Convoca su capital, Kuala Lumpur, pero también conquista por sus islas entrelazadas y parques nacionales.
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Quienes viajes desde nuestras latitudes al Sudeste Asiático suelen incluir Kuala Lumpur como único destino de Malasia para combinarlo con Tailandia o con Bali, pero el país es un destino en sí mismo, con playas increíbles, selvas donde conviven tigres y pueblos cazadores, y una atractiva identidad multiculural. Si bien Malasia es un país musulmán, existe la libertad de culto. Por eso, las mujeres pueden vestirse como quieren, y hay importantes comunidades indias y chinas que practican el budismo y el hinduismo.
La historia malaya está entrelazada con la de sus vecinos de Indonesia, Singapur y Tailandia. Los sultanatos islámicos entreveran su historia con dominios portugueses, holandeses y, después del siglo XVIII, británicos. En pleno auge colonial, el Reino Unido requirió gran cantidad de trabajadores que llegaron desde China e India y que fueron dejando su huella en la identidad del país. Trajeron sus costumbres, sus recetas y su religión. Curries indios y dim sum chinos, Ganesha y Buda, conviven pacíficamente con los malayos islámicos y un puñado de cristianos.
La puerta de entrada principal a Malasia es la capital, Kuala Lumpur, pero quienes llegan desde las islas de Tailandia lo hacen por barco surcando el mar de Andamán hasta Langkawi. Esta isla está a 57 kilómetros de Ko Lipe, en Tailandia, y comparte el mismo mar turquesa con Ko Lanta, Phi Phi y Phuket, sólo que aún no ha entrado en la rueda del turismo masivo.
Langkawi es un archipiélago de 104 islas que integran el estado de Kedah. Sólo cuatro están habitadas, la principal se llama Pulau Langkawi, de 25 kilómetros de norte a sur y un poco menos de este a oeste. Se creían tierras malditas hasta que, en 1986, el primer ministro, Mahathir Mohamad, decidió transformarlas en un centro turístico. Fue un sultanato hasta 2008, cuando el sultán accedió a cambiar el nombre por el de Langkawi Permata Kedah (Langkawi, la joya de Kedah). Su nombre proviene de dos palabras malayas: helang, que significa “águila”, y kawi, que significa “marrón rojizo”, y alude a un águila endémica de la isla que tiene su enorme monumento de 45 metros en la Plaza del Águila.
Los atractivos más obvios son sus playas: la concurrida Pantai Cenang, la más remota y despoblada Pantai Kok, o Datai Bay, para muchos una de las 10 mejores del mundo. En Cenang, están permitidos los deportes acuáticos y basta con arreglar precio con los puestos de alquiler de jet ski.
La isla suma otros atractivos, como el teleférico. En la base, hay negocios de ropa y souvenirs, un restaurante de comida árabe y varios tigres de peluche sobre los techos. Ya los habíamos visto emañana en la baranda del hotel mientras desayunábamos y pensamos que era en homenaje al tigre de la Malasia, pero no. Es lo único a lo que temen los monos confianzudos que están atentos a cualquier cosa que parezca comida. Hay dos tipos de monos, los macacos, que pueden ser osados y agresivos, y los simpáticos y tímidos lutungs, de pelaje negro y ojos y boca blancos. El teleférico nos lleva en 20 minutos a más de 700 metros de altura desde donde se entiende la geografía de la isla, con un giro de cabeza, y se ven las islas más próximas. Allí nace un puente de 125 metros de largo para ver desde arriba la selva tropical.
Otra característica de Langkawi es la extendida creencia en mitos y leyendas. Cada laguna, montaña o cascada explican su origen con una historia de hadas y gigantes. Y la mejor manera de conocerlos es visitando el Dream Forest. Se trata de una experiencia inmersiva nocturna que se realiza con una caminata por el bosque. El show dura 20 minutos y, como en la película Avatar, el bosque se va iluminando a medida que avanzamos y, con música y voces, aparecen proyectados en 3D los gigantes Mat Chinchang y Mat Raya, que en su lucha se convirtieron en las montañas que hoy llevan su nombre. También aparece la historia de Mat Teja y la princesa Mambang Sari, que dio origen a la isla de Dayang Bunting, frente a Langkawi. Hay una parada para tomar algo en la Villa del Árbol, alrededor del altísimo ficus de 100 años.
Entre abril y octubre es temporada de lluvias. La mejor época es entre noviembre y marzo, sobre todo, enero y febrero.
