Ubicado a 13 km de la localidad de Varvarco, en el norte de Neuquén, se encuentra este páramo de macizos ocres y formas extrañísimas modeladas por la erosión eólica.
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El norte neuquino esconde maravillas naturales. Uno de estos tesoros es Los Bolillos. En la Cordillera del Viento, que se extiende paralelamente a la Cordillera de los Andes, se alzan macizos de arenisca de un inusual color ocre, moldeados a lo largo de millones de años por la erosión eólica. Uno de los conjuntos más emblemáticos de Los Bolillos se llama Los Monjes, en referencia a su parecido con una procesión de religiosos encapuchados, aunque la imaginación aquí no tiene límites, y algunos pueden ver una hilera de lobos marinos o los picos de merengue de una torta.
La ruta hacia Los Bolillos se inicia en Andacollo y nos lleva a través de un sinuoso camino que desemboca en la base del volcán Domuyo, el punto más alto de la Patagonia, con sus imponentes 4.709 metros. Sin embargo, llegar hasta acá no es tarea fácil. A medida que avanzamos por el camino pedregoso, la inhospitalidad del entorno se hace evidente, y el traqueteo se convierte en un compañero constante.
La recompensa es inigualable. El paisaje en Los Bolillos es realmente único. Las formaciones rocosas cambian de color y forma según la luz del sol y la dirección del viento. Torres, castillos, crestas de gallo, agujas y dragones emergen en un espectáculo que desafía la imaginación.
Uno de los enigmas que rodean a esta región es la verdadera naturaleza del volcán Domuyo. Durante años, se sucedieron debates sobre si es un volcán o no, ya que no presenta una chimenea central o cráter típico. Sin embargo, las manifestaciones volcánicas que lo rodean, como los impresionantes géiseres de Los Tachos, sugieren que hay actividad geotérmica en curso.
Para presenciar estos géiseres, es necesario dejar el auto y caminar por una pendiente hasta el arroyo Los Covuncos, donde los chorros de agua y vapor alcanzan hasta cinco metros de altura. El calor que emana de estos géiseres es palpable a lo largo de la distancia, y la temperatura del agua llega a unos impresionantes 80 grados. Este fenómeno se explica por la interacción del calor interno de la roca volcánica con el aire frío del exterior, que se condensa en forma de vapor.
Los Bolillos, en el norte neuquino, es un destino que combina paisajes excepcionales, actividad geotérmica única y la oportunidad de sumergirse en aguas termales. Un rincón escondido para los amantes de la Patagonia.
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