La pequeña localidad de la Comarca Andina mantiene su carácter especial, alejada de la ruta 40 y como punto de partida de gran cantidad de senderos y atractivas exploraciones lacustres.
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Lago Puelo es, como su nombre lo indica, un lago. Es también un Parque Nacional, que se inició como un anexo del vecino PN Los Alerces. Pero además es una localidad donde viven de forma permanente unos 15.000 habitantes, que en verano son muchos más. Lago Puelo es todo esto: un lago, un parque y un pueblo que exploramos en una visita de seis días durante el mes de abril.
Su acceso está pocos kilómetros al sur de El Bolsón. Forma parte de la Comarca Andina del Paralelo 42, una microrregión que se desarrolla entre la frontera de Río Negro y Chubut, e involucra las localidades de Lago Puelo, El Bolsón, El Hoyo y Epuyén, y sus áreas rurales cercanas. Como a Puelo no la atraviesa la ruta 40 –hay que desviarse–, está más recluida.
Quienes visitan Puelo suelen cruzar el pueblo solamente para llegar al lago de 44 km2 de superficie y 180 de profundidad, y a su grata playa. Como El Bolsón no tiene lago propio vienen acá, que es el espejo de agua más próximo. En La Playita –playa de piedra y pasto–, la temperatura del agua superficial llega a los 18° por las tardes de verano y, por lo tanto, es bien concurrida. Los locales aseguran que, a 190 msnm, es el lago más caliente de la cordillera.
A varios, Puelo les resultó lo suficientemente atractivo como para quedarse. Eso le pasó a Alberto Boyer, que llegó en 1988, con 21 años, compró un terreno muy barato e instaló su carpa, hasta que construyó parte de lo que terminaría siendo su casa. Unos años después organizó su emprendimiento de salidas en kayak por el lago. Su idílica oficina es chiquita, de madera, y se encuentra a pasos del muelle del Parque Nacional.
Carina Noya y Pedro Adamow se instalaron en el paraje Cerro Radal. Son de Mar del Plata y vivieron 17 años en Ushuaia, desde donde partían siempre a recorrer el resto de la Patagonia. Lago Puelo les gustó, y cuando ella percibió una vez más la sensación de aislamiento (“aislitis”, dice) por el clima feo y gris, y por estar en una isla que sólo tiene acceso vial por Chile, dejaron Tierra del Fuego, se vinieron a la Comarca y tomaron la decisión de crear un viñedo en su casa.
Conocer sus historias es conocer un poco la esencia de este lugar, que arrancó con los primeros arrieros chilenos que cruzaron a principios del siglo pasado para asentarse en la región. Paso Puelo es hoy el límite geográfico con Chile y, al fondo del brazo oeste, la separación entre los lagos Puelo y Puelo Inferior. En el límite, en el sector que se conoce como Los Hitos, el río Puelo comienza su viaje de 90 kilómetros hasta desembocar en el océano Pacífico. De hecho, cuando se creó el Parque Nacional, se hizo como una manera de afianzar la frontera. Una cuestión más estratégica que conservacionista.
Actividades náuticas y caminatas dentro del Parque
El lago se disfruta desde el agua. Después de atravesar la villa y el portal de ingreso al Parque, se llega pronto al embarcadero: está a tres kilómetros del centro de la localidad y donde termina la ruta provincial 16. Navegamos el brazo que va a Chile en una lancha de Náutica Puelo. Son 18 kilómetros en un lago que suele mostrarse agitado, pero que hoy está planchado. No hay viento. Desde la embarcación se ven cascadas de deshielo que, a partir del cordón del cerro Tres Picos, hacen su aporte permanente al lago. En la Bahía de los Calabozos –dos bahías profundas y consecutivas–, el turquesa está muy marcado. La navegación es puro disfrute y, mientras timonea, el capitán da datos, pero no abruma. Explica que desembocan en el Puelo los ríos Turbio, Epuyén y Azul, y que allí también nace el mismo Puelo. Su coloración es fluctuante, dependiendo de arcillas glaciares que arrastran los ríos: es más intensamente turquesa en época de deshielo o luego de crecientes importantes. Dice que si se vaciaran las 4.500 hectáreas del lago se volvería a llenar en sólo 10 meses, ya que un estudio reveló que el lago evacúa unos 200 m3 por segundo, cantidad que se triplica en época de deshielo.