Malasia es parte del anillo de fuego, por lo que volcanes, tsunamis y terremotos son una amenaza latente. Los manglares forman una barrera natural que protege a Langkawi de los tsunamis. El hotel Ritz Carlton trabaja con LADA (Langkawi Development Authority) en programas para difundir la importancia de protegerlos. Organizan la visita al Geoparque Kilim de la Unesco, donde, botas de goma mediante, caminamos entre las raíces, recogemos plásticos que quedan tras la marea alta y plantamos nuevos manglares.
Otra actividad de contacto directo con la naturaleza es la caminata de un kilómetro y medio por la selva con el naturalista Othman Ayeb y su hijo Wafiq. Nos detenemos debajo de varios árboles bungor de flores rosadas, típicos de la región; vemos nidos de termitas de un metro de alto, orquídeas y, por supuesto, más monos.
Si bien la población de Langkawi es en un 90% malaya y musulmana, cuenta con una comunidad china importante. Hai Yan es el mejor restaurante chino de la isla, especializado en el pescado de agua dulce más caro de todo el Sudeste Asiático, el Tor tambroides (empurau, en malayo), que cuesta 230 dólares el kilo. Hai Yan está levantado sobre pilotes en el agua y es perfecto para tomar un drink mirando el atardecer sobre el mar de Andamán.
Penang y la cultura peranakán
A 119 kilómetros al sur de Langkawi, llegamos a Penang, una isla completamente diferente. De camino a nuestro hotel, en pleno centro histórico de George Town, nos sorprende que todos los carteles están escritos en chino. En lugar del canto del muecín que llamaba a la oración en las mezquitas como en Langkawi, aquí el humo de los inciensos brota desde las puertas de los templos budistas. La ciudad fundada en 1786 con el nombre de isla Príncipe de Gales fue la primera de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Por su ubicación estratégica y su puerto, se convirtió en una de las ciudades más elegidas por los colonos británicos. Por eso, la geografía de George Town –nombre en honor al rey Jorge– combina las iglesias protestantes, la arquitectura colonial británica, los templos budistas y los carteles en chino. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2008.
Penang es también el enclave principal de la cultura peranakán. La palabra significa “descendiente”, en malayo; se denominó así a los hijos de los primeros inmigrantes chinos casados con locales. También se los llama babas y nyonyas porque, antiguamente, era una forma respetuosa de dirigirse a un hombre y una mujer extranjeros. Aquellos chinos que llegaron a Penang, y también a Malaca, en Malasia, y a Singapur eran refinados y tomaron lo mejor de los malayos y de los británicos para crear una cultura nueva, que aún hoy se aprecia en la cocina de fusión y en la conservación del idioma hokkien, el dialecto que se habla en Fujian, China.
La Mansión Pinang Peranakán es un museo y el mejor lugar para entender esta cultura. Su directora, la encantadora Lilian Tong, nos espera con su vestimenta tradicional: una blusa bordada por ella misma y una falda hasta el piso. Lilian nos cuenta que la mansión construida a fines del siglo XIX perteneció a Captain Cina Chung Keng Kwee. Se trata de la residencia de un rico baba que refleja la vida opulenta, sus costumbres y tradiciones. Aquí vemos un gallo y una gallina embalsamados al pie de una cama con baldaquino que recrean la tradición de llevar las aves a la habitación de una pareja de recién casados y ver quién sale primero: si es el gallo, el primer bebé será varón; si sale la gallina, será mujer. Son dos pisos y varias salas con más de 1.000 piezas de antigüedades y objetos de colección de la época que muestran el estilo ecléctico y revelan la aspiración occidental de los peranakán: hay desde paneles chinos de madera tallada hasta baldosas inglesas y herrajes escoceses.
Siempre acompañados por un calor y humedad constantes, dejamos atrás a Lilian –que nos cuenta entusiasmada que participó en un grupo que baila tangos y milongas– y caminamos por las calles Armenia y Ah Quee con nuestro guía, un señor chino de primer nombre inglés, Lawrence Chuah, a tono con la cultura peranakán. Aquí, el arte callejero combina murales con objetos, como un “niño con moto”, donde la moto es real.
A la hora de almorzar, los locales adoran los patios de comidas con puestos que ofrecen platos de todo el Sudeste Asiático y de las fusiones entre cocinas. Lawrence elige por nosotros una variedad de platillos, desde sopas a platos de pescado y cerdo –al no ser musulmanes, el cerdo es parte de los menús–, consintiendo nuestro pedido de ta pedás (“sin picante”, en malayo).
