Para la filmación de la La Sociedad de la Nieve se usaron objetos que son parte de esta colección que es de gran valor.
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Ubicado en plena Ciudad Vieja, en la capital uruguaya, el Museo Andes 1972 está levantado sobre un edificio antiguo. Repasa la historia que empezó aquel viernes 13 de octubre de 1972, cuando un Fairchild de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en la cordillera de los Andes, en Mendoza. Cuenta, además todo aquello que ocurrió en la montaña y al regreso de los 16 sobrevivientes. Es la increíble historia de supervivencia que ahora Netflix llevó, primero a la pantalla grande, y luego a su plataforma, con La Sociedad de la Nieve, una de las películas más vistas de la compañía, que además tiene altas chances en los premios Oscar.
Para empezar a descubrir el museo, el recorrido empieza por el subsuelo, donde se proyecta un video que repasa informes televisivos de la época y entrevistas actuales. Material audiovisual de gran calidad que conmueve y antecede a la película. En este sector hay, entre otras cosas, recortes de diario en gigantografía, un gran mapa inteligente que permite marcar con luces los puntos claves del accidente en las montañas. Hay también una estatua que homenajea a Sergio Catalán, el arriero chileno que encontró a dos de los sobrevivientes –Fernando Parrado y Roberto Canessa– y salió a buscar ayuda para rescatar al resto.
Más arriba, la sala de la planta baja repasa la historia de forma cabal y didáctica. Tiene carteles con los nombres y ubicación de pasajeros y tripulación en el avión, cartas que escribieron en la montaña algunos de aquellos que no volvieron, y restos de fuselaje. Está estratégicamente diseñada para homenajear a los muertos como nadie lo había hecho hasta la llegada de La Sociedad de la Nieve. Sin embargo, está también configurada para celebrar el lado más luminoso de esta historia: el de los 10 días de caminata por los Andes de Canessa y Parrado, que terminaron con los 72 días de supervivencia de 16 personas.
En el museo hay además vitrinas con carnets de conducir, relojes y anteojos. Y está la camiseta de rugby de Gustavo Zerbino, entre otras cosas sorprendentes. Los objetos que volvieron de la montaña están bien catalogados con un cartel que dice “original”, mientras que las réplicas están señaladas. Algunos fueron cedidos a los actores de la película para usar durante su interpretación de los personajes. O incluso, en otros casos, para confeccionar réplicas.
Para liderar el recorrido, además de las guías del lugar, está Jörg P. A. Thomsen, el director del museo que es uruguayo y un apasionado de esta historia. Experto en aislamiento térmico y acústico, cuenta que desde que se lanzó La Sociedad de la Nieve, el museo recibe muchos más visitantes, sobre todo uruguayos, que durante años no se involucraron tanto con la historia cómo lo hacían los extranjeros. “Cuando viajaba por reuniones de trabajo alrededor del mundo, regalaba el libro Viven y me llamaba la atención el feedback que generaba”, comenta el empresario. El libro de Piers Paul Read (1974) era su souvenir para hablarle al mundo de su Uruguay natal.
Comprometido con la historia, cuenta qué lo llevó a levantar este museo que alberga la colección de objetos donados, cartas, infografías y mapas más grande que existe en relación al tema. “Los primeros muertos en mi vida fueron mi padrino y su esposa, cuando yo tenía diez años, en un accidente de Lan Chile. Sé lo que es el síndrome del desaparecido”, confía Thomsen sobre este museo movilizante y muy bien armado, que inauguró en octubre 2013, pero que había presentado en una exposición un año antes. “Me fastidiaba que se hablara poco de los muertos de los Andes”, agrega el hombre que trabajó en la recolección de información y de objetos donados con el beneplácito de tres áreas fundamentales en esta historia –familiares de muertos, sobrevivientes e integrantes de las Fuerzas Armadas– a quienes conocía bien por vivir en Montevideo y por su trabajo.
Cuenta, además, que en el museo recibió familiares de aquellos que no volvieron de los Andes. “Los saludo, pero los dejo solos para que recorran tranquilos el museo. Una vez uno de ellos, con los ojos llorosos, me dijo que aquí se sentía contenido para largar lo que sentía. Y otra vuelta, la hermana de uno de los chicos muertos escribió un comentario en redes sociales. Decía que visitar el museo había significado un cierre en su vida: le había dado mucha paz”, asegura Thomsen.
Dice que entre los principales visitantes están los europeos, americanos, brasileños y argentinos. “Como muchos museos, es difícil sostenerlo. Seguimos adelante con esfuerzo, para no defraudar a los familiares de los que no volvieron”, revela este experto en aislamiento que tiene una empresa isotécnica y celebra cómo el mundo sigue hablando de este hecho excepcional que ocurrió hace más de medio siglo.
Datos útiles
Museo Andes 1972. Sobrecogedor, revelador y muy bien montado, recibe visitantes en un edificio de mediados del siglo XIX que está en el centro de la ciudad. Abre de lunes a viernes de 10 a 17 y sábados de 10 a 15, pero conviene chequear los horarios antes de ir. La entrada cuesta UYU 300. Rincón 619. T: (+598) 2916-9461. IG: @museoandes1972
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