Para remar con el entusiasta de Alberto Boyer de Kayak Lago Puelo hay que ponerse el traje de neoprene, casco, chaleco y faldón. El ritual lleva un rato, pero es necesario para disfrutar sin riesgos la aventura: remera y botas de neoprene, campera semiseca impermeable, mitones, además de una charla técnica con los básicos de cómo manejarse –se sale acompañado del instructor–, y después “al agua”. La salida en el kayak de travesía triple va pegada a la costa y devela, no sólo un paisaje imponente, sino preciosos troncos sumergidos, la cercanía de patos maiceros, criollos, cisnes de cuello negro y cormoranes. El paseo elegido es breve –hay excursiones de distinta distancia y duración– y lleva por la costa norte del lago, rodeando la playita y la costa más allá, con el cerro Currumahuida de fondo.
El área más grande de uso recreativo del Parque se concentra en la cabecera norte, que por ser el punto de acceso principal recibe toda la afluencia de visitantes y reúne la mayor cantidad de actividades y servicios turísticos. Dos de los senderos más sencillos para caminar son El Pitranto Grande y el Mirador del Lago. El primero tiene unos 1.000 metros que recorren un bosque de pitras o pitrantos, a los que se les dice “pata de elefante” por la forma de su base y sus raíces. Como el nivel del lago cambia a lo largo del año, cuando está alto forma una playa elevada donde se forman piletones de agua estancada. Es en esos bajos inundables donde crecen las pitras o pataguas, que conforman un precioso bosque de helechos y árboles. Sus raíces forman una especie de esponja que retiene el agua y se va liberando paulatinamente.
El Mirador del Lago es un breve sendero de montaña que se inicia en el estacionamiento de La Playita y que trepa hasta una roca a 100 metros, donde se encuentra el mirador que ofrece una vista de casi todo el espejo de agua y de los cordones montañosos que lo rodean. El circuito El Faldeo-El Chucao es otra opción interesante de baja dificultad. Existen, por otro lado, senderos de largo aliento que permiten cubrir amplios sectores del Parque y son más complejos: a Los Hitos (9 km), a Huella Andina (12 km) y al Turbio por el faldeo del cordón Derrumbe (12 km).
Alojarse en Puelo
El descanso es en Linaje Hotel Boutique, el sueño que Antonella Brozzoni empezó a gestar en plena pandemia cuando no sabía qué destino darle a la casa familiar que había heredado de su papá en el paraje Cerro Radal. El predio, rodeado de montañas, tiene unas 20 hectáreas en la chacra Ángela, con mucha parquización: enormes sequoias y piceas azules, arrayanes, maitenes y abedules. Decidida a compartir este precioso espacio, llamó a su hotel Linaje por el lugar de su ascendencia –”una familia de trabajo y sueños”– e incluyó en el logo una castaña, ya que los árboles que dan ese fruto allí son muchos, aunque también hay una profusión de nogales, almendros y avellanos. Hay, además, una huerta gigante con frambuesas, frutillas, cerezas y guindas, y árboles frutales de ciruelas, manzanas y membrillos.
Con la idea de mantener la esencia de su hogar, Antonella conservó intacta la impronta más rústica que le había dado su padre –también los muebles– y le sumó un toque moderno con colores pastel, que la representa más a ella. Los nombres de las seis habitaciones no fueron casuales: “Lavanda”, “Gardenia”, “Peonía”, “Azalea” y otras flores que se ven desde la ventana de cada cuarto, o desde el balcón propio. Con las lavandas de la chacra fabrican un aceite orgánico que venden y con el que aromatizan sábanas y toallas.
Cuenta que su padre, Humberto Brozzoni, era muy hospitalario, le encantaba recibir gente y que estuvieran a gusto en su casa. Y asegura que siente el hotel como un gran homenaje a él. A sus huéspedes les cuenta su historia. Humberto migró de Brescia a Buenos Aires a los 10 años, durante la posguerra. Su familia armó una papelera y, cuando descubrió este rincón de la Patagonia, se dejó atrapar y organizó su vida acá cuando no había nada.
Pionera también fue Susana Sandoval. Aunque nació en el 49 en El Bolsón y pasó su niñez en la región “cuando Chubut todavía era Territorio Federal, y aquí había sólo 17 familias”, además de que luego vivió en Bariloche, Salta y Buenos Aires, años después, decidió volver, en 2001. La intención de Susana y su hijo Miguel Sosa era comprar tierra en la zona, pero fuera de El Bolsón, que les resultaba urbanísticamente desprolijo, y Puelo apareció como ideal. Aclara que, al “ser hija de esta tierra”, consiguió que los viejos pobladores le vendieran el terreno. “En esa época, por una cuestión cultural, si no te conocían, no te vendían”, asegura.
