En el marco de las Jornadas Europeas del Patrimonio, la Embajada de Francia (palacio Ortiz Basualdo) abrirá excepcionalmente al público el 21 y 22 de septiembre. Cómo surgió el hôtel particulier de estilo Beaux Arts, una joya del patrimonio porteño.
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El hogar de Daniel Serviliano Ortiz Basualdo Dorrego (1860-1935) –descendiente por vía materna de Luis Dorrego, hermano del gobernador fusilado en Navarro en 1828–, de su esposa Mercedes Celestina Zapiola Eastman (1872-1957) y de sus hijos –Magdalena Julia, Mercedes Micaela y Daniel Luis Ortiz Basualdo Zapiola– es un hôtel particulier en esquina, de riguroso estilo Beaux Arts en su fachada, que sigue el canon de los cuatro niveles: sótano de servicio, planta noble, estancias para descanso y mansarda para la servidumbre.
En el tambor central de la esquina se ubica la entrada y desde él se despliegan dos alas. Encargada al arquitecto francés Paul Eugène Pater (1879-1966), esta residencia es un ejemplo de su versatilidad. A sólo 200 metros, en Libertad y Av. Alvear, Pater firmó, dos décadas más tarde, junto con Alberto Morea, dos ejemplos fundamentales del racionalismo, las casas de renta en Av. Alvear 1402 y 1446.
En ese amplio arco de tiempo, Pater concibió grandes obras para la ciudad y la periferia, solo o asociado con Louis Dubois, como el Tigre Club sobre el Río Luján, el château La Lucila, el hôtel particulier para Fidel Ezeiza (150 metros hacia el Bajo por Arroyo), hoy Embajada de Rumania, el edificio Cameru de Juncal y Riobamba, y docenas de petits hoteles.
Estilo ecléctico y visitas ilustres
En 1925, en la actual Embajada de Francia, se hospedó Eduardo de Windsor, príncipe de Gales, primero en la sucesión de la corona británica, que supo apreciar la decoración de las casas Jansen de París y Waring & Gillow de Londres.
Esta mixtura de estilos –galo y británico– para el interiorismo la hace única. Alterna salones de marcos dorados, paredes pasteles y empapelados florales con parquets y, a continuación, un fumoir y una sala de billar con boiserie Tudor hasta el techo, grandes arañas y pisos marmóreos en damero. Más reducidas que otros palacios porteños, su escalera central es una magnífica obra en madera con tallas de exquisita factura. En la sala de música estilo Luis XV, se destaca otro cliché de la nobleza francesa: la decoración con motivos bucólicos chinos.
El comedor suma eclecticismo al conjunto. Decorado en barroco inglés, estaría inspirado en el salón comedor del Palacio Real de Noruega. Un jardín de invierno avanza sobre el jardín posterior, en forma de bow window.
La residencia tuvo la increíble suerte de resistir el embate demoledor de la traza de la 9 de Julio, por el apoyo decisivo de la potencia extranjera que la había comprado en 1939 a la viuda de Daniel Ortiz Basualdo. La mansión adyacente por Cerrito, en cambio, sí cayó bajo la piqueta y obligó a los franceses a improvisar una falsa fachada con pilastras, ménsulas, almohadillado, óculos y falsas ventanas donde había quedado la medianera con la impresión de la vecina arrasada.
La mansión sigue recibiendo la munificencia del Estado francés y su férrea política patrimonial, y ha tenido dos grandes intervenciones edilicias en los últimos 25 años.
Cuándo y cómo se puede visitar
Su apertura al público para el día del Patrimonio Europeo ya es un clásico, con más de 2.000 visitantes por año. La próxima edición se llevará a cabo el sábado 21 (de 14 a 17) y el domingo 22 de septiembre (de 10 a 17), en Cerrito 1399, CABA. La visita a la Embajada es gratuita, requiere inscripción previa online y está sujeta a la capacidad del lugar.