En puntos opuestos de la ciudad y de perfiles muy distintos, ambos tienen características similares en el trazado de sus calles, que son circulares, curvas, con diagonales que invitan a perderse.
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Muchas veces comparada con ciudades europeas por su planteamiento urbano racionalista, Buenos Aires es un damero de manzanas cuadradas. Pero hay dos barrios que son distintos: Parque Chas y Barrio Parque.
Los dos surgieron del loteo de quintas importantes y se convirtieron en grandes proyectos inmobiliarios. A fines del siglo XIX la ciudad crecía a pasos agigantados y lotear era imprescindible para abrir calles y albergar a la gran masa de inmigrantes que llegaba principalmente de Europa.
Parque Chas, inspiración de muchas ficciones
La última quinta importante que se loteó en la ciudad fue la que dio origen a Parque Chas, a mediados de 1920. Fue el último barrio en constituirse, ya que su formación fue aprobada por la Legislatura el 6 de diciembre del 2005. Sin embargo, anteriormente había sido reconocido como barrio, pero en el ‘76 el Intendente Osvaldo Cacciatore le quitó esa condición.
Delimitado por La Pampa, y las avenidas Triunvirato, Combatientes de Malvinas, Chorraín y de los Constituyentes, tiene un centro histórico de calles circulares con nombres de ciudades europeas (Liverpool, Ginebra, Cádiz, Marsella, Dublin, Atenas), cuyo diseño es tan singular que le dio fama de ser un verdadero laberinto.
La calle Berlín, por ejemplo, es un círculo completo. Y hay una calle que se corta a sí misma en la mítica esquina de Bauness y Bauness, que inspiró algunas ficciones. Otra calle es dos a la vez, porque cambia de nombre a los pocos metros: Dublin se transforma en Londres luego de cruzar Ávalos. Y existe una ochava compartida por dos casas en la intersección de Gándara y Ginebra. También hay una rotonda con una fuente de agua frente a seis esquinas, en la Plazoleta Vicente Chas.
Son peculiaridades de un barrio que inspiró a muchos escritores, entre ellos Tomás Eloy Martínez en su novela El cantor de tango, o las obras de Alejandro Dolina, Crónicas de un ángel gris y Cartas marcadas, o el cuento Nosotros y el laberinto, de Ariel Klein. Incluso hay un comic publicado como tira en la revista Fierro, en el ‘87, con guion de Ricardo Barreiro e ilustraciones de Eduardo Risso, que habla sobre los misterios de Parque Chas. El barrio también inspiró a cineastas y hay varios cortos que narran las aventuras de personajes que se pierden en sus calles.
Hay un secreto que resuelve ese laberinto y que pocos conocen: las calles que no tienen nombres de ciudades europeas son las salidas de esa confusión. Barzana, Gándara, Altolaguirre, Andonaegui, Burela y Victorica.
Los terrenos del barrio pertenecían a Vicente Chas, descendiente de una familia gallega, quien decidió subdividir sus tierras y contrató a los ingenieros Armando Frehner y Adolfo Guerrico para la delineación del nuevo barrio. La propuesta de esta dupla era radiocéntrica, inspirada en un modelo urbanístico inglés de finales del siglo XIX, y al principio fue rechazada por las autoridades. Parque Chas, entonces, lleva ese nombre en honor a la familia Chas, encargados de llevar adelante el desarrollo inmobiliario de calles curvilíneas, y su disposición radiocéntrica gira en torno a la plazoleta Vicente Chas, ubicada en la intersección de la Avenida Victorica, y las calles Gandara y Avalos.
La primera acción concreta de Chas fue la construcción de 20 casas para obreros a lo largo de la calle La Pampa, entre Triunvirato y Andonaegui, en el año 1925. Antes de la construcción, en Triunvirato y La Pampa había una laguna que recibía las aguas del arroyo Ballivián, que causaba inundaciones. La intención fue incrementar el valor del terreno, y esas casas fueron la vidriera del futuro barrio. El proyecto que permitió sacar más lotes que con la típica traza cuadricular, fue toda una novedad para la época, y se inspiraba en los barrios parque de las principales capitales europeas.
Hay otra explicación sobre la originalidad de Parque Chas, diferente a la especulación inmobiliaria: algunos creen que pudo estar inspirado en los trazados medievales concéntricos que crecían en torno a un castillo señorial.
Barrio Parque: embajadas y mansiones elegantes
También es un laberinto con calles circulares y diagonales, pero por cuestiones muy diferentes. En este caso la referencia fueron los principios de urbanismo del inglés Ebenezer Howard, y nació en 1912 por iniciativa del director de Parques y Paseos Públicos, el arquitecto y paisajista Carlos Thays, que reutilizó los terrenos en los que se festejó el Centenario en 1910 para la Exposición Industrial y proyectó dos sectores diferenciados por el diseño de sus calles, a un lado y al otro de la entonces Avenida Centenario, hoy Figueroa Alcorta: el sector sur se organizó alrededor de una plaza pública con un marcado eje de simetría, y el sector norte tenía un plano radial con eje en una manzana redonda, diagonales y un pasaje circular. En sus inicios, este rincón al que también denominan Palermo Chico, estaba lleno de ranas y se conocía como el barrio de las ranas.
Delimitado por las calles Cavia, Tagle, la Avenida Figueroa Alcorta y las vías del tren del ramal Mitre-Retiro, también tiene una calle que forma un círculo completo: Ombú. Y otras calles son muy cortas, de apenas unos metros, como por ejemplo Sevilla, Eduardo Sívori, Eduardo Costa o Miguel Cané.
Se trata de una zona exclusiva de Buenos Aires, un pequeño laberinto que alberga las mansiones más lujosas y caras de la ciudad y muchas embajadas, y también el edificio de Canal 7 y el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires). La habitan vecinos famosos, entre ellos Susana Giménez, Marcela Tinayre, Flavia Palmiero, Mariana Fabbiani, Teresa Calandra, Carlos Bianchi, además de políticos y jueces.
Hace algunos años, el barrio fue designado zona de protección histórica, y está prohibido construir edificios de más de cuatro pisos de altura. Es un barrio de casas bajas de diferentes estilos y arquitectura imponente. Muchas de las construcciones tienen cúpulas y entre ellas se destaca la de la esquina de Eduardo Costa y Ortiz de Ocampo, diseñada por el italiano Mario Palanti, que también hizo el Palacio Barolo. Palanti también diseñó otro edificio que se distingue del resto: el Palacio Chrysler, destinado en un principio al ensamblaje de autos. En su terraza funcionaba una pista de pruebas circular, la primera y única en su tipo de Sudamérica, que se llamaba Estadio Olimpo, con tribunas para 3.000 espectadores. En la actualidad, hay viviendas y locales en la planta baja.
En 1920, la zona se puso de moda y se mudaron muchos artistas, por lo cual durante un tiempo fue conocido como la pequeña Beverly Hills, con sus elegantes casas con influencias neoclásicas, italianas, francesas y españolas. Sobre la Avenida Ramón Castilla está la casa que perteneció a Victoria Ocampo y que fue escandalosa para la época, por su estilo moderno.
Además, está la mansión más grande de Buenos Aires, sobre la calle San Martín de Tours. El terreno tiene un frente de 57 metros y un fondo de 108 metros, con un total de 6200 metros cuadrados.
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