Por la tarde visitamos la Penang Hill, una colina de selva tropical declarada por la Unesco Reserva de Biosfera. Un funicular sube la colina verde con dos estaciones. De ellas se desprenden 26 senderos de distinto grado de dificultad y extensión, que llevan a cascadas y lagunas, siempre acompañados por el concierto de chicharras. También hay una mezquita, un templo hindú, restaurantes, tiendas y hasta carritos de golf para llevar a los cansados. Pero el tesoro lo conforman los miles de especies de plantas, muchas de ellas florales, que van tapizando de morado, naranja, violeta y blanco la ladera. Enormes helechos, flores carnívoras, orquídeas rarísimas, áreas parquizadas y otras silvestres que aprovechan mariposas y más de 100 variedades de pájaros, además de civetas, ardillas, los inclasificables colugos (¿son de la familia de los monos o de los murciélagos?) y, claro, los monos. Los monos pueden ser bromistas, les gusta orinar a quien se pare bajo un árbol a recuperar el aliento.
Dentro de Penang Hill está The Habitat, un circuito con pasarelas colgantes para ver la selva desde otra perspectiva. Cada tanto hay hamacas que invitan a la contemplación. Guías voluntarios ofrecen el servicio gratuito para poner nombre y detalle al pulmón verde. Terminamos el día en los Muelles de los Clanes, villas de pescadores construidas por inmigrantes chinos sobre el agua hace más de un siglo. Cada muelle lleva el nombre de un clan chino. En el recorrido por sus calles flotantes de madera, pueden verse las casas con altares budistas en el frente. Nuestro hotel, The Prestige, está a tres cuadras del animado barrio de Little India, lleno de supermercados, restaurantes, locales de venta de saris y otros con líneas más occidentales. Comemos unas riquísimas samosas con licuado de mango.
Taman Negara
Penang está unida al continente por dos puentes. Cruzamos el Penang Bridge para ir por tierra al corazón del país, el Parque Nacional Taman Negara. Vamos con la secreta expectativa de ver el tigre de la Malasia que Emilio Salgari hizo famoso en su Sandokán. Atrás van quedando las autopistas, y la ruta de mano única se vuelve sinuosa y cada vez más verde, hasta que el camino termina frente a un río. Un bote nos cruza al otro lado, donde está el hotel Mutiara Taman Negara, el único dentro del parque nacional. Cabañas de madera, limpias y sencillas, con el imprescindible aire acondicionado, un restaurante abierto y un centro de visitantes dirigido por personal del parque es toda la infraestructura disponible.
El lobby es una pequeña construcción abierta de madera a la que se ingresa descalzo. Tras hacer el check in, en otro escritorio un hombre vestido de safari repite su rosario de excursiones. Para nuestra estadía de dos noches, elegimos tres: caminata por la selva y canopy, visita a una tribu de cazadores y paseo en bote hasta una cascada.
El hotel está en la intersección de los ríos Tembeling, de aguas marrones y turbias, y Tahan, casi negras y transparentes. Después de desayunar bien temprano para escapar al calor –una ilusión–, partimos acompañados por nuestro guía Badrul, con varias aguas en la mochila. Una plataforma de madera hace de sendero y Badrul nos va mostrando la resina natural para perfumar, la planta con propiedades neurotóxicas que usan para cazar y las hojas gigantes y secas que, dobladas, sirven de bolsa. La pasarela empieza a empinarse, llegan los escalones, y los supuestos 334 metros prometidos para llegar a un mirador se convierten en un kilómetro en ascenso. Las chicharras hacen casi inaudibles las explicaciones de Badrul. Otros senderistas que vuelven, tan transpirados como nosotros, nos aseguran que falta poco. Y, finalmente, llegamos a la primera parada: un mirador en lo más alto de la colina Teresek, desde donde se ve el valle y el serpenteo oscuro del río Tahan. Volvemos sobre nuestros pasos hasta un desvío que nos lleva a la Canopy Walkway, “el puente colgante más largo del mundo”, de 530 metros de largo y a 40 metros del piso. Badrul se excusa por tener “fobia a las alturas” y dice que nos espera para almorzar. Las piernas casi no nos responden cuando lo vemos, colina abajo, junto al brillo del río Tembeling.
