El edificio es una pieza curiosa de la arquitectura del barrio porteño por su aspecto germánico. En sus instalaciones la oferta educativa abarca desde los 2 años hasta los 42.
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Aunque está en pleno barrio de Palermo a solo 100 m de la agitada y comercial avenida Santa Fe, la Escuela Normal Superior N° 6 Vicente López y Planes funciona en una cuadra esencialmente residencial de propiedad horizontal que alguna vez estuvo rodeada de casas bajas, sobre todo cuando en 1913 se inauguró el edificio que parece un castillo principesco.
Edificado sobre un terreno –hoy Güemes 3837, casi Aráoz–, fue proyectado por Carlos Adolfo Altgelt, quien le imprimió un perfil germánico con estilo gótico brandenburgués, apelando a un revoque imitación ladrillo a la vista como ornamentación y otros ladrillos en varias tonalidades, así como el uso de coloridas tejas y ventanas.
Sobre el ingreso principal con puertas de cedro y artísticos herrajes, verticalmente se escalona el desarrollo constructivo con columnas, molduras, ventanas, chimenea, un balconcito y hasta un rosetón de look medieval que culmina con el tejado rojo y verde.
En cuanto al interior, los espacios y detalles arquitectónicos son más austeros, sencillos y funcionales, con patios amplios y un sector especial dedicado al jardín de infantes con entrada exclusiva por Güemes, por donde originalmente entraba el director a su casa, incluida –como ocurría entonces– dentro del mismo edificio.
El autor de este asombroso palacete, Altgelt, hijo de alemanes que arribaron al país en 1849, nació en Buenos Aires en 1855 y murió en Berlín en 1937. Fue una figura destacada de su época, creador, y coautor con su primo Hans, de muchas instituciones pedagógicas, entre casi un centenar de edificios y residencias particulares. Dio muestras de su influencia e importancia con realizaciones icónicas como el monumental Palacio Sarmiento (antes Palacio Pizzurno), edificado entre 1886 y 1888, y la Escuela Florencio Varela, en la esquina de Caracas y Avenida Rivadavia, barrio de Flores, muy parecida al Normal palermitano.
Personaje singular, el hiperactivo Altgelt estudió en el Real Museo de Artes e Industrias de Krefeld y en la Real Academia de Arquitectura de Berlín y regresó a la Argentina en 1877. Fue director de arquitectura de la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires y socio fundador de la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) cuando primaban las influencias afrancesadas. En 1922 retornó al país europeo y fue asesor técnico de la representación argentina.
Vehemente y apasionado defensor de su profesión ante el avance de la ingeniería, solía estampar su rúbrica y acotar debajo: “arquitecto no ingeniero”. En tal sentido, enfático y punzante, en 1936, un año antes de morir, escribió desde su casa berlinesa: “Existían dos cosas verdaderamente difíciles, a saber: la iconografía de los edificios y la composición artística, porque la parte constructiva es la que más fácil se resuelve”.
Trayectoria de una escuela
En cuanto a su génesis, nació en junio de 1909 como anexo de la Escuela Superior Normal N°1 (la de estilo Tudor, en Avenida Córdoba y Riobamba), funcionando en dos casas particulares ubicadas en Lavalle 1693 y 1695. Un año después pasó a ser independiente con el nombre Virrey Vértiz, pero en 1913 el Normal 6 tuvo su sede propia, construida específicamente para formar maestras y se reemplazó a Vértiz por Vicente López y Planes.
Además, tuvo dos carreras con curioso historial en razón de que sus primeros pasos fueron a principios del siglo pasado, es decir, otra sociedad, otros hábitos, distintas aspiraciones y metas. En aquellos tiempos, si había una salida laboral típica para las mujeres era ser docente y si no… había que saber las tareas del hogar. Así fue como en 1926 –cuando Marcelo T. de Alvear gobernaba la Nación–, se le anexó un Profesorado de Economía Doméstica, el cual dos años después se lo “jerarquizó” como Profesorado de Actividades Prácticas y del Hogar.
De tal modo, entre los aprendizajes, había un taller de corte y confección totalmente equipado con la más valorada máquina de coser, las estadounidenses Singer. La instrucción incluía la manufactura de lencería, ropa para bebés, niños y señoras (interior, vestidos, abrigos, trajecitos sastre) y, desde luego, camisas, guardapolvos y sacos pijama para caballeros.
