En San Telmo, la encantadora arquitectura de la escuela primaria con 137 años de vida alberga una reja de la casa de la patriota Martina Céspedes y otros tesoros que dan cuenta de su importante tradición educativa.
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Las vías del tranvía y los redondeados adoquines de la calle Humberto I N° 343 son un camino ideal para una construcción de estilo neocolonial.
No falta nada: paredes anchas blanqueadas a la cal, tejas españolas, puertas gruesas de madera, verjas y ventanales con perfilería de hierro forjado, arcos de medio punto, espacios abovedados, escaleras de mármol, pisos damero, patio con un ceibo, glicinas... Este es el gratísimo escenario donde cursa el alumnado mixto primario de la Escuela Bilingüe N°22 DE 4 Dr. Guillermo Rawson.
En el pasado lejano, el predio –entre Defensa y Balcarce– estuvo ocupado por monjes betlemitas (la única orden monástica creada en América) que asistían a enfermos y a pobres a la par de que disponían de un monasterio. Fueron quienes plantaron los dos ejemplares de magnolia que aún se colman de enormes flores blancas embelleciendo la fachada cuando llega noviembre.
Tiempo después, en 1799, se instaló el Tribunal del Protomedicato, entidad hispana de origen medieval que regulaba y controlaba la idoneidad de los profesionales de la salud, incluyendo a parteras y barberos. Asimismo, aquí funcionaron la primera escuela de medicina de la Argentina y un hospital de hombres.
En 1885 pasó a manos del Consejo Nacional de Educación y, finalmente, el 5 de febrero de 1887 se creó la Escuela Superior de Varones N°10 de jornada simple, la cual recibió en 1910 el nombre del prestigioso médico higienista y político Guillermo Colesbery Rawson, responsable de que la Cruz Roja se estableciera en el país. Transcurrieron unos 35 años de actividad hasta que, en el acto de fin de curso de 1921, las autoridades anunciaron que iban a tener un nuevo edificio, de tal modo, las clases se mudaron a Cochabamba 319.
Finalmente, en 1926 se inauguró la remodelación de Humberto I según el proyecto y dirección del arquitecto Alberto Gelly Cantilo, autor de los diseños de varias escuelas y quien durante muchos años fue director General de Arquitectura del Consejo Nacional de Educación. Su labor la recuerda una placa en el frontispicio.
“Consta de diez espaciosas aulas para clase, salón de actos públicos, sala de música, dependencias para dirección, secretaría, sala de profesores, instalaciones para la ‘copa de leche’, sala de ilustraciones y trabajos prácticos, amplios patios para clases de gimnasia y galerías”, escribió el diario La Prensa a días de su inauguración. Su vida institucional se actualizó en 1957 al recibir el N° 22 Distrito Escolar N° 4 y en 1969, fecha en que se transformó en mixta y de jornada completa.
El pasado común y la identidad barrial
El entorno edilicio de la cuadra del colegio está empapado de historia. Tanto que los turistas no dudan en ir y venir girando para apreciar un viaje al pasado y hacer fotos.
Enfrente está la espléndida Iglesia de San Pedro González Telmo que revela un carácter colonial enmarcado por dos imponentes torres. Asimismo, junto al templo, existió una casa de ejercicios espirituales, que sucesivamente fue albergue de “mujeres extraviadas y de mal vivir”, depósito y cuartel de tropas en las invasiones inglesas, hospital militar, hospicio de enfermos mentales, cárcel de mujeres, hogar de chicos abandonados, asilo correccional a cargo de una orden religiosa y, actualmente, Museo Penitenciario Argentino.
Y, a solo media cuadra, está el epicentro de la venta de antigüedades y ámbito de tango, la turística Plaza Dorrego, primitivamente bautizada Hueco de la Residencia, como se llamaba a los terrenos baldíos que servían para armar una feria o para que se estacionaran carretas de comestibles.
Una anécdota más. En uno de los dos patios de la Rawson se exhibe la reja de la antigua ventana de un inmueble (referencia patriótica que también consta en una placa de bronce en la casa lindera), donde funcionó la pulpería de Martina Céspedes, una dama viuda que, junto a sus tres hijas, atendía los pedidos de comida, bebidas, velas o carbón de los parroquianos. Acorde con la época, también fue un sitio social para conocer las noticias o entregarse al ocio jugando a los dados o a las cartas… siempre con algo para beber.
Durante la invasión inglesa de 1807 se dio una épica alucinante. El osado cuarteto femenino alimentó, emborrachó, capturó y encerró en el sótano a una docena de soldados enemigos a medida que llegaban. Pasada la situación bélica, Martina los entregó al virrey Santiago de Liniers; pero solo traspasó a 11 militares… su hija Josefa se había enamorado de uno de ellos y con él se casó. Por su valiente accionar se la nombró Defensora de Buenos Aires y se le concedió el grado de sargento mayor del ejército (con goce de sueldo).
El positivo presente de la Escuela
Equipada con tecnología para optimizar los procesos de aprendizaje, el último avance formativo para los menores de la Escuela Rawson se dio el año pasado cuando se incorporó la instrucción bilingüe para el primer ciclo y, desde marzo 2024, también para el segundo ciclo, comentó el director, Oscar Naveiro, entusiasta al referirse tanto al presente como al acervo del pasado que se conserva y reposiciona; al igual que la arquitecta Roxana Caprino del área de infraestructura escolar del Ministerio de Educación.
La escuela, que tiene 11 grados con una matrícula de casi 300 alumnos, se despliega en planta baja y primer piso, al que se accede por hermosas y cuidadas escaleras, en tanto que en el segundo piso está el amplio comedor del alumnado, pero que originariamente fue la casa del director, quien subía por una escalera caracol privada.
Entre los distintos espacios, está la biblioteca, el aula de música y teatro, la de educación digital (que otrora fuera peluquería de los chicos), el enorme salón de actos y los dos patios de recreo con jardines, entre otras áreas.
Dentro del perfil artístico de la escuela, en una de las galerías resaltan el pergamino fundacional del Museo Escuela de Arte Antonio Alice (pintor argentino, 1886-1943) y las paredes con cuadros originales de artistas plásticos, como Vicente Forte y Juan Carlos Castagnino. A la vez, en otros espacios se exponen obras creadas por alumnos.
Cabe citar que a partir de las 17 horas las aulas de la Escuela imparte sus clases en inglés el Centro Educativo Complementario de Idioma Extranjero N° 4 DE 4. Una oferta educativa no obligatoria que se brinda lunes, miércoles y viernes a alumnos y alumnas de entre 9 y 17 años.
Un párrafo aparte merece un episodio de la vida escolar. Mientras la comunidad educativa celebra que la cooperadora cumplió 100 años, resulta clave mencionar a dos madres que siguieron procurando recursos durante muchos años después de que egresaron sus hijos. Tienen una placa que las recuerda: “rincón de Bocha y María Rosa”. “Aquí estaban siempre atendiendo todas las necesidades”, comentó Naveiro. Las hermosas mayólicas de ese recodo son como ellas, eternas.
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