Sophie Courtois y Jacques Dupont tenían ya cada uno dos hijas cuando decidieron que la Comarca Andina sería un nuevo punto de inicio en la vida de ambos. Reciben huéspedes desde 1987 y son pioneros en el turismo de travesías.
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No fue un plan premeditado, pero un día de 1987, los franceses Sophie Courtois y Jacques Dupont, ambos instructores de esquí, cambiaron para siempre los Alpes por los Andes y se reencontraron en la Patagonia, a orillas del lago de Epuyén. Se habían conocido trabajando en un refugio en las pistas nevadas de Francia sin saber en ese momento que, tiempo después, tras haber formado cada uno su familia, fundarían una nueva vida juntos al pie de otras montañas.
Son casi 35 años desde que se afincaron en El Refugio del Lago, una chacra de 15 hectáreas que siempre tiene algún frutal de temporada, donde hay una hostería de puertas abiertas, tres cabañas rústicas y un camping agreste con muelle propio, además de un elenco de ovejas y de cabras que pastan en calma por un bosque de nogales y castaños. Fue en ese bucólico entorno donde, junto con la escritura, firmaron su documento de pertenencia a la Comarca Andina.
Sophie se había asomado a la vida patagónica con François Deschamps, el padre de sus primeras hijas. Juntos se largaron a viajar por Sudamérica. Sophie llegó a Epuyén embarazada de la primera, Tuei, y luego vino Chloë, la segunda. Pero pronto se separaron y allí hizo su “rentrée” en escena Jacques.
Jacques Dupont, experto escalador, el primer europeo en conquistar en 1965 la cima de El Capitán, uno de los monumentos de piedra más exigentes del parque Yosemite, también se sentía a gusto entre los cerros y los lagos del sur. Enseguida desentrañó las formidables rutas naturales que ofrecía el mapa de la cuenca del río Puelo para llegar al océano Pacífico, y así nacieron las excursiones de varios días a Chile que combinaban bicicleta, kayak, esquí y trekking.
Y también el amor. Instalados ya juntos en la chacra de Epuyén, en 1992 nació Layla, la hija en común de ambos, la más pequeña de una familia ensamblada de cinco hijas, que ya los convirtió en abuelos de varios nietos.
La finca del lago
“Fuimos pioneros en el turismo de travesías”, recuerda Jacques en el comedor donde se sirven los desayunos. De la repisa trae un libro fotográfico que destaca su proeza en El Capitán, junto con André Gauci, y comenta que aquel celebrado ascenso les llevó cinco largos días. El descenso fue a rapel, con arneses, sogas, clavos pitón y un único pantalón de jean que luce con las rodillas peladas, sonriente, en la foto épica.
Jacques conoce de memoria los cerros de los alrededores aunque ahora prefiere la tranquilidad de salir a pescar truchas. Si desaparece por un rato es porque se fue en el bote. De todos modos, en la zona del centro cultural de Epuyén, tiene bien identificada una montaña rosada con una pared de 10 metros de altura a la que vuelve, cada tanto, si alguien le pide algunas lecciones básicas de escalada, o por puro placer.
La hostería es una casa de puertas abiertas. En las paredes hay recuerdos familiares, pinturas de artistas de la zona, fotos de expediciones, una barra con botellas, una repisa con libros y revistas. Por la ventana se asoman dos ovejas que huyen apenas insinuamos algo parecido a un saludo. La televisión está clavada en el canal de Francia. En la cocina se está gestando algo delicioso, a juzgar por el aroma. En la mesita de la recepción, los frascos de dulce dan cuenta de la variada actividad de la finca: guinda con frutillas, membrillo, durazno, ciruela y nuez, manzana.
“Yo agradezco mucho a esta chacra porque fue muy generosa con nosotros. Los frutales que se ven ya estaban, aunque cuando llegamos no había servicios y estaba tapado de rosa mosqueta, todo muy abandonado”, dice Sophie. Cuesta imaginar ese cuadro del caos en la postal que es hoy El Refugio del Lago. Todo se ve agradable, armonioso, natural. Sobre la mesa de la galería hay dos canastos rebosantes de castañas recién cosechadas. Vamos caminando sobre un colchón de hojas doradas hacia el establo de las cabras. Son once y dan la leche para un queso sin igual que elaboran con técnica artesanal y fermentos de Francia. La producción es para consumo propio y de los amigos de la casa. Con mucha suerte se puede conseguir alguno para comprar.
“En esta época hacemos ejercicio. A la mañana juntamos nueces del suelo y a la tarde cosechamos manzanas y nos estiramos. Siempre tenemos algo para hacer”, bromea Arnaud, sobrino de Sophie, que hace siete años vino de Francia a hacer una temporada y se fue quedando. Es artista, ama la danza, también esquía, vivió cinco años en África, pero básicamente buscaba un cambio de vida y lo encontró en Epuyén. Los tres forman un equipo magnífico: atienden a los pasajeros, recomiendan, cocinan y esperan a los huéspedes con el hogar prendido, un plato de ratatouille y una conversación animada, poblada de historias de vida.
Refugio del Lago Av Los Cauquenes 2972. sofi.epuyen@gmail.com T: (02945) 49-9025. La posada tiene dos habitaciones dobles, $3.400, incluye desayuno. Hay dos cabañas para 4 pasajeros, $5.200, y una para 2/3 personas, $3.200. Para desayunar, $420 cada pasajero. El camping arbolado de 24 parcelas es la opción más económica ($500 los adultos y $300 los niños). El auto paga $180, los tres primeros días. Recibe motorhome, $250 diarios. En el muelle se pueden alquilar canoas. Recomendadísimo paseo.
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