Bien metida en el norte de la cordillera en Santa Cruz, la pequeña localidad es base para explorar el PN Patagonia. Además, chacras de agroturismo y las encrespadas olas del Lago Buenos Aires.
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Dicen que el pueblo lleva ese nombre, Los Antiguos, porque allí iban a morir los tehuelches cuando ya eran mayores. Lo elegían para pasar sus últimos años por el microclima del lugar. El reparo de la cordillera y los efectos de la humedad del gran espejo de agua del Lago Buenos Aires también benefician a las cerezas y acabaron convirtiendo a este destino en Capital Nacional de esa fruta. En la entrada principal, el monumento al Cerecero es fiel testigo de este fenómeno moderno, y no hay turista que llegue que no se trepe a él para la foto. Sin embargo, las cerezas no están solas.
Hay producción de varias frutas finas rojas como corintos, frambuesas, frutillas; también ciruelas, manzanas, damascos y duraznos. Con estos recursos, los productores locales hacen feria los fines de semana para ofrecer fruta fresca, dulces, licores y derivados. Algunos forman parte del circuito de chacras turísticas donde se puede cosechar y degustar.
El pueblo está tan cerca de Chile (apenas 3 km) que, antes de la pandemia, muchas familias llevaban a los chicos a la plaza del otro lado. Aquí, el río Jeinimeni es el límite natural entre los dos países, un gran valle compartido donde no existe el imaginario de la cordillera que nos separa de norte a sur. Desde lo alto del mirador Jeinimeni se entiende la configuración geográfica: de este lado, el enorme lago Buenos Aires, y del otro, el General Carrera; una calle de acceso principal, paso internacional de por medio, vincula Los Antiguos con Chile Chico.
Hileras de álamos y sauces que crean cortinas contra el viento protegen los cultivos y los pueblos. El turismo es la principal fuente de ingresos de esta localidad, que tácitamente mantiene cierto enfrentamiento con su vecina Perito Moreno, unos 54 km al este, que vive más de la minería. En rigor, Perito Moreno está más cerca de la Cueva de las Manos. Sin embargo, Los Antiguos se viene consolidado como la mejor base de servicios turísticos, a lo que se sumó la creación de la RP 41. En su tramo Norte va desde Los Antiguos a Lago Posadas y se la conoce también como “camino del Zeballos”. El tramo Sur, inaugurado en 2021, es el que va de Lago Posadas al PN Perito Moreno. Se trata de una ruta que corre paralela al límite con Chile y, como llega a los 1.500 msnm, sólo puede hacerse entre noviembre y abril, cuando no se corta por nevadas.
La RP 41
Para Federico Djeordjian de Chelenco Tours, la RP 41 o Camino del Zeballos es la versión off-road de la RN 40. Es además el patio trasero de su casa, donde se pasó caminando una buena parte de la pandemia y, en definitiva, “una de mis rutas preferidas de la Patagonia: por ser así de agreste y porque se pasa de un valle a 200 msnm a un portezuelo a 1.500, atravesando una sucesión de distintos ambientes y paisajes enlazados”, describe. La RP 41 es, formalmente, un rastro tehuelche que pasó a ser un camino de estancias, que la provincia revalorizó al darle impulso turístico a través de señalética, y una audioguía cubre el tramo de 160 km que va de Los Antiguos a Lago Posadas. En días despejados, desde El Portezuelo –el punto más alto del camino en lo que se cree fue parte de un gran cráter– se tiene una gran vista al cerro San Lorenzo, la montaña más alta de la provincia.
El camino por la RP 41 norte expone una serie de formaciones que quedaron al descubierto. Se ven afloramientos o diques basálticos que parecen la columna vertebral de la montaña, y serpentean sobre la ladera de los cerros: una fractura en la que hace muchísimos años se acumuló magma, que luego se enfrió y endureció, y luego la erosión hizo su trabajo. El cerro Colorado es el núcleo de un gran volcán erosionado, igual que el puntiagudo cerro Lápiz.
Uno de los mayores atractivos del camino son unos cucuruchos de arenisca ocre que no se ven desde la ruta: conos de piedra sedimentaria que ocupan un enorme territorio, y a muchos les hacen pensar en los de Capadocia. Otro frente que desde el camino aparenta ser un breve frontón de piedra anaranjado implica una trepada de 45 minutos entre coirones, calafates y neneos para llegar a un laberinto lítico de gigantescas masas minerales moldeadas por el viento.
El Circuito de la Meseta
La meseta del lago Buenos Aires fue el primer lugar en el que pusieron sus ojos los expertos a la hora de pensar en proteger al macá tobiano, especie en peligro de extinción endémica de Santa Cruz. Fue identificada como especie recién en 1974, y una década más tarde se contabilizaron unos 5.000 individuos; cuando en 2009 quedaban alrededor de 700, se la declaró especie en peligro crítico, y se la comenzó a proteger del visón americano, una especie introducida que es capaz de destruir 30 nidos en dos horas. Por su parte, la trucha arcoíris, también exótica, impide el crecimiento de la vinagrilla, una hierba que el macá usa para construir sus nidos.
Fue largo y complejo el proceso de adquisición de estancias y donaciones para formar el PN Patagonia, creado finalmente en 2014. La meseta en sí está por ahora fuera de los límites del Parque, pero sigue siendo muy inaccesible. El circuito turístico que la rodea, abarca, además de las localidades de Perito Moreno y Los Antiguos, a las de Bajo Caracoles y Lago Posadas. En un futuro, también planean desarrollar y promocionar un circuito turístico binacional que integre el Parque Patagonia argentino con su par chileno, que ya fue donado al Estado.
