El litoral del estado de Santa Catarina, en el país vecino, se prepara para reditar su romance con familias, surfers y grupos de amigos que aman la naturaleza.
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“Aprendimos a curtir la playa gracias a los argentinos”, me dice Rejane Rosa de Oliveira. “Eso de quedarse todo el día, llevar la heladerita y meterse mucho al mar”, amplía mi anfitriona, nacida en Caxias Do Sul y dueña de Villa Gardena, una encantadora posada de Praia do Rosa, en la zona continental del litoral de Santa Catarina. Llevo apenas un par de horas en este lugar que durante décadas atrajo argentinos y me empiezo a explicar el fenómeno. Motivos hay de sobra. El aeropuerto de Florianópolis –magníficamente renovado– está a solo dos horas de avión de Buenos Aires. Pero no es solo una cuestión de proximidad. Hay otros que estoy próxima a comprender.
La primera noche comí moqueca en Urucum, un muy buen restaurante de Rosa –tal como la llaman todos–, y el mozo que me atendió era mendocino. Llevaba tres años acá y dijo que no piensa volverse. Algo parecido sucede con Alexia Litman, que es de Martínez y vino a los 15 años con sus padres y cuatro hermanos. Su papá, Enrique Litman, llegó en 1968 y en los 80 fundó una posada pionera: Vida, Sol y Mar. A Alexia la encontramos surfeando en Praia Vermelha, después de caminar poco más de media hora por una trilha (sendero). Me cuenta que trabaja en negocios inmobiliarios y tiene un wine bar en el centrinho. Está casada con un gaúcho y tienen dos hijos. Vivió en Boston y en Hawái, pero siempre quiso volver a Rosa. Enrique murió hace dos años, pero surfeó hasta los 70. No es raro que Alexia sienta que surfear es conectar con él.
Para el almuerzo estamos en Coral, el primer restaurante de Praia do Rosa, que además está frente al mar. Hasta acá llegó el argentino Marcelo Heredia a fines de los años 90. Veraneaba acá por su exsuegro, hasta que dejó su vida como gerente de una red de cajeros, quemó naves y se mudó. Cuenta que hace 25 años compra mariscos en la misma pescadería y que todos los veranos tiene fila de gente para almorzar. Sus camarones con arroz, farofa, tapioca y banana son una delicia. “De diciembre a Semana Santa trabajo todos los días, desde que abrimos hasta el cierre”, agrega Marcelo.
Una cosa lleva a la otra y, con el hablar pausado, me cuenta cómo nació la Praia do Rosa que hoy vemos. “Acá vivía la familia Rosa, que tenía una plantación de mandioca. Como la mayoría en la zona, eran descendientes de azorianos, el archipiélago portugués. Hacían la harina y pescaban. El camino era de tierra y no había prácticamente nada… Hasta que llegaron los primeros gaúchos, en los 70. Venían a hacer surf y acampar”, me cuenta y menciona al famoso Neco, Cristiano Agrifoglio, un personaje ineludible que conoceré al día siguiente. Neco es el dueño de Fazenda Verde by Neco, complejo hotelero que nació en los 90 y nos aloja a pasitos del mar. Él es quien le alquila a Marcelo el terreno de Coral.
Sigue Marcelo: “Cuando llegué estaba todo cortado por la antigua plantación. Neco tenía vacas que le daban la leche para servir en el desayuno. Pronto se puso a alojar turistas argentinos, como los Chozas, los Llerena y los Lanusse, que se enamoraron del lugar. Y aquello que había sido plantación de mandioca dejó de serlo… Porque si lo dejás, el mato vuelve y vuelve”, apunta Marcelo en referencia a la mata atlántica que domina buena parte del litoral brasileño, paraguayo y argentino, y que es fundamental para la biodiversidad del planeta. “Praia do Rosa tiene buenas políticas de preservación ambiental, pero la fiscalización no es severa. De todas maneras, lo que sí funciona es el ojo del vecino. Si Rosa está tan verde, limpio y conservado es porque, en líneas generales, tenemos conciencia”, asegura Marcelo mientras me despido para seguir deshilvanando los alrededores. Sus dichos coinciden con los de Rejane, que la noche anterior me habló de los vecinos organizados para que no se les otorgue la luz ni el agua a aquellos emprendedores que no respetan los códigos de edificación.
