
Bares, restaurantes, playas de arena blanca y el surf como atractivo. Lo más destacado de un destino que crece cada año.
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Desde hace un tiempo, Quequén ya no es un secreto de pocos. Separada apenas de Necochea por un río, hoy vive un gran momento no sólo por sus extensas playas aún poco pobladas, sino por el gran crecimiento que tuvo en los últimos años en gastronomía, por ser destino de surfistas que buscan las grandes olas de estas playas y por su oferta cultural que se consolida. Si bien durante años perteneció al partido de Lobería, desde 1979 es parte de Necochea, aunque querría ser autónoma.
A diferencia de lo que ocurre en Necochea, las playas de Quequén están más erosionadas y son más angostas, con arena más gruesa, más conchillas y formaciones rocosas. Tienen muy buenas olas y cada tanto se observan restos de buques que naufragaron e incluso hay una hélice. Las playas van desde la escollera Norte hasta el balneario Costa Bonita, donde hay guardavidas, se pueden alquilar carpas y hay clases de surf, bodyboard y se puede salir en kayak. La variedad en servicios, alojamientos y actividades es mucha.
Apenas uno llega a este lugar, y antes de que el viento de la tarde comience a hacerse sentir, vale la pena recorrer no sólo sus playas, sino los lugares de siempre y los más nuevos que hoy resaltan en su oferta. Entre los más destacados, y si uno busca cosas ricas de verdad, está La Heroica sobre la calle 519. Es una cafetería y confitería que sirve excelentes panes y pizzas de masa madre. Todo de buena calidad y con la garantía de Fernando Donovan y Sofía Agote, que sabe muchísimo. Abren de martes a domingos de 9 a medianoche. El lugar atrae además de por la calidad de su productos, por el encanto del lugar y por la calidez de sus dueños. Es una cita obligada de aquellos que madrugan antes de bajar a la playa y de quienes buscan algo rico justo antes de que se ponga el sol.

Otra buena opción en la ruta gastronómica es Los Pity’s, en la calle 533 n° 226, que es un restaurante atendido en familia que lleva ocho años en Quequén. Se lucen con la bondiola braseada, las pastas y muy buenas ensaladas. Abre de miércoles a sábado, por la noche. Mientras que, más elegante, La Hélice está en la Av. 502 n° 1376. Se llama así porque está frente a una hélice encallada en el mar, es un salón amplio y moderno. Sirven muy buena entraña con papas fritas, ricas carnes en general y picada de mar. De César Rossi, abrió hace tres años y además es parador. Abre todos los días, de 9 a 2 de la madrugada. Si hablamos de hamburguesas deliciosas, Pipeline, en la Av. 502 n° 1645. Se trata del restobar de Arturo Mirás y Agus Chiape, que sirve carnes, minutas y una tabla de pescado riquísimas. Tiene variedad de cervezas. Están de martes a domingos, todo el día. También está Sea Beagles, que se encuentra en Av. 502 n°1223 y se luce por los beagles, wraps y ensaladas. Así como los Helados Cyrano, súper artesanales, y que están en varios destinos de estas playas del sur.

Pequeña y poco afecta a la ostentación, la localidad sabe de esplendores. Todavía quedan vestigios de las grandes casonas de veraneo construidas a principios del siglo XX, como el chalet Astelarra y Villa Maris, que se levantan imponentes entre calles tranquilas y muy bien arboladas. Para quienes vienen a Quequén desde hace muchos años, enseguida reconocen el destino quizá más emblemático de este lugar y que supo ser, como otros tantos balenarios de la costa, el punto elegido por las familias porteñas que buscaban un lugar tranquilo para veranear. Una de las primeras playas es La Virazón, que funciona no sólo como su servicio de playa sino que tiene también un club, uno de los pocos que aún quedan en la costa argentina que requiere de ser socio para poder ingresar. En este mismo sentido, y a pocos pasos de la Virazón, el Hotel Quequén es lo que alguna vez fue el Hotel Victoria, de 1895, es un edificio de departamentos que tienen varias de las mismas familias que eligen la Virazón como lugar de playa.

