Con la reapertura de Notre Dame y lo que dejaron los Juegos Olímpicos, consejos para volver a enamorarse siempre de la capital de Francia.
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París se sabe hegemónica. Está acostumbrada a las fotos. Más aún después de los Juegos Olímpicos 2024 y la reinauguración de Notre Dame. Basta con caminarla para deshilvanar la superioridad estética que la consagra. ¿Serán los techos bajos? Esos de pizarra con buhardillas que se convierten en horizonte, por donde siempre asoma la Tour Eiffel. La dame, como la llaman los franceses, es un monumento emblema de Occidente. Uno de esos sitios que figuran en cualquier lista de “lo que hay que visitar una vez en la vida”.
Clásica e indiscutida, ¿quién no volvería siempre? Los bares con sillas que miran hacia la calle, para contemplar la vida parisina; las anchas avenidas y los angostos pasajes; la luz que se cuela entre tanta impronta haussmaniana, para que el mote de “Ciudad Luz” ya no remita sólo a los faroles a gas que fueron los primeros en iluminarla en el siglo XIX, sino al sol que entra a través de los edificios bajos. Porque, aun cuando llueve, en París hay luz y corre aire. Hay, además, jardines de pastos altos y flores silvestres. Hay detalles dorados en los monumentos. Hay elegancia en los locales, pero también en quienes la visitan. Y hay toda una nueva generación que habla muy bien inglés y sonríe.
En París sobra el turismo, sí, pero también las calles laterales por donde escabullirse y las propuestas originales. No existe una única manera de redescubrirla. Sí consejos y datos, que aquí compartimos. Mil veces visitada y debatida, a París hay que caminarla sin reloj y asumiendo que habrá que tomar decisiones todo el tiempo. Apostar a un barrio, aunque nos perdamos otro: siempre conviene dejar algo como excusa para una siguiente visita.
Revolver estantes en pasajes y galerías
París está hecha para caminar. Bautizada Lutetia en el 250 a. C., nació en la Île de la Cité y sobre la base de un asentamiento romano. Su gran transformación fue en 1860, cuando Napoleón III (sobrino de Bonaparte) le encargó al barón George-Eugène Haussmann que copiara lo que había visto en Londres, una ciudad moderna, con avenidas anchas, parques y edificios monumentales. En 30 años –y gastando un dineral–, Haussmann demolió las construcciones medievales y levantó una metrópolis nueva. Desde entonces, París está como la conocemos. Tan linda que, cuando fue ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, se libró de la destrucción que padecieron otras ciudades europeas.
Entreverada y circular, está llena de pasajes, callejones y galerías con antigüedades, colecciones de estampillas, libros de antaño, ropa usada y talleres de arte, entre otras curiosidades que se disfrutan con tiempo. Los passages des Panoramas y Verdeau son dos clásicos del IX arrondissement (distrito 9). A unas cuadras, la Galerie Vivienne hace gala de sus bellísimos pisos y techos.
Muy cerca, E. Dehillerin ocupa una esquina. Es ideal para comprar artículos de cocina bien especiales, con el sello de esta tienda que nació en 1820. Miembro de una familia noble que había quedado arruinada tras la Revolución francesa, Eugène de Hillerin montó el negocio que eligen los grandes cocineros y que popularizó Julia Child. Hay desde abrelatas hasta cacerolas de cobre, además de cuchillos de todos los tamaños y colores.
Celebrar la reapertura de Notre Dame
Tras el colosal incendio de 2019, la catedral de Notre Dame reabre sus puertas. Exponente de la arquitectura gótica, se empezó a construir en 1162; sobrevivió a la Revolución francesa, a la Segunda Guerra Mundial, y acaba de dar vuelta una página de su historia. Las llamas destrozaron el sector más alto, el de los campanarios, dos tercios del techo de roble y plomo, y la aguja firmada por el arquitecto Viollet-le-Duc, que había sido agregada en el siglo XIX. En tanto, se salvaron el frente con las dos torres –repletas de rosetones y gárgolas–, el órgano, la estatua de la Virgen de París, las figuras de bronce de los 12 apóstoles, entre otras obras de arte y reliquias, como la corona de espinas que el mismísimo Jesús habría llevado en su crucifixión.
Tras casi cinco años de trabajo titánico, la reconstrucción fue total e incluye una minuciosa restauración de los sectores que el fuego no afectó directamente. Emplazada en la Île de la Cité, está abierta al público nuevamente desde el 8 de diciembre. El acceso, al igual que antes del incendio, sigue siendo gratuito, pero con un sistema de reservas online distinto, para organizarlo. El circuito de las visitas guiadas también fue rediseñado: se entra por la puerta principal –debajo del Juicio Final– y la catedral se recorre de norte a sur. Hay, además, una nueva app y dispositivos para redescubrirla.