La estancia La Ascensión, a 17 km de Los Antiguos, se convirtió en el portal más importante del Parque. Fundada por Jesús Larrañaga en 1911, ocupaba grandes extensiones a orillas del lago Buenos Aires. Aquí se esquilaron más de 15.000 lanares, y llegó a ser un establecimiento modelo por su infraestructura; incluía turbina hidroeléctrica, matera de techo abovedado, galpón de esquila y escuela para los hijos de las familias que allí trabajaban. La erupción del Hudson (1991) y la fluctuación del precio de la lana afectaron la actividad ganadera.
En 2005, la estancia fue comprada por la Fundación Rewilding, importante actor en la concreción de esta nueva área protegida. En mayo de 2019 se incorporó a Parques Nacionales como Reserva Natural Silvestre, y sumó al PN Patagonia 14.000 de las 106.424 hectáreas actuales, además de un espacio accesible de uso público desde la costa del lago hasta la meseta del lago Buenos Aires. El área de acampe agreste Caburé cuenta con asadores y parrillas, baño y duchas. También hay refugios en el portal: antiguos puestos de estancia reacondicionados y habilitados para pernocte y campamento de visitantes senderistas. Fuera de pandemia, parte del casco está destinado a quienes ofrecen sus servicios y productos regionales: cabalgatas, casa de té, venta de dulces caseros, artesanías y libros patagónicos.
La Cueva de las Manos
“Acá se puede sobrevivir”, parece estar anunciando la superposición de manos en negativo estampadas sobre las paredes de las cuevas en una especie de memoria colectiva, generación tras generación. El sector más antiguo tiene 9.300 años, 1.300 el más reciente. Distintos grupos nómades de 20 personas se refugiaban en las cuevas −la más grande tiene diez metros de alto, por 15 de ancho y 24 de profundidad, inaccesible desde 2006− siguiendo los movimientos de los guanacos. Con pigmentos minerales en forma de arcilla molida, cocinada con un elemento líquido –agua, sangre o grasa de los animales− hasta que adquiría distintas tonalidades, dejaban su impronta soplando el material a través de un soporte ahuecado alrededor de la mano. Por su estado de conservación, las pinturas fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco; el clima semidesértico, la composición de los minerales y la porosidad de la roca ayudaron a que hayan perdurado.
La última novedad es que las vallas de dos metros de alto que las tapaban fueron reemplazadas por una baranda de 90 cm que permite disfrutarlas plenamente.
La reserva está a 47 km de Bajo Caracoles. Se visitan durante una hora y media en grupos de 25 personas, siempre con guía (sin reserva previa).
La guía explica que en la región hay 89 sitios con pinturas relevados, y este es el más importante por mostrar gran cantidad de períodos y generaciones en tan pocos metros, además de la representación de escenas de cacería. Ahí queda claro que resultaba más fácil emboscar al guanaco en el cañadón −lo representan en rojos, ocres, negros y blancos− que en la estepa, donde puede correr.
Red de Senderos
A metros de la ruta 40 se esconde una maravilla: es el sinuoso sendero Tierra de Colores que conviene recorrer al atardecer, con el sol rasante que exalta los rojos, amarillos y anaranjados del hierro en distintos niveles de oxidación. Desde la senda elevada, es posible observar el inacabable horizonte patagónico en 360 grados.
El trazado fue llevado a cabo por la Fundación Rewilding. Acorde con su lema de volver a “hacer” salvajes, y así “recuperar” naturaleza, la fundación impulsa la generación de una red de senderos que permita conocer mejor el destino. Al comprar una propiedad, releva los sitios más atractivos para trazar los rumbos que se habrán de seguir. En este portal, hay 20, y se proyectan unos 100 kilómetros de derroteros. En una acción conjunta con la empresa norteamericana OBP Trailworks (por off the beaten path), relevaron las áreas, trabajaron las pendientes para que sean progresivas y no demasiado pronunciadas, los drenajes para una mayor perdurabilidad. Una buena senda –aseguran– debe durar 80 años.
Alojados en La Posta de los Toldos, el cálido hotel-refugio de amplios espacios gestionado por gente de comunidades cercanas, es posible elegir cuál de todas las salidas posibles uno quiere abordar. La enorme mesa de madera maciza del estar-comedor es el lugar donde se deciden las actividades del día.
El sendero Koi es un ascenso progresivo, de exigencia media, a la cima de la meseta Sumich. Por Los Balcones se bordea, en cambio, el espectacular Cañadón del río Pinturas y se accede a los balcones (justamente) del cañadón, con vistas del río desde unos 300 metros. Es ineludible la Bajada de los Toldos y el ingreso hacia la Cueva de las Manos por lo que era parte de una antigua huella de guanacos. Luego de vadear el cañadón, se desciende hasta lo profundo de la quebrada, se cruza el Pinturas por una pasarela y se sube del otro lado del Parque Provincial Cueva de las Manos para hacer la visita guiada. La caminata es espectacular y la aventura se vive más completa si se llega a las cuevas de este modo y no por la ruta tradicional.
Este cañadón marca el límite del portal, ya que el sector donde están las famosas cuevas fue donado al parque provincial –que se constituyó en 2020– con administración de la Municipalidad de Perito Moreno. Se puede acceder también por ruta, a 130 km de esta localidad.