Rincón del Socorro data de 1896, desde hace más de 20 años pertenece a la Fundación Rewilding y es eje de conservación de flora y fauna nativa en Corrientes.
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Alrededor de la pista de la estancia nos recibe un colchón de habranthus amarillas. Silvestres y fugaces, aparecieron esa mañana después de la lluvia y se cerrarán en unos días, según nos adelantan. Para los correntinos son las flores de la resiliencia: también florecieron tras la lluvia que apagó los incendios del año pasado. Estamos en Rincón del Socorro, en Corrientes, una experiencia único.
Estancia de pasado ganadero, que data de 1896, se trasformó en hostería de la mano de Fundación Rewilding. Tiene una gran casona central y habitaciones a los costados. Hay muebles de madera y de mimbre, sillones capitoné de cuero, pisos calcáreos, cortinas de buen algodón, libros grandes que hablan de geografía, historia y medioambiente, percheros con sombreros a mano del huésped y fauna nativa en fotos enormes que cuelgan de las paredes para contarnos quiénes son los protagonistas del lugar... aunque no siempre los veamos.
Esta primera tarde me sirve para descifrar en parte cómo funciona el lugar. Noto que los huéspedes se pasean como en su casa; es un lugar vivido. Los empleados, como Berenice Barrionuevo, que está en la recepción, atienden, pero no invaden. A ella la secunda Daniela Ibarrola, bautizada “Mabel” por sus compañeros. Eso también tiene este hotel: el equipo de trabajo se lleva muy bien. ¿Más? Los zorros se dejan ver en los jardines, también alguna que otra corzuela, ñandús e incluso una piara de pecaríes de collar.
“Los esteros del Iberá son el humedal más grande de Argentina, segundo de Sudamérica, después de Pantanal, en Brasil. Es agua acumulada en distintos niveles de profundidad, con vegetación acuática. Solo se llena con lluvia; ni con ríos ni represas”, me cuenta Yanina Aballay, que es misionera y guía en este hotel ubicado sobre la RP 40, a 36 km de Colonia Carlos Pellegrini. Además, me pone en tema sobre cómo se divide y compone este complejo entramado de áreas protegidas y reservas. Dice que el Parque Provincial Iberá –que significa “agua que brilla”, en guaraní– fue creado en 1983 y tiene unas 600.000 hectáreas. Además, el estero está rodeado de tierras altas –con pastizales, sabana y bosque nativo– que integran el Parque Nacional Iberá, de 195.00 hectáreas, y que hace algunas décadas formaban parte de cinco grandes estancias ganaderas. Ahora, con fines turísticos, todo –el parque nacional y el provincial– se llama Parque Iberá. Y, como tercera instancia de conservación, hay reservas privadas o parques ganaderos donde no se caza y se controla todo lo que se produce.
Repasamos la historia de la Fundación Rewilding. En 1992, Douglas Tompkins –que murió en 2015– y Kristine McDivitt crearon la organización Conservation Land Trust (ese era el nombre original) para proteger zonas de gran biodiversidad. Estadounidenses y aventureros habían hecho dinero al frente del negocio de la indumentaria de montaña cuando se enamoraron de la Patagonia. Primero de la chilena, y luego de la argentina. “Compraban tierras que habían sido modificadas, dejaban que se restauraran y las donaban al Estado para la creación de parques nacionales. En 1998, compraron aquí 60.000 hectáreas que luego donaron para la creación del Parque Nacional Iberá”, continúa Yanina justo antes de que le pregunte por el aguará guazú, esa especie de zorro de patas largas, negras y orejas grandes que veo en un folleto. “Hay algunos, como Preta, que tuvieron cría. Sabemos dónde está, pero no la buscamos para no molestarla”, y agrega que también está en peligro el oso hormiguero, blanco histórico de cazadores.
¿Qué implica hacer rewilding? No existe una traducción en español para este término tan de moda. Sería algo así como “asilvestrar”, es decir, volver a hacer salvaje, revertir la extinción de especies. Sin embargo, no es solo eso. También se trata de fomentar economías locales prósperas para que el cambio sea sustentable. La Fundación Rewilding trabaja en Corrientes con varias especies: oso hormiguero, venado de las pampas y pecarí de collar, entre otras. La nutria gigante está amenazada internacionalmente –solo quedan algunas en Pantanal y Amazonas (Brasil)–, pero desde 2019 hay cinco ejemplares reintroducidos que están en proceso de readaptación y casi listos para ser liberados. El yaguareté, el felino más grande de Sudamérica –extinto en Corrientes y del que quedaban cerca de 200 entre la selva misionera, las yungas y El Impenetrable–, se reintrodujo en San Alonso (una isla de la fundación en pleno Iberá); ya fueron liberados 11 y otros cinco esperan su turno.
Por la mañana, mi reloj marca las seis y media cuando me levanto. Margarita González Balcarce guía una cabalgata de dos horas entre sabanas de ñandubay, pajonales y montes con espinas. Vamos hasta la costa del estero. El aire fresco corre siempre. El ciervo de los pantanos, con sus pezuñas unidas por membranas (para andar por el humedal), se roba los flashes. De regreso nos espera el desayuno y, después, un poco de pileta. Entonces llega la primera sorpresa de nuestros anfitriones: un almuerzo en el tajamar, que es una estructura de madera que quedó de los tiempos ganaderos, cuando había lagunas artificiales para que las vacas tomaran agua, y que ahora sirve de deck para comer rodeadas de ciervos, carpinchos (con sus crías supertiernas), jacanas y chajás. Un rato de siesta y la primera lección correntina: aquí, el calor marca los horarios de las actividades.