En el parque nacional, vive una tribu de cazadores llamados Batek. Tienen un asentamiento cerca y hacia allí vamos después de almorzar. Habitan unas casillas precarias hechas con hojas de palmera y tronco. Y comparten un área común donde los hombres preparan las cerbatanas y los dardos paralizantes con los que cazan pequeños mamíferos. Uno de ellos nos hace una demostración e invita a que soplemos para ver cuán lejos llega nuestro dardo. De inmediato queda claro que nos moriríamos de hambre. Más tarde nos muestra cómo enciende fuego frotando un filamento de ratán contra una caña de bambú. Los niños nos espían desde las casillas y se ríen al primer intento de intercambio. Pasamos la noche bajo el concierto de insectos desconocidos y, a la mañana siguiente, nos embarcamos en un bote angosto y largo por las aguas oscuras del río Tahan. Este río es más estrecho y las orillas con bungur, gapis y melembú, tres árboles de gran porte, están muy cerca. Vemos pescar un martín pescador, un pájaro azul brillante y hacemos una parada para ver el gigantesco árbol Tualang, de 65 metros y 130 años. Al rato nos dejan en la orilla, donde comienza otro sendero que nos conduce a un río con grandes piedras que forman piscinas para darnos un chapuzón. En la última cena buffet en el hotel, compartimos mesa con unos españoles que nos cruzamos en la selva. Coincidimos en que los malayos son gente muy cálida y eficiente y que tienen la virtud de hacerte sentir en casa a pesar de las diferencias culturales.
Kuala Lumpur
La capital del país tiene un antes y un después de 1992, cuando el primer ministro Mahathir Mohamad –el mismo que en 1986 había cambiado el rumbo de Langkawi sacándole la fama de “tierras malditas”– quiso empujar al país a la modernidad levantando un edificio icónico. Llamó a un concurso internacional y el ganador fue el argentino César Pelli. Pelli ya era un arquitecto de renombre mundial y ganó el concurso porque estudió la cultura malaya y pensó un diseño basado en la estrella de ocho puntas utilizada en el islam, que representa la unidad, la armonía, la estabilidad y la racionalidad.
Las Petronas se inauguraron en 1998 como el edificio más alto del mundo: dos torres de 88 pisos y 425 metros, unidas por un puente entre los pisos 41 y 42. Si bien seis años después se inauguró otro edificio más alto en China, conserva el título de que son las torres mellizas más altas del mundo. El primer ministro consiguió su objetivo: las Petronas atrajeron un nuevo interés sobre Malasia y fueron uno de los pilares de la modernización del país. El nombre es el acrónimo de Petroliam Nasional Berhad (Petróleo nacional limitada), ya que están destinadas en un 90% a oficinas de la mayor empresa estatal de gas y petróleo. Esas dos torres unidas por un puente también pueden verse como dos grandes hombres dándose la mano. En efecto, nacieron de la amistad entre Mahathir y Pelli, que se mantuvo hasta la muerte del arquitecto en 2019.
Están ubicadas en el centro del Kuala Lumpur City Center, conocido por sus siglas KLCC, un masterplán que incluyó también un parque con fuentes de aguas danzantes, shoppings, edificios de oficinas y departamentos y hoteles. Las Petronas son hipnóticas, todo gira en torno a ellas. Es imposible dejar de mirarlas, brillan de acero y vidrio de día y de noche. La visita incluye tres paradas: la primera en el piso 41, para llegar al puente cuya función no es sólo permitir la circulación entre ambas torres, sino dar una vía de escape en caso de incendio de una de ellas. La segunda es en el piso 86, desde donde se ve toda la ciudad, enmarcada por colinas verdes que recuerdan que estamos en un país tropical, una maqueta de todo el complejo, videos de la construcción y entrevistas al primer ministro Mahathir. La visita termina en el piso 83, donde hay una cafetería y un gift shop.
También se las puede admirar desde abajo. No sólo desde la gran fuente, punto de reunión de turistas y locales, donde las aguas danzan con luces y música, sino desde los hoteles que compiten por ver quién ofrece la mejor vista a sus huéspedes. Quienes se alojan en el Four Seasons pueden ver las torres en pijama desde la cama, y en el descontracturado W Hotel, desde la piscina. Como en toda Malasia, las comunidades india y china tienen sus barrios en Kuala Lumpur, con sus restaurantes, supermercados, negocios y templos. El tránsito es intenso y, tal vez, la mejor manera de recorrer la ciudad, que no es muy grande, es en el bus turístico que lleva directo a los puntos de interés, entre ellos China Town y Little India, dos comunidades sin las cuales Malasia no sería lo que es. Los tigres agazapados no se dejaron ver: razón poderosa para regresar a Malasia alguna vez.