Aprovechar un pantallazo de arte
Para los fans del impresionismo, el Musée dʼOrsay es imprescindible. Tiene una galería dedicada a maestros como Claude Monet, Vincent van Gogh, Auguste Renoir, Paul Cézanne, Paul Gauguin y Edgar Degas. Claro que hay mucho más, pero para quienes estén con poco tiempo y amen esta corriente que cumple 150 años, bastará con subir directamente hasta el quinto piso y deleitarse con las salas que exponen los tesoros más clásicos. En los niveles inferiores, hay exposiciones permanentes, como una dedicada a las esculturas de Auguste Rodin, y otras varias temporarias. El museo funciona en una antigua estación de tren de 1900, abandonada durante años, y restaurada con perspicacia para aprovechar la luz y poner en valor semejante obra de ingeniería. Conviene sacar la entrada con al menos una semana de antelación por la web, pero se puede intentar conseguir en el momento. Hay que hacer fila, pero es ágil.
En pos de más arte, el Musée du Louvre requiere al menos un día completo para recorrer parte de sus 73.000 m2 y 35.000 obras, que integran una de las colecciones más prolíficas del planeta. Por eso, para quienes tienen sólo un rato, una buena opción es ir detrás del furor que desata La Gioconda, de Leonardo Da Vinci. Entrar por la obra, por supuesto, pero también por el fenómeno de fotos y videos que se da a su alrededor, en la sala 711 del ala Denon, del primer piso. Enseguida después del acceso, hay carteles que indican el camino para llegar directamente a ella.
Claro que en el Louvre hay otros hitos, en lienzo y mármol, como La Libertad guiando al pueblo, El escriba sentado, La Victoria de Samotracia y La Venus de Milo. Todo dependerá de los intereses del visitante. Aquí, como en París en general, no queda otra opción que elegir qué ver para no agotarse. Conviene sacar la entrada online con al menos una semana de antelación para asegurarse el acceso. Hay una visita guiada de una hora y media que es conveniente. Si la entrada por la pirámide está llena, hay otras tres: Carrousel, Porte des Lions y Passage Richelieu.
Subir a lo más alto de la Tour Eiffel
Se construyó en dos años y dos meses, para la Exposición Universal de 1889 (en el centenario de la Revolución francesa) y según el proyecto del empresario Gustave Eiffel. Denostada por entonces, pronto se convirtió en un emblema del turismo y hoy recibe 6 millones de visitantes por año. Con 312 metros de altura (incluida la antena), es una mole de hierro de cuatro pilares, cada uno con escalera y ascensores que acceden, inclinados, a 54 grados hasta el primer piso y a 74 grados hasta el segundo (con dos niveles). En cada pilar hay un elevador, menos en el sur, que tiene dos: uno para el personal y otro para el restaurante.
La recomendación es comprar el ticket con antelación por la web –se puede hasta 90 días antes de la visita–, y elegir horarios de poca afluencia, aunque de todas maneras habrá que hacer fila. Ideal, tomar el ascensor oeste, que es hidráulico y, más allá de algunas refacciones, se conserva tal cual lo pensó Eiffel. Luego bajar en el segundo piso para tomar los ascensores que van hasta lo más alto, donde hay un sector vidriado y otro abierto. Habrá una vista panorámica de 360 grados sobre la ciudad, acceso a binoculares, despacho de champán y una réplica de la oficina de Gustave Eiffel. En la segunda planta, a 116 metros de altura, encontrará cafés, negocios y el restaurante con dos estrellas Michelin Le Jules Verne (que se reserva aparte). Mientras que, en la primera planta, que es la más amplia, disfrutará la gran tienda de souvenirs, un sector interactivo y más espacios para comer, relajarse y mirar hacia arriba apreciando esta obra maestra de ingeniería que de noche se ilumina, y también recibe visitantes.
Contratar un Free Walking Tour por el Barrio Latino
Recurrir a un guía es una buena opción para aprender sobre los orígenes de este barrio tan cortazariano. Se contratan por la web, hay en todos los idiomas, son “a la gorra” y proponen caminar algunas cuadras. El Quartier Latin (por la lengua que se hablaba hasta el siglo XIV) condensa historias, como la del barbero que mataba alumnos de La Sorbonne o como la de la valiente Sylvia Beach, la librera que enfrentó a los nazis desde su Shakespeare & Co. (habrá cola, pero vale la pena volver a comprar un libro sellado). Se puede pasar por la rue du Chat-qui-Pêche, que es la más angosta de la ciudad; por la puerta colorada de la casa donde Pablo Picasso pintó el Guernica; por la Église Saint-Julien-le-Pauvre, de marcado estilo románico, en contraste con la de Saint-Séverin (1162), gótica y repleta de gárgolas (una especie de Notre Dame en miniatura).
Además, se visita el frenético Cour du Commerce Saint-André, donde está Le Procope, el bar más antiguo de París, que data de 1686, y fue donde Montesquieu y Rousseau, dos de sus ideólogos, “cranearon” la Revolución francesa. Y, a unas cuadras, el Jardin du Luxembourg, con su diseño florentino y su palacio barroco, que habla del renacimiento en tiempos de María de Médici y Enrique IV. Fuentes y estatuas enaltecen este parque generoso en tamaño y belleza.
