Cómo fue construir en Minas Capillitas, la cuesta más larga de Sudamérica, la mina Santa Rita que fue muy activa a finales de los 90 y hoy la familia Yampa explota como atractivo turístico.
- 7 minutos de lectura'
Minas Capillitas es un lugar lejos de todo, tierra de mineros en lo alto de la precordillera catamarqueña, al norte de Andalgalá. Allí comenzó la historia de los Yampa, la familia que descubrió uno de los depósitos de rodocrosita más importantes del mundo.
Primero fue el sueño de Don Miguel, el patriarca, empeñado en encontrar la gran veta y después de toda la familia que lo acompañó y hoy conserva su legado.
A 3.000 metros de altura y luego de avanzar por un camino de curvas y contracurvas, 400 para ser más precisos, se llega a la localidad de Minas Capillitas. La cuesta que antecede al pueblo es la más larga de Sudamérica y avanza por las laderas de la montaña a lo largo de 56 km. La ruta bordea una sucesión de precipicios que exigen de un conductor experto y sereno, ya que es un camino de tierra y de una sola mano.
Minas Capillitas es un territorio para espíritus firmes, solo pueden vivir allí aquellos que desde siempre bajaron a las entrañas de la tierra. Aquellos que saben de oscuridad y silencio, de largas jornadas dentro de ese vientre mineral y húmedo que, de tanto en tanto, les regala un tesoro.
Una familia y un sueño
Escuché la historia de los Yampa por primera vez en Buenos Aires y me pareció casi fantástica. Días más tarde, cuando Yaqui Yampa me la volvió a contar con todo los detalles, mi asombro creció.
Los Yampa vivieron desde siempre en Minas Capillitas. Don Miguel, que ya pasó los 80, era uno de los tantos trabajadores de la mina de rodocrosita que por entonces gestionaba Fabricaciones Militares. Ahí aprendió todo. Allí se criaron las chicas: Liliana, Lucía (fallecida en 2017), Yaqui, y Daniel, el único hijo varón.
A fines de la década del ‘80 la mina cerró. Don Miguel probó con la agricultura, pero lo suyo era la minería. Tenía la certeza que en Minas Capillitas estaba la gran veta de rodocrosita y con esa idea en mente volvió al pueblo.
La rodocrosita o Rosa del Inca es un carbonato de manganeso y es la piedra nacional argentina. En nuestro país se encuentra uno de los yacimientos más importantes del planeta. Esta piedra semipreciosa de color rosado, que hay que saber pulir y trabajar, se usa en joyería, también para crear objetos ornamentales, incluso en la industria del acero por el manganeso. Según un antigua leyenda inca es la piedra del amor.
Don Miguel compró entonces un permiso de cateo por 300 días, pero se vio obligado a renovarlo porque la piedra no aparecía. Con su hijo Daniel caminó la montaña durante dos años recordando lo aprendido junto a los geólogos hasta que encontró la gran veta. Para entonces ya estaba desesperado y había pedido a Santa Rita un milagro: si la veta aparecía, él construiría una capilla en su honor y así fue. No solo edificó la capilla, sino que bautizó con el nombre de la santa de las misiones imposibles a su mina.
Su agradecimiento y fanatismo fue tan grande que la familia Yampa, toda, se tiñó de rojo, el color de manto que lleva santa Rita, una costumbre que mantienen hoy día. Hasta las camioneta son rojas.
El armado de la mina
¿Cómo se encuentra una veta? Al parecer hay muchos indicios que deben leerse sobre la Madre Tierra, pero hay uno que no falla: “Donde el granito de la superficie cambia de color y se pone negro, allí debajo hay que buscar “, cuenta Yaqui Yampa.
Ella, sin embargo, prefiere recordar ese día de fines de diciembre de 1992 de este modo: “Escuchamos como unos quejidos, unos ruidos extraños que venían del fondo de la tierra, era la Pachamama que abría su corazón”. Ahí estaba la gran veta.
