Recibió golfistas, a un presidente y está en una de las zonas más elegantes de Córdoba.
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“Para nosotros siempre fue ‘la casa de la abuela’. Ella le daba vida y era supergenerosa. Veníamos a almorzar todos los domingos con mis primos y mis tías”, rememora Germán Tagle acerca del hogar de Nora Scarafia y Manuel Tagle. Lo cuenta sentado en un sillón del living del lugar donde pasó tantos fines de semanas y veranos. En 2019, su padre, Manuel –se llama igual que su abuelo–, decidió convertirla en Scratch House, un lindísimo hotel boutique de Villa Allende, Córdoba, a cinco minutos de El Terrón, uno de los tantos campos de golf de la zona. En efecto, el deporte signa la estadía (“Scratch” es una modalidad de juego y un tipo de jugador). “Vinieron mucho el Gato Romero y el Pato Cabrera. Roberto de Vicenzo se quedaba a dormir acá. Mi abuelo, que era golfista, además de un intelectual y liberal de la época, lo recibía con los brazos abiertos”, agrega Germán, responsable de este hotel y de los desarrollos inmobiliarios del Grupo Tagle.
Señorial e imponente, la casa está emplazada sobre un terreno irregular de tres hectáreas con un amplio parque y muy buenos árboles: nísperos, algarrobos, pintos y un gran timbó. Fue construida en 1919, en estilo neotudor por el arquitecto danés Morten Rønnow, autor del edificio Otto Wulff de Buenos Aires. Se mantiene en excelentes condiciones desde entonces, con los pisos de madera, el techo y vitrales originales. “Le agregamos un baño, refaccionamos los otros; remodelamos también la cocina y pusimos bombas de agua, pero más allá de eso, todo está en excelentes condiciones, como entonces”, apunta Germán. En total, son cinco habitaciones –todas en la primera planta–, y nombradas en honor a golfistas exitosos: Arnold, Gary, Tiger, Jack y Tom. El living (con chimenea y cuadros de la familia), el comedor donde se sirve el desayuno (decorado con impronta british) y la terraza que da al jardín colaboran en que la estadía sea grata y relajada. Hay, además, tres casas perimetrales más pequeñas, pero igual de acogedoras y funcionales. Fueron reacondicionadas para recibir huéspedes y las bautizaron haciendo alusión a campos de golf icónicos: Loch Lomond, Merion y PineValley.
Entre la nostalgia y el orgullo, Manuel Tagle recuerda cómo adquirieron la casa. “Mi padre empezó alquilándosela al abogado Guillermo Rothe, fundador del Partido Demócrata Nacional, pero le gustó tanto que se la compró en 1960. Fue después de que los Rothe la tuvieran 20 años, tras adquirírsela a los Ditlevsen (daneses y fundadores del Córdoba Golf Club), que la habían mandado a hacer en 1919″, señala el empresario, reconocido en la provincia por su actividad en el mundo automotriz. “De manera que, en 100 años, sólo tres familias habitaron la casa”, agrega sobre este sitio que además recibió al entonces presidente Mauricio Macri, en 2019.
“A mi mamá siempre le gustó mucho y la eligió para vivir hasta el final. Murió a los 92 años, completamente lúcida. Por eso, hacemos remodelaciones y arreglos, pero respetamos la esencia del lugar”, asegura. Tras la muerte de Nora Scarafia, Manuel les compró a sus hermanas mayores (Nora, Estela y Adriana) sus partes de la propiedad. “Ellas sabían que yo podía hacer algo lindo y eso les daba satisfacción. Habíamos pensado en alquilarla o lotear el terreno y dejarla como club house, pero preferimos abrirla como hotel boutique para que otros la disfruten tanto como la disfrutamos nosotros”, agrega, contento con el resultado de la puesta a punto.
Cuenta, además, que el gran momento de la refacción llegó cuando levantaron el piso de uno de los baños del primer piso y se encontraron con que el caño de bronce de uno de los radiadores estaba impecable. “Nos quedamos tranquilos: la calefacción iba a seguir funcionando tan bien como siempre. Sólo había que mejorar las calderas, que ya no son a leña, sino a gas. Todo dura porque está hecho con solidez y recursos”, concluye Manuel.
Entonces comparte una nueva infidencia familiar. “A mí me hubiera gustado mucho vivir acá, pero mi mujer prefiere el barrio cerrado donde vivimos. Me gusta acá porque es acogedor, no como las casas modernas, con espacios demasiado amplios. Pero bueno...”, dice Tagle, con una sonrisa. “Me gusta venir cada tanto. En el rincón de fuego, en ese sillón Morris –con redondez para apoyar el vaso–, se sentaba mi madre. Yo venía a visitarla cada cuatro o cinco días y nos tomábamos un whisky juntos”, agrega. Y comparte una anécdota singular que refleja el valor de la palabra y cómo se resolvían las cosas entre caballeros a mediados del siglo pasado: “Cuando mi padre le compró la casa a Rothe, pagó una parte al contado y otra, en cuotas. Pero pasó algo inesperado. A los dos días de firmar la escritura, Rothe lo llamó para pasar a buscar los muebles. ‘¡Ay!, yo había entendido que la venta era con los muebles’, le contestó mi padre y lamentó la confusión. ‘Son muy lindos y quedan muy bien en la casa’, esgrimió, preocupado por cómo haría para volver a amueblarla. Entonces Rothe lo pensó y le contestó: ‘Bueno, Tagle, no hay problema. Le voy a sacar la cabeza de ciervo de la entrada, porque le tengo afecto, pero lo demás se lo dejo’. Y la cosa quedó resuelta”.
Datos útiles
Scratch House. Tienen capacidad para recibir 20 personas, repartidas en las cinco habitaciones de la casa principal, y las tres casas perimetrales, que están equipadas para cocinar. Sirven desayuno, y se puede reservar también la cena, que tiene un menú fijo, con opciones especiales para grupos. Hay pileta. Desde $150.000 la doble con desayuno. Juan José Paso 203, Villa Allende. T: (351) 674-2297. IG: @scratch_house_
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