“El turismo masivo llegó al partido de Necochea durante el primer gobierno de Perón. Antes, solo Quequén recibía veraneantes”, señala Matías Criado, que es guía en el Museo Histórico Regional “Egisto Ratti”, que está en el Parque Lillo, en Necochea, y funciona en lo que fue la casa de veraneo de la familia Díaz Vélez. “Esta casa perteneció a María del Carmen Felicitas Díaz Vélez, bisnieta de Eustaquio Díaz Vélez, casada con Belisario Ernesto Álvarez de Toledo. Todas estas tierras pertenecían a la familia y se las expropiaron en los ‘40. La casa se conserva original, excepto por el cierre de la galería”, agrega en una sala que recrea los usos y costumbres de Necochea y Quequén, con trajes de baño y fotos de una época en la que hombres y mujeres se bañaban en el mar por separado.



Quequén no sólo crece en gastronomía sino que las posibilidades para quedarse a dormir y disfrutar del mar en pocos pasos es también una gran alternativa. Entre los lugares para alojarse, se destaca Monte Pasubio, sobre la Av. 502 y 529. Es un complejo de bungalows frente al mar, con camping, hostel y parador. Es de Enzo Ciro Lubrano, que está atento a las necesidades de los huéspedes. Se ubica sobre la playa y lo más lindo es el entorno y la vista. Hay opción de casitas de dos habitaciones y un baño, bien equipadas, con salamandra, hidromasajes y aire acondicionado. Cobran desde $275.000 para hasta cuatro huéspedes por noche con desayuno seco. Otra buena opción, alejada de las calles del pueblo, y entre el bosque, está Quequén Chico, junto a Bahía de los Vientos, un complejo de edificios bajos, moderno y cómodo para aquellos que quieran disfrutar del silencio y conectar con la naturaleza.

También se pueden tomar las clases de surf de Cosmos, que hacen base en Monte Pasubio, Av. 502 y 529. Son una escuela con más de diez años de experiencia. Organizan trips, clases individuales y grupales. Dan clases al amanecer o con luna llena que terminan con fogón. Otra excelente opción es Coco Surf, con el sello de Evelyn Gontier, que es Campeona Argentina de Longboard y están junto a La Hélice, en Av. 502 n° 1376. Porque en Quequén hay muchísima historia, pero además un montón de emprendedores y nuevos proyectos.

Para aprender de la fauna marina, un paseo imperdible es la Estación Hidrobiológica de Puerto Quequén, que queda en Av. Almirante Brown y calle 520. Sorprenden, entre otras cosas, los caballitos de mar, una raya látigo, el pez luna y la mandíbula de un tiburón blanco. Dependiente del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” y del Conicet, la estación nació a principios del siglo XX, cuando el gobierno nacional tenía un interés creciente en conocer la riqueza de nuestro mar. Un antiguo obrador que fue abandonado por la empresa holandesa que había hecho el dragado del Puerto de Quequén, de madera y chapa, le sirve de sede. Abierta al público desde 1938, fue la primera estación de biología marina de Sudamérica, según comenta Luis Nogueira, guía del lugar. Abren de martes a domingo, de 16 a 20 horas. Cobran $2.000; menores de 6 años, gratis.

Otra gran propuesta es salir a conocer el Médano Blanco. Claudio Mousseigne, de Travesía Necotata, conoce la zona como nadie, maneja muy bien en las dunas y tiene una 4x4 muy bien equipada. Súper dispuesto para las guiadas, ofrece paseos que duran alrededor de cuatro horas, entre los acantilados, bosques de pinos, el Parque Eólico Vientos de Necochea, grutas naturales y Punta Negra, Punta Florida y el Balneario Los Ángeles. Las salidas son por la mañana y por la tarde, con reserva previa. Desde $45.000 por persona la excursión.


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