Datos útiles
Cómo llegar
- Turkish Airlines. La aerolínea cuenta con 7 vuelos semanales desde Buenos Aires a Kuala Lumpur con escala en São Paulo y conexión en Estambul. Si la escala supera las 6 horas, la aerolínea ofrece sin cargo transfers in-out al aeropuerto y tours por la ciudad. Si la conexión supera las 20 horas, el programa Stopover, suma una noche de alojamiento gratuito en un hotel 4 estrellas. Tarifas desde u$s 1521. También vuela a Phuket desde u$s 1427 y a Singapur desde u$s 1391. T: (011) 3991-5950.
- Scoot. Para quienes vienen de Tailandia o de Singapur, esta low cost tiene vuelos Phuket-Penang por u$s 63 y Singapur-Kuala Lumpur por u$s 54.
- Satun Packbara. Empresa de speed boats y ferrys que conecta algunas islas de Tailandia con Langkawi. Son 9 horas de navegación desde Phuket. Desde u$s 112.
Langkawi
Dónde dormir
- Ritz Carlton. Son 119 habitaciones en un predio de 42 hectáreas en plena selva tropical, con un compromiso con el medio ambiente que implica no usar botellas plásticas, amenities biodegradables, huerta orgánica propia, células de movimiento para ahorrar electricidad y un kids club con actividades orientadas al cuidado de la naturaleza. Desde u$s 436 la doble con desayuno. PT 313 Jalan Pantai Kok, Teluk Nibung. T: (+604) 952-4888.
- Dayang Bay Resort. Hotel 4 estrellas ubicado a metros de la Plaza del Águila y el área de shopping. Excelentes juegos para niños. Desde u$s 95 la doble con desayuno. Jalan Taman Pelangi. T: (+60 4) 966-5515.
Dónde comer
- Alhamdulillah Restaurant. Cocina árabe-siria, para muchos el “mejor shawarma de Langkawi”. Abierto todos los días de 2 a 22. Falafel (8 bolitas), u$s 4, humus y pan pita, u$s 3,5. Sólo bebidas sin alcohol. Persiaran dayang Lot 5. T: (+601) 7344-8813.
- The Beach Grill. Especialidad en pescados y mariscos súper frescos en recetas de inspiración malaya, frente al mar. Abierto todos los días de 11.30 a 22.30. Bao bum de cangrejo u$s 17, calamares Andamán u$s 20. Carta de vinos. PT 313 Jalan Pantai Kok, Teluk Nibung.
Paseos y excursiones
- Dream Forest. Experiencia inmersiva nocturna en el bosque para conocer los mitos y leyendas del lugar. Abierto todos los días, menos los miércoles, de 19 a 00. u$s 14 adultos, u$s 46 una familia (2 adultos y 2 niños). 5% de descuento por compra online. Lubuk Semilang, Mukim, Jalan Padang Gaong. T: (+60 13) 487-3277.
- Kilim Geoforest. Bosques de manglares, fósiles de un millón de años, islas y playas, increíbles cuevas. Ingreso gratuito. Hay tours en botes con capacidad de hasta 10 pasajeros de distinta duración: dos horas, u$s 75, 4 horas por u$s 107. Descuento por compra online. Abierto todos los días de 9 a 17. T: (+604) 959-2323.
- Langkawi Escape. El guía Hizam Nadzri ofrece tours guiados y traslados terrestres. T: (+6017) 425-6255. IG: @langkawiescape
Penang
Dónde dormir
- The Prestige. El hotel apuesta por una ambientación con juegos de espejos e ilusiones ópticas. Está a dos cuadras de Little India. Desde u$s 98 la doble con desayuno. Gat Lebuh Gereja 8, George Town. T: (+604) 217-5888.
Dónde comer
- New World Park Food City. Inaugurado en 1939, es un lugar histórico de reunión para los locales y representante de la tradición de la comida callejera. Hay más de 100 puestos de comida. Abierto de 10 a 22. Burma, George Town. T: (+604) 226-1199.
Paseos y excursiones
- Pinang Peranakan Mansion. Casa museo de un mafioso chino. Todos los objetos están a la venta. Abierto todos los días de 9.30 a 17. u$s 5, tours guiados sin cargo. Church Street 29. T: (+604) 264-2929.
