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La vida de los menonitas en Santiago del Estero


Por Ana van Gelderen

Fotos de Guillermo Llamos

Un martes –el único día de la semana que usa el teléfono de su secretaria– Cornelio Loewen coordina para recibirnos en la colonia donde vive.

Con amabilidad indica: "Campo 11, Colonia Norte. Sobre el kilómetro 76 de la ruta 176. Hay un gran galpón y silos". Agrega que queda a 20 kilómetros de Las Delicias, un pueblo que está a casi tres horas de la capital de Santiago del Estero. Cuando llegamos –el miércoles siguiente– y mientras convida un mate con roscas en el living de su casa detalla: "Somos 600 habitantes y más de cien familias".

Cornelio tiene una metalúrgica que funciona con grupo electrógeno porque en la colonia no hay tendido eléctrico. Trabaja desde las ocho de la mañana hasta las 11.30, cuando hace un alto para almorzar durante una hora. A las 15 vuelve a cortar para tomar unos mates y sigue hasta la tardecita. Así todos los días, menos los domingos, "que son para el Señor y para reunirse con los parientes".

Todos hablan bajo alemán. Los hombres son los únicos que manejan el español, en mayor o menor medida. Las mujeres no, excepto dos en toda la comunidad. "Me gustaría que mi esposa aprendiera, pero tampoco le hace demasiada falta. Los hombres lo sabemos por trabajo. Lo usamos con ustedes, 'los de afuera'. Nadie lo enseña de manera formal", señala Cornelio.

Los menonitas van a la iglesia el último día de la semana, por la mañana y usan ropa especial. La religión les prohíbe participar en política. No votan en las elecciones nacionales. Tienen jefes en sus colonias, que son elegidos por ellos. Y, además, pastores y ministros.

Los niños menonitas van a la escuela que hay en cada campo, desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde. Sólo cursan la primaria y después empiezan a trabajar, si son varones. O a hacer las cosas de la casa, si son mujeres. "Cocinan, limpian y confeccionan la ropa. No tienen un sueldo. Están para la casa y las compras", apunta Cornelio. En la cabeza, debajo del pañuelo, llevan trenzas que se hacen los miércoles y los domingos.

Los menonitas no se casan con 'los de afuera'. Sólo hay intercambio con las colonias de los distintos lugares de la Argentina (Pampa de los Guanacos, también en Santiago del Estero, Guatraché en La Pampa, y Nueva Galia, San Luis, entre otras) o del mundo.

Se casan los sábados, pasan una semana visitando a la familia y completan el rito el sábado siguiente. Los funerales duran tres días, porque hay que esperar que todo el clan esté avisado. Los menonitas no manejan, ni tienen auto: se mueven en sulky a caballo que llaman boogie. Sí pueden usar remises, para ir a la ciudad. Utilizan los hospitales para los partos, urgencias o internaciones.

Cornelio relata que nació en la colonia de Chihuahua, México, y llegó a La Pampa cuando tenía tres años. Es hijo de carpinteros y tras la crisis del 2001, se volcó a la metalúrgica. Hace once años que se mudó a Santiago del Estero, con los primeros que se animaron a desmontar para producir la tierra.

"Donde yo nací todos tienen luz y camioneta. Hay colonias que están más avanzadas que las nuestras en relación a la tecnología. A nosotros cada vez nos cuesta más... Vamos quedando más lejos de todo, porque antes las cosas se hacían personalmente y ahora, por teléfono", lamenta Cornelio.

En la colonia menonita de Las Delicias en Santiago del Estero, los principios de Menno Simons, fundador de la doctrina hacia 1536, gozan de muy buena salud.


EdiciÓn fotográfica: Mariana Eliano

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