Muestrarios a pequeña escala de los exponentes de la flora de cada lugar, son una gran atracción de las principales ciudades.
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Se volvieron un paso obligado de los destinos, tal como los museos u otros atractivos urbanos. Los jardines botánicos, esos pulmones verdes que oxigenan las ciudades, permiten conocer en profundidad el espíritu de la flora de cada país o región, ya que son un centro de conservación de enorme riqueza. Aquí, siete destacados alrededor del mundo para disfrutar a la distancia (y agendar para el próximo viaje).
1. Royal Botanic Gardens de Londres
En 120 hectáreas, el jardín botánico de Londres despliega más de 50.000 plantas y una elegancia absoluta en la arquitectura que las rodea. Más conocidos como los jardines de Kew, dada la zona en la que se ubican, son punteros en la investigación botánica y entrenamiento para jardineros de todo el mundo.
Para los visitantes, el paseo contempla todo tipo de atracciones. Entre otros, hay abundancia de invernaderos en pos de cuidar las más diversas variantes de plantas y árboles. The Temperate House, por ejemplo, es una gigantesca estructura victoriana de cristal y vidrio fundido donde se albergan las plantas más grandes. En la Casa de los Nenúfares, esta especie es estrella absoluta, mientras en la Casa de la Palmera habitan todo tipo de variantes tropicales en un fascinante edificio de vidrio. Otro hito es la Gran Pagoda, erigida en 1762 imitando la arquitectura china del período Tang. De 50 metros de altura, es un monumento imponente con dragones en los distintos ángulos de sus tejados, que se luce a la distancia desde el verde más intenso.
A lo largo del año, el jardín va luciendo sus diversas facetas. En el final del invierno inglés, la Casa Alpina, el sector más agreste, los jardines japoneses y el jardín de las montañas son los protagonistas de este tiempo. Sin embargo, no hay rincón de este predio que no despierte un suspiro o amerite una foto a lo largo de las cuatro estaciones.
Kew, Richmond, Londres. www.kew.org.
2. Jardines Botánicos de Singapur
En 2015, el jardín botánico de Singapur fue inscripto como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sus más de 150 años de historia lo hicieron parte inherente de su país: su trabajo de investigación y educación es de tal influencia que en 1981 una de sus orquídeas híbridas producidas en el espacio (el Jardín Nacional de Orquídeas es uno de sus orgullos) fue declarada la flor nacional.
De 63,7 hectáreas y ubicado en el centro de la ciudad, es un oasis urbano para visitantes y locales, que lo experimentan a toda hora. Como colonia británica en su fundación en 1859, gran parte de su arquitectura inicial está inspirada en los ya mencionados jardines de Kew, aunque su crecimiento orgánico le fue dando luego su propia impronta. El espíritu tropical con sus senderos de selva pluvial y el cultivo de orquídeas son sus rasgos más definitorios, llegando a contar con más de 3000 especies en este último punto. Posee dos lagos que lo atraviesan y riegan la frondosidad de su verde, y en uno de ellos se ubica un escenario flotante pensado para brindar conciertos en un entorno memorable. También cuenta con explanadas, cascadas, fuentes, jardines temáticos, esculturas y variados restaurantes en los que hacer una pausa gastronómica. Y aquí tampoco falta la fauna: mariposas, ardillas y pájaros de todos los colores y tamaños son algunos de sus visitantes no humanos.
1 Cluny Road, Singapur. www.nparks.gov.sg/sbg.
3. Jardín Botánico de Montreal
Fue un maestro de botánica el que decidió crear, hacia 1920, el jardín botánico de Montreal, en Canadá. Aún en el medio de la Gran Depresión, con elecciones municipales y luego en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el hermano Marie-Victorin consiguió unir fuerzas y llevar adelante su proyecto, que para 1931 estaba inaugurado, entre 1936 y 1939 vio erigirse sus edificios y jardines de recepción y abrió sus invernaderos hacia 1956. Y desde 1970 en adelante este jardín botánico se elevó al nivel de prestigio que hoy ostenta, listado entre los más importantes del mundo gracias a sus actividades de investigación y a la enorme diversidad de sus especies.
Entre otras bellezas, en las 73 hectáreas de este parque se luce el Jardín Chino, el más grande fuera de China y poblado de caminos sinuosos, una montaña artificial y plantas autóctonas; 10 invernaderos de exposición; el Jardín Japonés en el que se puede aprender sobre la ceremonia del té y alimentar peces koi en el estanque; y el Jardín de las Primeras Naciones, con plantas canadienses, arces, abedules y pinos en sus caminos. También se destacan el Insectario y el Jardín de Rosas. Más allá de sus 20.000 especies cultivables, a lo largo del año ofrece eventos interesantes, como la competencia de mosaicultura con topiarios, el festival de calabazas en Halloween o “la magia de la linternas”, una celebración sobre la cultura oriental hacia comienzos del otoño.
4101 Sherbrook St, Montreal. www.espacepourlavie.ca.
4. Jardín Botánico Ártico-Alpino de Tromsø
En la región norte de Noruega, este jardín botánico es sin dudas el más peculiar de la lista. Muy cerca del círculo polar ártico, está ubicado en Tromsø, una ciudad que en invierno es buscada para observar la aurora boreal y en verano por el fenómeno del “sol de medianoche”. En este contexto único se inscribe este jardín tan particular: aunque podría pensarse que su clima es ártico extremo, la corriente del Golfo que baña la costa norte de Noruega le proporciona inviernos moderados y veranos frescos. En esos tiempos “más cálidos” es cuando abre este espacio, desde finales de mayo hasta principios de octubre.