El proyecto de la casa propia se gestó con los ahorros de la familia sobre media hectárea del pueblo que, en aquel entonces, era pura rosa mosqueta y pequeños arbustos. Con el tiempo, Casa Puelo B&B quedó en plena zona residencial y gastronómica de esta pequeña urbanización de calles anchas y calles laterales (a las que acá les dicen “callejones”) y de un ritmo tranquilo donde se dejan las puertas sin llave. La hostería, cuya construcción artesanal supervisó Miguel durante 18 meses con mucho entusiasmo y aprendizaje –a pesar de tener cero experiencia en el rubro–, está hecha casi íntegramente en madera de ciprés obtenido de una estancia de la zona que se incendió. El rescate de la madera sana ha dejado indicios en algunos de sus nudos quemados, toda una originalidad. La mayoría de los muebles (camas, respaldos, mesadas de baño) son también de madera, en muchos casos de una pieza.
Recibieron su primer huésped en el verano de 2005, a pesar de que, en principio, el gran cabañón de madera no se pensó como alojamiento turístico. “Pero los que estaban de paso veían que era una linda casa y nos pedían alojamiento porque no tenían dónde quedarse”, cuenta Susana. Entonces lo ofrecieron.
Susana está a cargo de la atención de los huéspedes y Miguel se encarga más de la promoción. Además, como vicepresidente de la Cámara de Turismo de Chubut, promueve el destino e impulsa proyectos para el bien de todo el sector. Ahora, están tratando de lograr una entrada vehicular a Chile a través del paso Puelo y en el Corredor de los Andes. “Al ser fin de camino, la demanda es hoy estacional: eso puede cambiar si se concreta el paso”, sostiene Miguel.
Vinos y dulzuras
Es de tarde en los faldeos de El Hoyo, y después de un recorrido costeando las 14 hectáreas de viñedos de Patagonia Wines, que termina en un gran mirador elevado, concluimos la jornada con una tabla de fiambres y quesos junto a la salamandra, disfrutando de una degustación de varios de sus vinos. También ofrecen a las visitas una canastita de pícnic para hacer el plan afuera, si el clima acompaña. En época de vendimia es divertido: en la bodega organizan un festival en que se cosecha a modo de competencia y quien vuelca más cantidad de uvas gana. La visita incluye la explicación de cómo se elabora el vino, desde el racimo hasta el embotellado y el etiquetado.
En 1998, Bernardo Weinert, propietario original de Patagonian Wines, demostró que, si se implantan los viñedos en el lugar correcto, en Chubut también se pueden elaborar buenos vinos. En las laderas de El Hoyo encontró las condiciones favorables para el cultivo. Además de la mayor cantidad de horas de sol, el viento ayuda a robustecer la planta, y la disposición sobre el faldeo hace que el agua escurra y que la vid absorba lo que necesita. A través de particulares métodos antihelada, las plantas están protegidas.
Si algo combina bien con el vino es el chocolate. Aquí los elabora la santafesina Marcia Fernández quien estudió cocina en el IAG y se metió en este mundo cuando cursó pastelería superior. De ahí en más, se concentró en perfeccionarse y trabajar siempre con productos de calidad para elaborar artesanalmente bombones y chocolates. Abrió en octubre de 2020 con la idea de lograr combinaciones sabrosas y originales: por ejemplo, lavanda lima y chocolate blanco, naranja y cedrón, café y cardamomo… Además, de las tabletas, el chocolate en rama, y las avellanas y almendras bañadas en chocolate, hace alfajores, trufas y pastelería como croissants, pan de chocolate y rolls de canela. Todo de presentación muy atractiva.
Otro clásico de El Bolsón es la heladería Humus de la Montaña. La chacra está muy cerca del centro de Lago Puelo, y puede visitarse, donde se explica todo el proceso de los quesos, la siembra de semillas y elaboración de pasturas, y la producción de fruta fina con la que hacen los helados.