Datos útiles
Cómo llegar
Air France. Opera siete vuelos semanales entre París y Buenos Aires en un Boeing 787 Dreamliner con ventanas más espaciosas que en los modelos más antiguos y con wifi durante todo el viaje. Para clientes Premium y –al igual que Business y La Première– cuenta con SkyPriority (prioridad para el check-in, trámites y embarque). Desde u$s 1.200 ida y vuelta en Economy.
Cómo moverse
Metro. El subte es ideal para circular por París. Tiene 16 líneas y 300 estaciones con muchas frecuencias. Funciona desde las 6 hasta las 23.45, de domingos a jueves, y hasta la 1.45 los viernes y sábados. El boleto o la tarjeta para recargar se pueden comprar en las máquinas expendedoras (hay opción en español) con tarjeta de crédito o cambio chico. En caso de dudas, en algunas estaciones hay ventanilla con operarios. Desde € 2,50 el viaje.
Paseos y excursiones
Tour Eiffel. Las opciones para visitarla son varias. Siempre conviene comprar la entrada con antelación por la web, sobre todo para subir a la cima. Dos meses antes ya se puede reservar. En caso de visita de último momento, se puede sacar hasta tres horas antes por web o en las boleterías, pero habrá fila. Con entrada, hay que presentarse quince minutos antes en la fila verde, porque habrá que atravesar controles de seguridad. Hay que llevar documento. Hasta el segundo piso se puede subir por escalera; será más económico y sin tanta espera. En la web se informan las épocas del año y horarios de menor afluencia. Abre todos los días, de 9.15 a 23.45, pero chequear excepciones (por clima y otras cuestiones). Desde € 35,30 hasta la cima. Hay descuentos para menores. 5 Avenue Anatole France. T: +33 8 92 70 12 39.
Notre Dame. Tras el incendio, la reconstrucción y apertura, el acceso sigue siendo gratuito. Sin embargo, previendo gran afluencia de público, ahora será necesario reservar por la web de la catedral. 6 Parvis Notre-Dame.
Musée d’ Orsay. Cuna del Impresionismo, abre de martes a domingo, de 9.30 a 18 hs. Conviene comprar por la web para evitar grandes filas. Hay cuatro accesos, según el tipo visita. Desde € 16. Descuentos especiales. Gratis el primer domingo de cada mes, con reserva. Hay audioguía por € 6. Esplanade Valéry Giscard d’Estaing.
Musée du Louvre. Inmenso, obliga a elegir salas o modalidad de visita. Abre todos los días, menos los martes, de 9 a 18; martes y viernes, hasta las 21. Conviene comprar por web, donde también se reserva audio guía o visita guiada. El acceso más lindo es por La Pirámide, pero si está muy lleno, hay otros tres: Carrousel, Porte des Lions y Passage Richelieu. Desde € 22. Primer viernes de cada mes, a partir de las 18, gratis (excepto julio y agosto). 99 Rue de Rivoli.
E. Dehillerin. Abarca una esquina completa. Hay mucho para revisar y la atención es muy buena. Lunes, de 9 a 12.30; de martes a viernes, de 14 a 18; sábado, de 9 a 18 hs. 18 y 20 Rue Coquillière. T: +33 1 42 36 5313.
Shakespeare and Company. Librería de publicaciones en inglés, principalmente, funciona en un edificio del siglo XVII que antes fue monasterio, pero como marca nació en 12 rue de l’Odéon. La fundó Sylvia Beach, estadounidense, en 1919, y reunía a grandes escritores como James Joyce y Ernest Hemingway. Tras la Segunda Guerra Mundial, la refundó su coterráneo y admirador, George Whitman, que contribuyó a perpetuar el espíritu bohemio de entonces. Por tratarse de un lugar antiguo, la capacidad es limitada y es posible que haya que hacer fila para entrar. Venden novedades, clásicos, infantiles y más, pero la clave es irse con el sello de la librería estampado en la compra. No se puede filmar, ni sacar fotos dentro. De lunes a sábado, de 10 a 20; domingos, de 12 a 19 hs. 37 rue de la Bûcherie. T: +33 1 43 25 40 93
Sainte-Chapelle. En la Île de la Cité, a unas cuadras de Notre Dame, fue construida a mediados del siglo XIII por Luis IX para custodiar reliquias de la Pasión de Cristo que luego pasaron a la Catedral parisina. De estilo gótico, el principal atractivo son los vitrales, altísimos, que recrean escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Muy bien conservados, dos tercios son originales. Conviene reservar por web. Del 1 de abril al 30 de septiembre, abre de 9 a 19; del 1 de octubre al 31 de marzo, de 9 a 17 hs. Desde € 13. Audiguía, € 6. 10 Boulevard du Palais.
Civitatis. Empresa líder en visitas guiadas y excursiones, coordina paseos con transporte a la Casa y Jardín de Claude Monet, Free Walking Tours por el Barrio Latino en español, en Batobus, a Roland Garros, Versalles y más atractivos por la ciudad y sus alrededores. Se sacan por la web, que tiene una página dedicada a París con todas las especificaciones.
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