El microclima le permite cultivar especies de todo el mundo, y las plantas que aquí se encuentran provienen del intercambio de semillas con otros jardines internacionales. Su paisaje provee rocas cubiertas con líquenes y en fisuras y espacios entre estas, pequeñas plantas de montaña de muchos colores, extremadamente raras de ver. “Es una paradoja que en esta ciudad tan lejana crezca la mejor colección de plantas de las alturas del Cono Sur, donde faltan jardines botánicos en zonas frías”, apunta Arve Elvebakk, director del espacio. Las colecciones de otros grupos de plantas alpinas, como prímulas, también están entre las más grandes del mundo, ostentando 100 de las 425 especies que existen repartidas en el resto del planeta. En este, el jardín botánico más septentrional del mundo, todo es tan exótico como único.
Stakkevollvegen 200, Tromsø, Noruega. www.uit.no/tmu/botanisk
5. Jardín Botánico Culiacán
En la región de Sinaloa, en México, el jardín botánico de Culiacán lleva 36 años conservando especies y promoviendo la educación ambiental. Sus 10 hectáreas nacieron cuando el ingeniero Carlos Murillo Depraect decidió crear un área verde para la ciudad, y donó su colección personal de plantas, fruto de años de aficionado a la botánica. Esta misión fue respetada con creces: en las 17 colecciones del jardín se resguardan más de 1000 especies de todo el mundo, algunas en grave peligro de extinción. Esto ha congregado también a más de 200 especies de fauna silvestre y 146 especies de aves.
Pero eso no es todo: estas variedades conviven con piezas de arte contemporáneo y espacios arquitectónicos de primer nivel, “introducidos al jardín con la finalidad de enriquecer la experiencia del visitante durante su recorrido”, relatan desde la institución. Así, la biblioteca, el espacio de investigación científica, la tienda, los auditorios, las bodegas, las oficinas y hasta los baños se engloban bajo un concepto arquitectónico que estudia los patrones geométricos y el comportamiento natural del árbol huanacaxtle. El resultado es una arquitectura desnuda y simple que se une sin fisuras al entorno verde. Por su parte, el arte se explaya en obras de 38 artistas a lo largo del recorrido, elegidas para producir experiencias sensibles y reflexiones sobre “temas sociales y naturales y su relación con la naturaleza”.
Av. De las Américas 2131, Culiacán. www.botanicoculiacan.org/inicio
6. Jardín Botánico de Río de Janeiro
Son muchos los que van a Río y se sacan una foto entre su famosa pasarela de palmeras imperiales. Considerado uno de los jardines botánicos más ricos e importantes del mundo, el de Río de Janeiro es también uno de los más difundidos y vistos en cientos de fotos y publicaciones gracias a su impactante belleza. Sus 84 hectáreas de bosque natural y 54 de zonas cultivadas (137 en total) albergan más de 40.000 plantas, una de las mayores selecciones del mundo. Fundado en 1808 con la llegada de la familia real portuguesa a Brasil, ofrece colecciones raras de especies como bromelias y orquídeas, además de árboles centenarios, una sección dedicada al Amazonas y muchísimas plantas exóticas.
Lo frondoso y húmedo de la vegetación tropical se observa a cada paso, sorprendiendo con este oasis de selva en el medio de una de las ciudades más ajetreadas del planeta. Y en medio del paseo, se asoman edificios históricos que enriquecen aún más la experiencia. Al final de la avenida de las palmeras, por caso, se observa la que supo ser la fachada de la Real Academia de Bellas Artes, demolida pero conservada en este gesto dentro de la historia de los cariocas. También puede verse la Casa dos Pilões, ejemplo de arquitectura colonial y una de las dependencias de la Real Fábrica de Polvo de la ciudad. Y vale la pena pasar por la Casa de la Emperatriz, un palacete colonial restaurado que hoy alberga la Escuela Nacional de Botánica Tropical, pionera en su género en América Latina.
Rua Jardim Botanico 1008, Río de Janeiro. www.gov.br/jbrj/pt-br.
7. Jardín Botánico de Buenos Aires
Esta lista sería incompleta sin el representante local, un jardín botánico a la altura de los mejores del mundo. El de Buenos Aires se lo debemos al reconocido paisajista Carlos Thays, que hacia 1892 era Director General de Paseos Públicos de la ciudad y decidió elevar a la intendencia un proyecto en el que proponía la creación de un jardín botánico de aclimatación. En ese mismo proyecto aconsejaba crearlo en el solar donde funcionaba el Departamento Nacional de Agricultura y el Museo Histórico Natural, especialmente idóneo por estar cerca de los paseos de Palermo y el zoológico. Su criterio fue tomado en cuenta, y el jardín se abrió en 1898. Pasarían varias décadas hasta que fuera renombrado en homenaje a su fundador, como lo conocemos hoy.
Este exponente se destaca por un edificio central de estilo inglés construido en 1881 sobre un proyecto del ingeniero militar Jordan Wysocky, por 33 obras de arte repartidas entre el verde (esculturas, bustos y monumentos) y por cinco invernáculos en los que residen especies con requerimientos ambientales específicos. En el recorrido abierto pueden encontrarse unas 5 hectáreas de flora argentina y otras 2 con especies provenientes de los cinco continentes. Además, cuenta con sectores que remiten a jardines históricos, como el francés o el romano. Pero quizás lo más bello del jardín sea la paz reinante. Ubicado entre dos avenidas bulliciosas, basta atravesar su fachada para acompasar la respiración con el latido vegetal y los cantos de los pájaros.
Av. Santa Fe 3951, Palermo. www.buenosaires.gob.ar/jardinbotanico.
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