Por eso, recién a las cinco de la tarde nos encontramos con los guías Ramón Villalba y Yamila Vega. Ella es una chaqueña simpatiquísima, que le dice chipacito al chipá correntino, que en Misiones es chipa (sin acento). Con ella caminamos por un sendero hasta la costa del palmar, entre paja colorada y espinillos. Una culebra que podría parecer yarará se convierte en anécdota. Y hablamos de cómo actuar si apareciera un puma. “Nos quedamos quietos y lo dejamos pasar. Si viene hacia nosotros y nos gruñe (que en general no va a suceder), nos hacemos grandes extendiendo los brazos y gritamos. No tenemos que salir corriendo”, explica Yamila. Por suerte, solo grito para decirle a Estrella que ¡no!, que no fotografíe al ciervo gigante, con pintas y gran cornamenta que acabamos de ver. Es un axis: exótico y desestabilizador del ecosistema. No hay que hacerle prensa.
Al toparnos con las palmeras caranday que se quemaron con los incendios del verano de 2022, Yamila cuenta que son ignífugas: si no se les quema el cogollo, sobreviven. Avanzamos por un parche de selva, que es como le dicen al monte aislado, que, en este caso, tiene guayaba colorada, higuerones y lianas, y funciona de contrafuego. A diferencia de lo que cualquiera podría pensar, el bosque es tan húmedo que no se quema. Después de comer, la jornada nos encuentra por los senderos cercanos a la casa, en la oscuridad y con una linterna de luz roja (que no encandila a los animales como la blanca). Todavía me asombra cómo Yamila descubre ojitos de arañas en plena oscuridad. Divisamos también zorros, ciervos y un yacaré.
Al día siguiente, la caminata mañanera es por otro sector del monte, con Mingo González como guía. Nacido y criado en Colonia Carlos Pellegrini, dice que en los años 80 las calles del pueblo eran de pasto (no dice de tierra). Lamenta que nunca antes haya visto una seca como esta, pero dice que les tiene fe a las lluvias de esta temporada. Nos deja en el hotel un poco antes del mediodía, para que el almuerzo comandado por Mariana Villalba nos sorprenda bajo una parra, al lado de la huerta que cuida Elías Molina.
Al frente de Jabirú, la lancha que alguna vez le mostró los esteros a la reina Máxima de Holanda, Mingo nos registra en el acceso al Parque Provincial para que salgamos a descubrir la laguna Iberá y el arroyo Miriñay. Esto es el estero propiamente dicho. Una fiesta de yacarés –negro y overo–, patos cutirí, garzas y benteveos. Es otoño, por eso no hay jacintos en flor. Vemos bien los embalsados, que son formaciones de vegetación acuática propias de los esteros y hábitat natural de cientos de especies. Son como islas flotantes que crecen, se separan y le dan movimiento a este humedal tan importante.
Para la despedida, un último agasajo: asado de mesa compartida con los guías. Aquí corren las anécdotas de encuentros con osos hormigueros y con el aguará guazú, para que me vaya a dormir dichosa por tanta hospitalidad. Entonces, llega la hora de partir y, como me habían advertido, las habranthus ya no están: la flor se cerró y con ellas se apagó el amarillo. Me desilusiona no tener una última foto, pero pronto pienso que tal vez no haya que pedirle más a esta tierra, tan castigada y exigida. Será que hay que dejarla ser.
Datos útiles
Rincón del Socorro. Se compone de un casco con seis habitaciones dobles, y cuatro más que están en el parque. El alojamiento incluye las cuatro comidas, caminatas por la reserva, cabalgatas y el acceso con paseo en lancha al Parque Provincial Iberá. Desde u$s 700 la doble con todo incluido. RP 40 s/n. T: +54 9 (379) 499-6868 / (11) 5272-0343. IG: @rincondelsocorro
Flybondi. Tiene frecuencias semanales a Posadas y Puerto Iguazú, con tarifas ventajosas. La novedad son los tickets 3.0: sacar un pasaje, pero confirmar el nombre del pasajero hasta 48 horas antes de partir.
Airbera. Es un servicio de taxi aéreo que conecta los aeropuertos de Posadas, Iguazú, El Soberbio (se está asfaltando la pista) y la pista de Rincón del Socorro, en Iberá. Tienen dos Cessna 206 y pilotos experimentados, como Juan Sosa, David Tang, Emile Colcombet y Alan Prestayko. Desde u$s 1.215 trayecto Posadas - Rincón del Socorro - Posadas; y u$s 2.735 para Iguazú - Rincón del Socorro - Posadas. Todo para 5 pasajeros. T: +54 9 (11) 6623-9321. IG: @airbera.ok
Misiones Maravilla. Es una agencia de viajes que propone recorridos por Iguazú, San Ignacio, Oberá y Aristóbulo del Valle, además de Iberá, en Corrientes. El paquete de 7 noches (2 en Puerto Bemberg, 2 en Moconá Virgin Lodge y 3 en Rincón del Socorro), $393.000 por persona en base doble, con pensión completa sin bebidas y actividades. El transfer de Iguazú a Puerto Bemberg, de ahí a Virgin Lodge, de ahí a Rincón del Socorro y del Socorro al aeropuerto de Posadas es de $425.000 para 4 personas, es decir que a la tarifa indicada habría que sumarle $212.500 (ya que la tarifa para 4 deben absorberla solo 2). Tarifas sujetas a modificación. Coronel López 2138, 7 piso. T: +54 9 (3764) 131601.
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