En Villa Santa Paula, Villa Gainza Paz y Villa Victoria hay tres cafés y dos restaurantes que, luego de la pandemia, empezaron a formar parte no sólo del circuito turístico, sino también de los locales. Cómo surgió la idea que es furor en Mar del Plata.
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Ya se sabe: la tensión entre patrimonio y desarrollo urbanístico no siempre termina bien. Sino que lo digan los habitantes de Mar del Plata que han visto desaparecer lugares icónicos a lo largo de los años. Pero hay una buena noticia: últimamente fue creciendo entre la población la demanda de conservación de las típicas villas –caserones de fines del Siglo XIX y principios del XX–. ¿Cómo lograr que eso conviva con el desarrollo económico?
Una posible respuesta puede vislumbrarse en una idea que está revolucionando Mar del Plata: la reconversión de tres villas históricas en espacios gastronómicos, apenas intervenidos en sus parques o inmediaciones. En la Villa Santa Paula y en la Villa Gainza Paz, el café Ficus y el restaurante Botánico conviven armónicamente con dos caserones típicos de la ciudad balnearia. En tanto, la Villa Victoria –residencia que perteneció a la familia de Victoria Ocampo– alberga también otra sucursal de Ficus.
Villa Santa Paula
La idea surgió –cuenta Victoria Baliña, una de las socias– en plena pandemia, cuando el decorador y paisajista, Gonzalo Moreno Calzado, visualizó la construcción de un espacio gastronómico al aire libre. Empezaron a buscar y se encontraron con un conflicto que rodeaba a la Villa Santa Paula, la casa de veraneo de la familia construida por Dardo Rocha hace más de 140 años, sobre la que se proyectaban construir tres edificios alrededor. “Los vecinos se oponían”, cuenta Victoria. “Entonces propusimos armar en el parque este café de especialidad”, dice y señala el ingreso de Ficus.
El sol pega de frente a media mañana y alumbra en pleno los siete pinos que quedaron literalmente adentro del café. La barra sobre la que se despachan las comandas es un puesto de diarios reciclado, al igual que muchos de los materiales que componen este espacio y también Botánico, el restaurante que está al fondo y cuyas pizzas de masa madre –elaboradas por el chef Marcos Mordasini– son un verdadero furor. Imperdible la pizza Botánico: salsa de tomate, provolone, almendras tostadas, miel, tabasco y tomillo fresco.
“Abrimos el 5 de enero del 2021 y al otro día teníamos cola para entrar”, cuenta entre risas Victoria, acompañada por Alejandrina Ramos y Marcos Stebelski, el resto de los socios de la firma. “La idea fue muy bien recibida no sólo por los turistas, sino también por los marplatenses”, agrega. El marco no puede ser más ideal: a la vista del café, está el inmenso chalet de estilo pintorequista –protegido como de “interés patrimonial”– que Rocha mandó a construir como regalo para su esposa, Paula Arana Merino.
Villa Gainza Paz
“A partir de ahí empezamos a buscar otras casas donde replicar el modelo de negocio”, dice Victoria. Así apareció en la mira la Villa Gainza Paz, ubicada detrás de Torres de Manantiales y parte del mismo complejo.
Dietes, lavandas y gauras decoran el ingreso que simula un boulevard parquizado. A la izquierda, una sucursal de Ficus, y al fondo, en la casona de más de 100 años conocida como “La Matilde”, hay otra sucursal de Botánico, donde la carta es “más oriental”, con sushi, pescados y woks, de la mano del chef Matías Dellepiane.
Pisos de gruesa madera, una decoración cálida que combina con la piedra de las paredes y las viejas aberturas, una extensa barra al fondo –desde donde se despachan tragos de autor-, completan la propuesta. “Creemos que ambas sedes de Botánico se complementan y por eso tienen público distinto”, señala Victoria.
Villa Victoria
En Villa Victoria, en cambio, el protagonismo lo tiene el alma de esta casa de estilo inglés, construida con madera traída de Gran Bretaña por el padre de la escritora, Manuel Ocampo, en 1912. “Era uno de sus lugares preferidos para escribir”, dice Soledad Villa, guía del lugar, mientras recorre el hermoso parque que rodea la propiedad. Un increíble y centenario tilo forma con sus ramas un auténtico escondite y Soledad asegura que Victoria amaba ese sitio, donde se recluía para leer a escondidas del mundo.
Antes de morir, Victoria donó dos propiedades a la UNESCO para su preservación. La clásica residencia de San Isidro y esta. Pero agregó una cláusula que casi la condena a desaparecer. “Ella indicó en su testamento que, si había que sacrificar una de las propiedades para salvar a la otra, prefería que se preservara la de San Isidro”, cuenta la guía.
En 1981 se llevó a cabo el remate y, en un guiño del destino, la Municipalidad la compró. Sin embargo, prácticamente todo lo que estaba adentro se perdió. Salvo el juego de dormitorio y el escritorio de Victoria, que fueron donados por los propios compradores, y que todavía se lucen entre empapelados con dibujos de glicinas y aves y el mobiliario enchapado con hojas naturales.
Allí, en la que solía ser la residencia de los caseros (una construcción bellísima de estilo francés), hay otra sucursal de Ficus, con sus mesitas distribuidas al sol y enmarcadas por un cerco de frondosas lavandas y romeros. Al fondo, viejo manzano custodia a los habitués. “Muchos marplatenses vienen a trabajar o simplemente para tomarse un café o almorzar en este hermoso jardín”, apunta Soledad.
La decisión de intervenir inteligentemente estos espacios no sólo permitió a la ciudad conservar las propiedades, sino expandir sus horizontes y recursos. “Durante la temporada llegamos a emplear hasta 40 personas por cada villa”, dice Victoria. “Esta es una idea que no tiene techo y que estamos muy orgullosos de llevar adelante en nuestra ciudad”, cierra.
Ficus Café. Lamadrid 2845 (Villa Santa Paula) / Alberti 430 430 esq. Carlos Pellegrini. (Villa Gainza Paz) / Matheu 1851 (Villa Victoria). IG: ficus.mdp Abren todos los días de 8 a 22.
Restaurante Botánico Lamadrid 2845 (Villa Santa Paula). Alberti 430 430 esq. Carlos Pellegrini. (Villa Gainza Paz). IG: @botanico.mdp En Villa Santa Paula no toman reservas. Para la Villa Gainza Paz, sólo por la app Woki
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