Aún después del gran hallazgo, quedaba mucho por hacer. Desde entonces, y hasta 1998, fue una carrera de esfuerzos familiares: había que construir la mina con sus galerías, estocadas, piques y túneles, a pico, pala y balde. Todos colaboraron, incluso cuando a Don miguel ya no le quedaba casi nada su hija Lucía, la mayor, invirtió su sueldo docente para colaborar.
La veta fue más increíble de lo que esperaban y en 1999 produjo siete toneladas y media de rodocrosita.
Todo fue a pulmón porque no tenían recursos y porque Minas Capillitas es un sitio de difícil acceso. Entré las tareas titánicas que recuerdan en la familia está la subida de un compresor de dos toneladas por la cuesta de 400 curvas, ascendiendo 3000 metros desde Andalgalá. Tardaron 70 días. “Lo apoyábamos en tablones, tirábamos cuesta arriba y lo calzábamos con piedras en las ruedas para que no se moviera”, suelen contar los Yampa.
Con el tiempo capacitaron a la gente del pueblo y pidieron permiso a la Pachamama para explotar su riqueza, actividad que dio nueva vida a Minas Capillitas.
La Mina Santa Rita se explotó hasta hace unos pocos años, hoy está en un impasse. La otra mina, que alguna vez gestionó Fabricaciones Militares, se reabrió en manos del gobierno provincial . Además, apareció un mercado negro que hoy condiciona la rentabilidad de la explotación. Actualmente los Yampa enfocaron la inversión minera hacia el turismo.
Turismo minero
Con los recursos que generó la mina, la familia decidió construir en Minas Capillitas El Refugio del Minero, una hostería temática de 12 habitaciones donde recibe Yaqui Yampa.
Con ella visitamos una de las bocas de la mina. El túnel avanza durante 240 metros hacia el interior de la montaña. Es preciso llevar faroles porque la oscuridad es total. En el primer tramo se organizó un suerte de exhibición de piedras de todo el mundo. Lo mejor está al final, allí una vertiente natural describe unas bellas estalactitas de limonita que aparecen iluminadas bajo la luz de nuestras linternas.
De vuelta al mundo exterior, bajamos hasta un arroyito de increíbles aguas turquesas, una de esas alquimias hace la naturaleza de tanto en tanto.
Desde la hostería se puede llegar a la segunda boca de la mina, una excursión que exigen un tiempo más largo de caminata. Nosotros preferimos bajar hasta el pueblo donde la mayoría de las casas son de piedra y tienen un oratorio que es la habitación más linda de la vivienda, hecho que denota una profunda religiosidad.
De regreso en la hostería nos reciben con unos ricos tamales y un frangollo, una especie de guiso, similar al locro.
El Refugio es cómodo y a pesar de nuestras reservas cuenta con luz y agua caliente, que se obtienen de la energía eólica. Por la noche la temperatura baja bastante y como no hay calefacción en los cuartos, las camas tienen una montaña de frazadas para abrigarse.
Antes de irnos a dormir charlamos junto a la estufa a leña que ahora es el sitio más codiciado. Estamos felices porque no tenemos ninguno de los temidos síntomas que a veces trae la altura.
Por la mañana, mientras bajamos la cuesta con destino a Andalgalá, la historia de los Yampa nos resuena más increíble, esas historias de voluntad férrea y trabajo que emocionan.
EL REFUGIO DEL MINERO. Minas Capillitas. T: +54 9 3835 69-2770/ (03835) 42-3263. Lidiayaquiyampa@gmail.com. Hostería temática con 12 habitaciones. Yaqui Yampa es la encargada de organizar las excursiones en el sitio, visita a la mina y al pueblo minero. Desde $2.750 y $3.200 por persona con desayuno. Comidas y excursiones tienen costo adicional. Es recomendable contratar con ellos el traslado desde Andalgalá ya que la cuesta que lleva a minas Capillitas es un camino complicado.