La playa en Rosa es larga, pero también ancha. Hay un sector norte y otro sur. Quienes practican surf –que cada vez son más– se agrupan en función del viento y las olas. María Eduarda Patussi es una de ellas. Es odontóloga. Dejó Porto Alegre y se mudó a Santa Catarina para abrir su consultorio tres días a la semana, y pasar el resto en el agua. El morro que está al norte nos separa de Praia Vermelha, y tras una nueva trilha, está Ouvidor. Por momentos, cuando el mato se abre y se ve el mar, las colinas verdes me trasladan a Irlanda. En Ouvidor, hay pocos servicios y muchos pescadores. Como Waldemar Acosta, que se dedica al pejerrey y que para la anchoa se mete un kilómetro adentro del mar y usa tarrafa, una red que no cualquiera sabe arrojar. Hacia el sur está la Praia do Luz. Llegamos a través de una trilha muy bonita que dura cerca de 45 minutos. Aquí, en cambio, cuando el mato se abre, las colinas me transportan a Nueva Zelanda… ¡Quién sabe! Al llegar, el viento es fuerte y hay quienes hacen kitesurf. Dicen que con el atardecer los pájaros vuelan alocados alrededor de Ilha do Batuta, que está justo enfrente.
Sin embargo, Rosa no es solo playa. Cuenta con un centrinho pintoresco y entre la oferta gastronómica está Tango. Es el restaurante de otro argentino, Lucas Berlingeri. Cuenta que conoció este pueblo cuando tenía 15 años y que no le gustó “porque no había nada”. Vino de vacaciones porque su abuela y un tío tenían una posada. Después regresó para trabajar y vio el negocio. Hace seis años se animó a la mudanza con su exmujer, médica, y sus tres hijos. Puso primero una rotisería, porque notó que muchos argentinos querían comer comida argentina, y pronto la gente pidió mesas y sillas para reunirse. Desde entonces muchos lo eligen por las milanesas, el asado y la tortilla de papas. Faltan apenas unos días para que arranque el verano y cuenta que no para de recibir mensajes de clientes argentinos que este año vuelven a desembarcar en Rosa. De paso aclara que por nada del mundo dejaría de vivir acá... Como tantos otros.
Datos útiles
Cómo llegar
Flybondi. En diciembre 2022 comenzaron a operar la ruta Buenos Aires-Florianópolis con tarifas muy ventajosas. Además, algunos vuelos operan desde Aeroparque en lugar de Ezeiza.
Rosatur viagens e turismo. Se especializan en traslados desde el aeropuerto de Floripa a Rosa. Y asesoran en hospedajes y excursiones. T: +55 (48) 99155-2141. IG: @rosaturviagens
Dónde dormir
Fazenda Verde by Neco. A pasos del mar, es un complejo con 23 bungalows renovados y bien equipados. Rua da Pousada Verde do Rosa s/n. T: +55 (48) 3355-6389. En Buenos Aires, T: +54 9 11 5015-1928. planusse2011@gmail.com. IG: @fazendaverdepraiadorosa
Villa Gardena. Es una posada que se compone de cinco cuartos acogedores cuartos, entre piezas de arte y naturaleza. Rua Mané Chico s/n – Praia Do Rosa, Imbituba. T: +55 (48) 99106-7605. IG: @villagardena
Dónde comer
Coral. Se especializa en pescados y mariscos. Todo es de muy buena calidad y abundante. En temporada abre todos los mediodías hasta las 16. El resto del año, de viernes a domingos. A orillas del mar, sobre el deck de Fazenda Verde. T: +55 (48) 98833-1714. IG: @coralrestaurante
Tango. Para aquellos que quieren comida argentina. En temporada abre todos los días, al mediodía y a la noche. El resto del año, de jueves a domingo. Precios accesibles. Calle principal s/n. T: +55 (48) 99608-4028. IG: @tango.pdr
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