Hacia el Cajón
Dicen que al famoso Cajón del Azul, habilitado entre septiembre y abril, hay que ir fuera de la temporada alta. Esto se constata apenas se llega a la chacra Wharton, el punto de inicio para emprender las caminatas, donde hay enormes estacionamientos que en el mes de abril están poco ocupados. También se nota en el ancho considerable de la senda por la que se camina (que al principio se comparte incluso con camionetas) y en la cantidad excesiva de servicios que se ofrecen a lo largo del trayecto. “Se fue de las manos”, advierten en Puelo. Vamos en otoño, la expectativa es vivir la caminata con cierta tranquilidad, aunque con esfuerzo, ya que vamos y volvemos en el mismo día y los días son cortos. Hay quienes hacen el sendero a caballo o en bicicleta. En el trayecto, verificamos que el trekking conecta también otros circuitos y refugios encadenados, y que hay caminantes que suben a la montaña por varios días antes de registrarse en la web de Anprale (Área Natural Protegida Río Azul-Lago Escondido).
El sendero está delicadamente tapizado de minihojitas de coihue. A las tres horas de caminar se arriba al primer refugio (“La Playita”, se llama), y un rato después al “Rinconada”, al que se llega por una pasarela colgante que atraviesa el río Azul y donde un cartel advierte que sólo se suba si se va al refugio (no para la foto, por favor). A los pozones de color turquesa del Azul, que tan instagrameables son y que suelen ser el objetivo del trekking, se accede luego de un tramo de una media hora más. Pocos saben que los pozones no son el cajón propiamente dicho. Resulta que de esos preciosos pozones sale un sendero que, después del refugio “Cajón del Azul”, lleva al verdadero cajón y al nacimiento del río. Es el lugar donde el río está encajonado: se ve desde una altura que da mucho vértigo por la presencia de precipicios. “La mayor parte de la gente llega a los pozones, a los que extrañamente llaman cajón”, explican en el refugio. Y se pierden del verdadero encajonamiento.
En el otoño, la hora máxima para emprender la vuelta son las cuatro de la tarde para caminar con luz. Nuestro regreso será entre luces y sombras, más algo de oscuridad, y mucho cansancio. Desandamos en auto los 40 minutos hasta Lago Puelo, donde nos recibe, ya bien entrada la noche, Susana, en Casa Puelo, como una madre preocupada y con una excelente ducha caliente.
Dónde dormir
Linaje Hotel Boutique & Relax Cerro Radal lote 35 a. T: (294) 456-3133. linajepatagonia@gmail.com linajepatagonia.com.ar Ubicada en Cerro Radal, una antigua casa familiar rodeada de un gran parque con seis habitaciones remodeladas cada una con su impronta: cuatro están en la casa principal y dos frente a la pileta; además la casa Doménica tiene dos habitaciones y cocina completa. Hay piscina exterior climatizada, solárium y sala de juegos con mesa de ping pong, pool y metegol. El riquísimo desayuno es servido con productos de la propia chacra. Con cargo adicional, se pueden solicitar almuerzos o cenas. No se aceptan menores. Desde u$s 160 + IVA la doble.
Casa Puelo B&B Ruta 16 Km 10. T: (294) 449- 9539/ 437-8031. www.casapuelo.com.ar Construcción patagónica con el encanto de la madera, Casa Puelo tiene cinco habitaciones con distinta capacidad, más una cabaña para hasta siete personas: una matrimonial con jacuzzi otra grande para 5 personas con bañera e hidromasaje, una triple con frigobar, y una doble más pequeña. Gran y cálido estar con chimenea, y zona de comedor. Camas grandes y comodísimas, ideales para descansar después de activas jornadas en el Parque y alrededores. Baños súper espaciosos y excelentes duchas. Desde $104.000 la doble, la cabaña para seis desde $180.000. Todas las habitaciones, menos la cabaña, incluyen desayuno.
Wild Cabañas Boutique Av. de los Alerces 127. T: (294) 422-6323. wildcabañas.com Abiertas en diciembre de 2023, trío de modernas y cálidas cabañas para 5 y 6 personas, ideales para familias. El lugar, con vista abierta hacia la precordillera y al Currumahuida, tiene un jardín recién parquizado, huerta, un quincho abierto con mesa y parrilla, mesa de ping pong, y fogón que se enciende al atardecer. La anfitriona, Jimena Zárate, cuenta con experiencia en administración hotelera y gastronómica, y está atenta a cada detalle. Concretó el proyecto pensando en las cabañas en las que le gustaría alojarse cuando viaja. Junto a su marido, comparten con sus huéspedes los secretos para disfrutar de la zona. Si se les avisa con anticipación ofrecen comida casera a la carta. En temporada baja, desde u$s 51 + IVA la noche sin desayuno.
