillas por otros de cemento armado. Y como el terreno había sido ganado al río mediante el relleno fue necesario hundir 2.882 pilotes de hormigón armado de 10 metros, para asegurarse una cimentación conveniente.
En 1916, el Poder Ejecutivo decidió suspender la construcción de los puentes y las calles peatonales debido a la mala situación económica y a la falta de materiales, en plena Primera Guerra Mundial. Esas decisiones provocaron otros cambios, esta vez en la disposición de los locales, oficinas y vestíbulos. Los ventanales, que hoy pueden verse en el segundo piso del lado de la calle Sarmiento, en realidad fueron pensados como entradas al edificio. Además, fue necesario agregar algunos entrepisos y demoler otros para convertir los locales del primer y segundo subsuelo en vestíbulos destinados a las entradas principales y a los grandes halls donde se instalaron ventanas. Para no modificar la arquitectura de los frentes se le agregó un basamento cuya altura alcanza la diferencia de nivel entre las calles 25 de Mayo y la avenida Leandro N. Alem, es decir, el piso bajo y el primer entresuelo.
En 1923 se agotaron los fondos, se sancionó una ley para otorgarlos y se adjudicó el trabajo a una nueva empresa. Finalmente, el Correo Central se inauguró el 28 de septiembre de 1928, dos semanas antes de que el presidente Marcelo T. de Alvear terminara su mandato.
Las oficinas de Perón y Evita
Durante sus primeros mandatos, el presidente Juan Domingo Perón tuvo sus oficinas en el cuarto piso del Palacio de Correos. También la primera dama tenía oficinas en ese piso, donde funcionaba la Fundación Eva Perón. Hoy esa sala lleva su nombre y recrea la oficina de Evita con retratos y réplicas de los juguetes que le enviaban niñas y niños de todo el país, y algunas de las cartas originales que recibía.
Además, en 1928 el edificio albergaba una escuela para los hijos de los empleados del correo, una peluquería, una farmacia y un laboratorio de análisis clínicos.
En 1997 fue declarado Monumento Histórico Nacional, y en 2002 el Correo Argentino dejó de prestar servicios operativos desde este edificio, y se mudó a la nueva planta ubicada en Monte Grande, en tanto que la administración pasó el al antiguo edificio de Molinos Río de la Plata, en Paseo Colón e Independencia. Hasta el 2009, la entrada principal de la calle Sarmiento siguió siendo utilizada como Oficina de Correos y venta de filatelia, y el resto del edificio quedó inactivo.
Nace el CCK
En 2006, ya con los preparativos de las conmemoraciones por el Bicentenario de la Revolución de Mayo, el gobierno nacional resolvió remodelar el antiguo Palacio de Correos y transformarlo en el Centro Cultural del Bicentenario. La obra, de 116.884 metros cuadrados, es el resultado de un concurso internacional de anteproyectos, al que se presentaron más de 340 estudios de arquitectura de más de 20 países. El primer premio se otorgó, por decisión unánime del jurado, a los estudios de arquitectura Bares y Asociados (B4FS), de La Plata, y a Becker-Ferrari, de Buenos Aires.
Los trabajos avanzaron rápidamente en la etapa de restauración de fachadas, en la transformación de la cúpula en un mirador vidriado y en la adaptación de las salas de exposiciones, y en el marco de los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, la entonces Presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró este primer sector del centro cultural el 24 de mayo de 2010. Las obras continuaron en la otra mitad del edificio, los auditorios y salas de conciertos. En el 2012, se rebautizó al como Centro Cultural Dr. Néstor Kirchner y, finalmente se inauguró el 21 de mayo de 2015.
Las antiguas oficinas se transformaron en espacios para proyección de videos, conferencias y exposiciones. En el primer subsuelo funciona un museo que homenajea la historia del edificio, e incluye cinco mil casillas del antiguo correo. Además, hay seis auditorios para más de 100 espectadores. La cúpula es uno de los lugares que más llaman la atención, con vidrio facetado y un sistema de luces led. La Ballena Azul es una sala de música sinfónica para 1.750 espectadores; tiene otra sala de Música de Cámara para 540 personas; y la Gran Lámpara es un espacio de 2000 metros cuadrados destinado a exhibiciones, que se ubica en el sexto y séptimo piso y está revestido por placas de vidrio que emiten luz.
Por otra parte, se conservan las salas originales de atención al público, y los cerramientos de vitraux que en 1993 fueron restaurados por la arquitecta Victoria Braunstein, quien gracias a este trabajo ganó el Primer Premio Nacional a la Mejor Intervención en el Patrimonio Edificado, en 1996. En muchas de las salas se conserva el mobiliario original.
En el 2022 el Correo Argentino inauguró dos espacios destinados a difundir la filatelia: el Espacio Cultural tiene una muestra permanente de sellos postales históricos del país, y la Tienda Filatelia cuenta con una instalación artística de 300 estampillas que decoran el espacio.
La plaza del Correo
En 1983, año mundial de las comunicaciones, se inauguró una plaza al frente de la entrada principal del edificio. En realidad, ya existía allí una plaza, diseñada por Charles Thays a fines del siglo XIX, y que en la década de 1930 se transformó en una playa de estacionamiento de autos.
Actualmente la plaza tiene varias esculturas, entre ellas un monumento a Juana Azurduy, obra que data de 1915 realizada por el belga Luis Bruninx en homenaje a Samuel Morse, inventor del telégrafo, y que originalmente estaba en el hall central del Palacio del Correo; una escultura del argentino Salvador Gurrieri que homenajea al cartero, y un bajorrelieve en bronce con la figura del chasqui, correo a caballo de la época de la colonia, obra del escultor argentino Mario Rubén Chierico.
Centro Cultural Kirchner. Está abierto al público de miércoles a domingos de 14 a 20. Todas las actividades son gratuitas. Las muestras y exhibiciones no requieren reserva previa. En el caso de conciertos y actividades con capacidad limitada, hay que reservar entradas.
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