A 7 km de Tilcara, en Huichaira, el Museo en los cerros (MEC) creado por Lucio Boschi alberga fotos de 36 artistas, talleres, biblioteca y muestras itinerantes.
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Desde hace diez años, un espacio de piedra, adobe y caña convive respetuosamente con el silencio de las culturas originarias del norte y abre un portal para que la quebrada jujeña se mire hacia adentro. Inspirado en los colores de la tierra, el Museo en los cerros atrae a las almas encendidas que quedan amorosamente atrapadas en cada cámara fotográfica.
“Casi todas las cosas retienen la luz, y queremos compartirla a través del lenguaje de la fotografía”. Esa es la premisa que guía al creador del museo, el fotógrafo Lucio Boschi, para abrir las puertas de este complejo donde se experimenta, se aprende, se disfruta y se comparte la vida en imágenes.
Boschi vive con su mujer, Sofía Pescarmona, y los dos hijos de ambos, en Mendoza. Pero hace un cuarto de siglo, y después de haber recorrido medio mundo detrás de sus lentes, sintió el impulso de retratar a los habitantes del noroeste del país.
Pensó entonces que la manera menos invasiva de hacerlo era instalándose allí, en Huichaira, en las afueras de Tilcara. El paraje era apenas un caserío en aquel momento, y ahora lo es también.
Poco después, publicó dos libros compilando esas imágenes (Pueblos de los Andes, en 2000, y Quebrada de Humahuaca, tres años más tarde, a pedido de Unesco), y sus trabajos fotográficos contribuyeron a que la región fuera declarada Patrimonio de la Humanidad.
Decidió entonces construir una casa en la zona. Y empezó a sentir la necesidad de algo más. De dar, dice, “una ofrenda” a esa tierra magnética y a su gente.
La ilusión, intacta
En aquel momento, un museo de fotografía, en el medio de la montaña, entre los pueblos originarios, “hubiese sido insensato. Hoy en día tal vez lo siga siendo. Sin embargo algo cambió: ahora todos tenemos una cámara de fotos en la mano y la ilusión, intacta”, sostiene Boschi, en alusión a la masividad que ganaron los celulares.
“La idea de hacer un museo didáctico, interactivo, nace de la observación de la realidad, de ir cientos de veces al locutorio de Tilcara a enviar material a mis editores y ver a los niños pasando el día entre las computadoras, jugando en red, y a algunos con inquietudes más artísticas, mirando fotos”, recuerda Boschi.
Puso manos a la obra. Su mujer apoyó la iniciativa y decidieron que la construcción del museo iba a recaer en el arquitecto César Rodríguez Marquina. Y así como Boschi elegía qué fotos conservar y cuáles descartar en comunión con cada retratado, antes de empezar la obra convocó a los habitantes del lugar a una comida en su casa, ubicada a 200 metros del predio donde soñaba su proyecto.
Cuando les contó, los invitados se esperanzaron con que el lugar fuera un imán para que los chicos de Tilcara se conectaran con el arte. Y así sucedió.
“Yo quería prender una fogata para que la gente se acercara”, sostiene Boschi. El espacio convoca a los que se interesan en aprender fotografía, que llegan incluso desde otras provincias. Como resultado de esas capacitaciones, numerosos pobladores locales pasaron a ser expositores.
Silencio y baile
Sobre la ruta 9, un desvío de ripio conduce al museo. No hay tours, combis, micros ni cartel en la ruta porque Boschi simplemente confía en que quien deba llegar, encontrará el lugar.
“Buscamos inspiración en la sencillez de la tierra, en el respeto al silencio y en la celebración de los pueblos cuando bailan”, describe.
De lejos, los cubos que conforman la estructura del complejo se mimetizan con la montaña. Cuando uno se acerca, empiezan a verse las capas: el jardín lleno de rosales que invita a instalarse en un picnic, el camino de piedra y como de cuento, las paredes de adobe, los techos de caña.
El museo cuenta con tres salas con la exposición permanente, dos con muestras temporarias, una de experimentación y talleres, una biblioteca con libros de fotografía y una tienda.
Se sostiene gracias a los ahorros personales del fundador, tres padrinos extranjeros que son coleccionistas norteamericanos y donan un importe anual para el mantenimiento y el aporte voluntario de los visitantes.
Además de los cursos, ofrece microbecas para que estudiantes de fotografía puedan iniciarse en el arte y acceder a sus primeras cámaras, lentes, copias o montajes.
“Lo más importante del museo es la colección”, dice Boschi. Las obras fueron donadas por sus autores o familiares directos de los artistas que han hecho de ese extremo del país su lienzo. “Es importante que haya una muestra permanente de fotografía argentina en el norte, donde nos hemos inspirado todos”, agrega.
A los fanáticos de la fotografía, el trabajo de consagrados artistas (Marcos López, Adriana Lestido, Alejandro Chaskielberg, Eduardo Longoni, Diego Ortiz Mugica, Santiago Porter, Julieta Escardó, Juan Travnik, Marcos Zimmerman, Horacio Coppola, Sebastián Syd, entre otros), les puede deparar grandes emociones. De yapa, el lugar se propone, generoso, como espacio para otros placeres. Hay, por ejemplo, una salita donde meditar en soledad, entre fotos del cielo.
Más info
A 5 km de Tilcara, bordeando el río Huichaira. En épocas de lluvias (diciembre a marzo) puede que solo se logre llegar a pie o a caballo. El resto del año el camino es apto para autos.
Abierto de martes a domingos, de 10 a 14. Gratis. Bono contribución voluntario de $200.
contacto@museoenloscerros.com.ar
IG: @museoenloscerros
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