Están diplomadas e Integran el Instituto de Investigación, Conservación y Restauración de Arte Moderno y Contemporáneo (IICRAMC).
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Frente al Parque Independencia, el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino ostenta la segunda colección pública de arte más importante del país, después de la del Museo Nacional de Bellas Artes. Aquí la directora es Melania Toia y, antes de llevarnos a ver cómo trabajan en restauración, nos guía por las salas de la planta baja, que están centradas en grandes artistas rosarinos. Hay obras de Emilia Bertolé, Julio Vanzo y Lucio Fontana, entre otros. Y de Antonio Berni, con sus discípulos contemporáneos. Las obras están agrupadas alrededor de cuestiones conceptuales –“Presentimientos”, por ejemplo– y no por cronología o artista, aunque muchas veces un concepto tiene mucho de un artista.
La directora comenta que la novedad del museo es la apertura, para ocasiones puntuales, de una sala “de reserva, no depósito”, con esculturas que no están expuestas. Cuando entramos a esta sala, vemos esculturas de diferentes tamaños que están prolijamente acomodadas, con sus etiquetas, a la espera de ser expuestas. La sensación de estar en el backstage del museo se vive como un privilegio y será para buena parte del público general.
Pero hay más, porque la magia de entrar al detrás de escena del museo se completa cuando pasamos al área de restauración. Está comandada por el Instituto de Investigación, Conservación y Restauración de Arte Moderno y Contemporáneo (IICRAMC). “Es todo un desafío cuidar las obras en esta ciudad tan húmeda y fluctuante en temperatura, más ahora con el cambio climático”, comenta Toia mientras subimos al piso donde trabajan en restauración.
En la sala, sobre una mesa está “La chola”, de Alfredo Guido, con una serie de papelitos que marcan su mapa de deterioro. Y sobre un atril está “La costurera”, de Alberto Mario Rossi, en proceso de observación. Sobre las obras trabajan tres rosarinas, egresadas en Bellas Artes y especialistas en restauración: Ana Mellano, Jimena Atilio y Carolina Ramírez. “Funcionamos de forma coordinada con el área de conservación, que son quienes nos traen las obras que necesitan ser restauradas. La mayoría de las veces la restauración se hace antes de una muestra. Porque este museo es muy grande: conserva más de 5.000 obras de arte”, señala Jimena Atilio antes de detenerse en este óleo de 1924 que pintó Alfredo Guido, hermano de Ángel Guido que es el autor del Monumento a la Bandera.
“Aquí lo primero que hicimos fue ver con luz ultravioleta los repintes de restauraciones anteriores, que fueron hace 26 años. Estudiamos esas intervenciones que están anotadas en una ficha e hicimos un mapa de deterioro sobre la obra, y una nueva ficha. Los papelitos rosas marcan las grietas que hay que reforzar; los celestes marcan grietas con levantamiento de capa pictórica; y los amarillos, el faltante de la capa pictórica”, detalla la restauradora, mientras recurre a una lupa para que veamos cómo a simple vista el levantamiento se puede confundir con brillo.
“Es difícil consolidar las grietas y bajar las que están levantadas, sin que se quiebren. Esta obra es complicada en ese sentido porque tiene mucha carga pictórica y empaste”, comenta Carolina Ramírez. Entonces Jimena agrega: “Para consolidar las grietas usamos cola de esturión, que se obtiene de la vejiga del pez, y un termocauterio. Recurrimos a productos naturales e importados que son de gran calidad. Si hay faltantes de pintura, se estuca y se hace una restauración cromática mimética que puede ser con acuarela, que es al agua, y que se sella con un barniz acrílico que es especial y no envejece con el tiempo”.
En pleno proceso de consolidación de grietas, Ana Mellano reflexiona: “Uno tiene que ser respetuoso con la obra e intervenirla lo menos posible. El trabajo de restauración requiere paciencia y observación. Porque antes de intervenir hay que tomarse un tiempo para vincularse visualmente con el cuadro. Hay que entender el lenguaje pictórico del artista. Cada obra presenta sus propios límites y te dice “hasta dónde”. No hay una técnica que vaya para todas las obras”. Comenta que usan materiales reversibles, para que, de ser necesario, el próximo restaurador pueda retirarlos. “Lo que hacemos es frenar el deterioro para devolverle a la obra la lectura global. No se trata de volverla al original. Eso sería imposible y no es el objetivo”, resume Ana Mellano para que yo me entere que para restaurar hay que tener paciencia y criterio para saber hasta dónde intervenir o no. Como en la vida.
Datos útiles
Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino. Como parte del núcleo que integran el Macro y Casa Vanzo, el Castagnino vela por la segunda colección pública de arte más importante de nuestro país. En la planta baja exponen artistas rosarinos. La novedad es que abren al público una sala de reserva en la que pueden apreciarse esculturas que no están expuestas. De miércoles a sábado y feriados de 13 a 19; domingos de 11 a 19 horas. Visitas guiadas, a las 17, sin inscripción previa. Gratis. Av. Pellegrini 2202. T: (341) 334-6397. IG: @castagninomacro