Y como otro rol preponderante era ser mamá, el programa del profesorado estipulaba lecciones de puericultura para aprender el cuidado de los niños desde su nacimiento hasta la infancia temprana. ¿Qué tiene de extraño? ¡Para las clases se recurría a bebés de verdad! Eso sí, a los progenitores se les obsequiaba un ajuar completo hecho por las alumnas, quienes también aprendían estas habilidades visitando dispensarios de lactantes o salas de maternidad de hospitales.
En este ámbito, en 1932, las ollas y sartenes tuvieron un día una instructora de lujo que forma parte del jugoso (nunca mejor dicho) anecdotario de las aulas del Normal 6. Antes de ser famosa, se ocupó de una capacitación en “arte culinario” la luego legendaria cocinera y autora de numerosos libros de recetas, Petrona C. de Gandulfo (difícil de mencionar sin la “C” para quienes la recuerdan), masivamente conocida por la TV como “Doña Petrona” y siempre acompañada de su ayudante “Juanita”.
En una foto de otrora se alcanza a leer un mural cuyo texto hoy estallaría en las redes sociales: “Para ser buenas hijas y llegar a ser buenas mujeres, aprendan: a coser, a remendar... a vestirse decentemente, a arreglar bien la casa, a cocinar... a evitar la ociosidad...”.
Un presente aggiornado
Recién 70 años después, aquellas carreras de antaño se convirtieron, felizmente, en dos formaciones modernas y relevantes: una Tecnicatura Superior en Producción de Indumentaria y otra Tecnicatura Superior de Gastronomía; ambas de nivel superior no universitario, con una duración de tres años. Esto conllevó el reciclado de la cocina, se ambientaron las salas para el dictado de los talleres y se incorporaron nuevas tecnologías.
En 1969 se dejó de brindar la formación de maestras normales, generando cambios en las escuelas secundarias y, en consecuencia, en 1988 se abrió el Profesorado de Educación Preescolar, que en 2002 pasó a denominarse Profesorado de Educación Inicial.
Una evolución que valora la conducción ejercida por la rectora María José Sgalia y la vicerrectora, Sandra Condoleo, junto a un equipo integrado por Mónica Barreiro, María Valeria Fernández, María Emilia de la Vega, María del Rosario Serra Muruzeta, César Borzone, Cristina Romero Lamas, Alejandra Lapegna, Ana Sosa y Juan Carlos Tapia.
“La institución se fue adaptando a las propuestas de contexto, entonces, en esto de pensar la escuela como una construcción histórica es muy interesante ver desde dónde partimos y adónde llegamos, nos fuimos reconstruyendo desde otro lugar. Cierto es que la verdadera fuerza está en su identidad, que es un producto histórico, y en el sentido que sus miembros y la comunidad le atribuyen. El contexto actual no es un tema menor; sin embargo, cuando analizo el devenir me gusta pensar lo que era y dónde estamos, con nuestras fortalezas y debilidades y ofreciendo nuevas propuestas formativas hacia la comunidad”, dijo Sgalia.
Un día hábil, de 7:30 a 22 horas, circulan unos 1.700 alumnos, entre turno mañana, tarde y noche, donde la franja etaria es inusual y amplísima: los más chiquitos tienen 2 años y los mayores rondan los 42. Claro, se cursan los niveles inicial, primario, secundario y profesorado de educación inicial (PEI), pero paralelamente se dicta un ciclo de formación pedagógica destinada a profesionales y técnicos superiores. La actividad se completa con postítulos, como la Diplomatura Superior en Inclusión y Convivencia Escolar con Perspectiva de Género y la Especialización en Infancias, Derechos y Educación Sexual Integral.
Por otra parte, hay otro aspecto que los distingue: es el único Normal que tiene dos carreras técnicas que dependen de formación docente, es decir, las dos tecnicaturas citadas en indumentaria y gastronomía, muy concurridas. La escuela cuenta con 23 aulas con pantalla digital que permiten una fabulosa interconexión tecnológica.
Las directivas aspiran a recuperar el techado de vidrio (hoy de chapa) ubicado en el centro del salón de actos para poder apreciar el vitral que ya no recibe luz natural. Ese espacio será en septiembre el eje para celebrar el aniversario con el lema “115 años haciendo escuela”.
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