En las afueras de Chilecito, la empresa estatal Agrogenética Riojana avanza en la investigación y producción de cultivares con fines médicos. Próximamente se abrirá a visitas guiadas. Aquí, un anticipo.
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El clima de altura, con largos días de sol y sólo 120 mm de lluvia al año resulta ideal para la producción de vides, olivos y nueces pero todo indica que es apto, muy apto también, para el cultivo de Cannabis sativa, tarea en la que se lanzó con determinación la empresa estatal Agrogenética Riojana una vez aprobada la ley 27.350 que autoriza la investigación científica con fines médicos y terapéuticos.
El proyecto se desarrolla en las afueras de Chilecito, al pie del cordón de Famatina, impulsado por Agrogenética Riojana SAPEM, la sociedad anónima con participación mayoritaria del Estado reconocida por sus programas de reproducción y mejoramiento fitosanitario. Todavía no es un paseo turístico-educativo, pero lo será en unos meses cuando se habilite allí un centro de interpretación.
Después de cruces y pruebas de laboratorio, en coordinación con el INTA y el Conicet, en el predio están en observación 5.000 ejemplares implantados en tierra y 3.000 en invernadero. El ensayo agronómico es parte de un proyecto estratégico de biotecnología asociada a cultivos “que busca posicionar a La Rioja, provincia pionera en el cultivo de cannabis medicinal a cielo abierto, a la vanguardia de esta nueva industria”, destaca el presidente de la firma, el cordobés Benjamín Enrici.
En primer lugar, se busca resolver un problema de salud pública (los aceites terapéuticos actuales circulan en el mercado negro sin validación científica), pero también pretende impulsar la industria local en alianza con las universidades y la producción. Además, lleva asociado un proyecto turístico donde se destaca el diseño de una Ruta del Cannabis, para el año próximo. “Así como existe la Ruta del Adobe, o la Ruta del Vino, será un modo de difundir las posibilidades de esta planta que, décadas después de su prohibición, se despierta en un mundo totalmente diferente”, graficó el ingeniero agrónomo.
Recorrido por la planta
Con Pablo Copello, responsable de Cultivos de la empresa, recorremos las instalaciones. Para llegar al invernadero y al extenso campo verde –cercado con doble perímetro de seguridad– atravesamos el pasillo vidriado que deja ver en acción el laboratorio de micropropagación y, a la derecha, las cámaras de cultivo donde se guardan y se clonan las plantas en análisis.
“La prohibición impidió la investigación, pero fue muy importante la labor que cumplieron durante todos estos años las organizaciones solidarias como Mamá Cultiva”, señala.
“Hemos cultivado en las dos formas. La modalidad outdoor (campo, a cielo abierto) hace que la planta sea más grande porque es mayor el desarrollo radicular. En el invernadero, con condiciones más controladas, no sufre tanto las inclemencias del tiempo pero resultan más chiquitas. Igual se desarrollaron muy bien, pese a estar en envases de 12 litros”, resume Pablo Copello.
En cuanto a la producción, estima que cada planta de invernadero redundará en 100 gramos de inflorescencia, algo que consideró “bastante bueno” para cuatro meses de cultivo. “En las de campo esperamos que rindan medio kilo”, apunta.
La mayoría de las plantas sortearon en buena forma las lluvias de verano e, incluso también, una fuerte tormenta de granizo. Finalizando el primer ciclo completo, el ensayo agronómico arroja ya algunas conclusiones a tener en cuenta, especialmente para los cultivares a cielo abierto que alcanzaron un exuberante volumen.
“Las plantas no se enfermaron y pudieron desarrollarse a sus anchas. Para el próximo ciclo tenemos que pensar en un sistema de tutorado más firme, porque el agua de las lluvias le agrega mucho peso a las ramas y se rajan. También tendremos que bajar la densidad; es decir, la distancia entre planta y planta, y de fila en fila. No esperábamos que crecieran a tres metros de alto”, revela.
Copello explica que después de la cosecha se procede a deshojar y secar las inflorescencias –colgadas boca abajo, hasta que pierden el 75% de la humedad–, para “curarlas” en recipientes de poco oxígeno, antes de envasarlas al vacío para evitar que se degraden los cannabinoides.
Paralelo a la cosecha, en el laboratorio de material vegetal se realiza la separación de los compuestos activos que servirán de insumo para cosméticos y para un aceite de amplio espectro que, en virtud de un convenio con el Ministerio de Salud riojano, estará circulando a mediados de año y se entregará gratuitamente a los pacientes empadronados. Por ahora, hasta una nueva regulación, sólo será de acceso provincial.
Genética y transformación
Aunque todavía todo está en proceso de estudio, en el trabajo de campo prosperaron cepas importadas de Colombia y de cultivadores solidarios locales que acercaron sus plantas a fin de estudiarlas, mejorarlas y validarlas ante el Instituto Nacional de Semillas (Inase) y eventualmente compartir la propiedad intelectual.
Lo que busca con el proyecto oficial es, en suma, caracterizar y obtener cultivares que se adapten al entorno, de buen rendimiento y manejo accesible, para desarrollar un know how propio que, una vez regulada la actividad industrial, permita atraer inversores que desarrollen la cadena de valor y los pequeños productores puedan acceder a este cultivo con el acompañamiento del Estado.
Para ello, a partir de la investigación, en Agrogenetica trabajan en modelos de factibilidad a distinta escala, ya que entienden que representa una enorme oportunidad productiva para pequeñas superficies, fincas familiares que dejaron de ser económicamente viables para vides, olivares o nogales.
Actualmente, unas 16 instituciones y empresas, entre las que se encuentran importantes bodegas, solicitaron licencia para cultivar cannabis en La Rioja.
Para evitar la importación de “modelos enlatados”, se impulsa la formación recurso humano, tanto médico como técnico. En este 2022, la Universidad de Chilecito impartirá una diplomatura en Extracción y cultivo de cannabis.
Cannabis “tour”
“¿Visitas guiadas? Todavía no. Si estamos con tiempo, podemos hacer un recorrido por la planta para una institución o un grupo interesado, pero para el público en general será en unos meses. Cuando el proyecto esté más desarrollado habrá un corredor turístico, una suerte de Ruta del Cannabis que permita a quien visite La Rioja interiorizarse sobre el tema”, confirma Copello.
Enrici precisa que el plan de turismo tiene tres etapas, la primera de las cuales ( “el circuito corto”) se cumplirá con la apertura del centro de interpretación, con merchandising alusivo y todo. “La idea es que todas las agencias de turismo de la provincia ofrezcan la visita guiada a la planta de Agrogenética; una visita interactiva con fin educativo que muestre todo el proceso, desde la semilla hasta la obtención del aceite. Queremos instrumentarlo para el segundo semestre de 2022, en la próxima temporada de siembra outdoor”, anticipa. La segunda etapa es la mencionada Ruta del Cannabis que unirá distintos desarrollos, una vez que se otorguen las licencias de para producir aceite cosméticos o cáñamo para textiles, entre otros, y la tercera es la realización de un congreso-expo-festival temático, “siempre con el eje orientado a la ciencia, la industria y la salud”, aclara.
Mientras tanto, el sector hotelero y gastronómico de Chilecito ya acusó recibo del impacto de la actividad. En octubre de 2021, la ciudad fue sede del Congreso Internacional de Cannabis (“de corte netamente científico”, reitera Enrici) que reunió durante tres días a 50 expositores y 300 inscriptos presenciales, además de otros 5.000 virtuales que cerraron su participación pensando en visitar La Rioja alguna vez.