- Penang Hill. La estación del funicular está donde termina la Hill Railway Road. Es para pasar el día, cuenta con restaurantes, tiendas, un museo, cafetería, senderos y miradores. Dentro del parque está The Habitat, un circuito de pasarelas sobre la selva. El parque está abierto todos los días de 6.30 a 23. u$s 3,5, entre 13 y 59 años; menores de 13 y mayores de u$s 1,7. T: (+60 016) 420-1189.
- Penang Global Tourism. Oficina gubernamental que ofrece servicios de guías y traslados. Lebuh Pantai, George Town. T: (+604) 264-3456.
Taman Negara
Dónde dormir
- Mutiara Taman Negara. Único hotel en el Parque Nacional, organizan todos los paseos. Cabañas y chalets con capacidad hasta para 4 personas. Paquete 2 noches 3 días, en cabaña base doble, con todas las comidas sin bebidas alcohólicas y 6 actividades con guía en inglés (entre ellas caminata a la colina Teresek, Canopy, paseo en bote a Lata Berkoh, caminata nocturna) u$s 178 por persona. Kuala Tahan, 27000, Jerantut, Pahang. T: (+60 17) 684 4286.
Paseos y excursiones
- Asian Overland. Traslados por tierra. Desde Penang al Parque Nacional Taman Negara, son 577 km. Combi hasta 6 pasajeros por u$s 283. T: (+60 3) 4252-9100.
Kuala Lumpur
Dónde dormir
- Four Seasons. Habitaciones con vistas a las Torres Petronas, piscina con música bajo el agua y desayunos increíbles. Tarifas desde u$s 202 la doble con desayuno. 45 Jalan Ampang 45. T: (+603) 2382-8888.
- W Hotel. Con un estilo descontracturado y divertido, apuesta a un público joven. La piscina con luces y vista a las Petronas, es el corazón del hotel. Desde u$s 249 la doble con el desayuno. Jin Ampang 121. T: (+60 3) 2786-8888.
- Hilton Garden Inn. Ubicado a 30 minutos a pie del KLCC, las habitaciones tienen vista a las Petronas, que se divisan más lejos. Desde u$s 34 la doble con desayuno. Jalan Tuanku Abdul Rahman 449. T: (+603) 2778-8888.
Dónde comer
- Singh Chapati House. Excelente cocina india a precios muy buenos precios. Plato de lentejas, u$s 2, pescado al curry, u$s 4. Abierto todos los días de 8 a 00. Jalan Thambipillay 55, Little India. T: (+603) 2272-1215.
- Jalan Alor. Sobre la calle Jalan, en el corazón del barrio Bukit Bintang, a 20 minutos a pie de las Petronas, está este mercado callejero de puestos de comida de todo Asia. Ideal para entender las diferencias entre ellas. Las bebidas se venden separadamente y hay mesas para sentarse. Abre a las 18 y cierra a la medianoche.
Paseos y excursiones
- Petronas. No son sólo el corazón del KLCC (Kuala Lumpur City Center), un distrito nuevo de 20 hectáreas donde hay edificios de oficinas, centros comerciales, parques, fuentes, departamentos y una mezquita: fue pensado como el kilómetro cero de un nuevo país. Si bien Pelli diseñó también otros edificios icónicos en el mundo, como el World Financial Center de Nueva York, la Canary Wharf Tower de Londres, el centro financiero de Hong King, al referirse a este proyecto dijo: “El mejor edificio que hicimos fue las Petronas, ese edificio se ha convertido en el símbolo de Malasia. Los malayos ven en él algo que significa Malasia.” Abre de martes a domingo de 9 a 21 (último ingreso 20.30), y los segundos y cuartos lunes de cada mes. u$s 20 niños mayores de 12 y hasta 60 años, menores de 12 y mayores de 60, u$s10.
- Asian Overland. Traslados por tierra. Desde Taman Negara a Kuala Lumpur, combi hasta 6 pasajeros u$s 186. T: (+60 3) 4252-9100.
- Bus Turístico. Son dos circuitos, línea roja o “City Route” y línea verde “Garden Route”, con 27 paradas en total. Entre las paradas interesantes, están el KLCC, la torre KL, el mercado callejero Tengkat Tong Sing en la línea roja y Little India y Bird Park, de la verde. El piso de abajo cuenta con aire acondicionado. u$s 13 el ticket de 24 horas para mayores, menores de 12 años u$s 6. Paquete 2 adultos y 2 niños, u$s 34. Se puede comprar online o en la parada 1, la plaza Wang, en el barrio Bukit Bintang. T: (+60 11) 1230-5350.
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