Dónde comer
Luz de Luna T: (294) 489-8983. IG:@luzdelunaresto Después de unos años sin cocinar, Iván Montero descubrió que no puede estar sin hacerlo y reabrió su restaurante gourmet con 14 años de trayectoria en Lago Puelo. Atendido por su dueño chef, ofrece sopa de cabutia y huevo poché, osobuco braseado sobre emulsión de papas, una riquísima variedad de risottos –berenjenas ahumadas y pesto de tomate seco, o langostinos marinados en aceite de dendé y salsa de pescado–, goulash con spätzle, woks, gírgola grillada en ensalada de verdes y frutos secos, paleta de cordero en cocción lenta, gravlax de trucha, entre mucho otros. Además, postres. Abierto de martes a domingos de 12 a 15.30; de jueves a sábados de 20 a 23.
Sepia RP 16 y Av. De los Alerces. IG: @sepia.te Con algunas opciones para el almuerzo –sandwichería, tartas y ensaladas, hamburguesas de porotos– este local donde predomina el blanco y los colores pastel en la decoración se ofrece de todo para pasar una rica tarde. Además de tés de blends propios hechos con tés agro ecológicos e ingredientes de distintos orígenes y tipos (la dueña, Ana del Moro se certificó como sommelier de té), tienen pastelería hecha en el lugar (carrot cake, marquise, soufflé de nuez, medialunas). También cuentan con un pequeño almacén para la venta de blends y demás. Abierto de 9 a 13.30 y de 16 a 20.30. Fuera de temporada, cierra los martes.
Casa Koko T: (221) 612-1380 Av. Arrayanes e/ Los Coihues y Los Cipreses. En un pequeño y atractivo local ofrecen panes de masa madre, almuerzos con focaccia, tartas, hojaldres salados, repostería con harinas alternativas, hojaldrados de estilo francés, chipá, café de especialidad. Se puede llevar o consumir en el lugar. Lunes a viernes de 8.30 a 20, sábados de 8.30 a 15.
Kissa T: (2944) 62-6685 Av. Arrayanes y Av. Los Notros. kissa.chocolates@gmail.com Además de sus originales y ricos chocolates, ofrece un par de mesitas en el local para sentarse a tomar un rico café y degustar alguna de sus delicias. En temporada alta, todos los días, de 9.30 a 13.30 y de 17 a 21. En baja, cierra domingos.
Iori. Sarmiento 2920. El Bolsón. T: (294) 496-3028 Ubicado en El Bolsón, es una opción distinta súper valorada por la gente que llega por recomendación para deleitarse con platos de ramen, sushi y cocina fusión que incluye comida coreana y del Sudeste Asiático, tailandesa y también peruana. En una casa muy atractiva de 80 años –fue peluquería y luego mercería–, Manuel Murillo y Leandro Pavese armaron este espacio que tiene un precioso patio con Buda y un estanque con peces que se habilita en los meses más calurosos. Pruebe el crocante de tapioca con tinta de calamar, con tartare de atún rojo, palta y mango; tuna tataki; nigiris de atún; tiradito de trucha con salsa huancaína y baby corns; baobuns, panes al vapor rellenos con langostino en panko o cerdo con encurtido de verduras. Todo delicioso. Todo el año, de miércoles a sábados de 19.30 a 23. También hacen delivery.
Paseos y excursiones
Náutica Puelo T: (294) 493-6162/460-9248/480-5891. www.nauticapuelo.com.ar Concesionaria oficial del Parque Nacional Lago Puelo para paseos lacustres. Cinco familias de Lago Puelo –antiguamente prestadores independientes con embarcaciones chicas–, se reunieron para formar la empresa: tienen una embarcación para 60 personas y un semi-rígido de 45 plazas. Ofrecen un circuito costero (40 minutos), el Circuito de las Bahías de una hora y media de duración, y el circuito al límite con Chile con la opción de trekking.
Kayak Lago Puelo T: (294) 421-7819 www.kayaklagopuelo.com.ar Travesías y excusiones guiadas por Alberto Boyer que diseña salidas de diferente largo y dificultad. Incluyen equipos, indumentaria náutica deportiva, guías instructores, fotos y videos digitales. Tienen kayaks singles, dobles y triples, y no hace falta tener experiencia previa. Están todos los días –salvo días de clima muy adverso– en el sector muelle del Parque, de 13 a 20. En la mayor parte de las salidas trabajan con reserva.
Patagonian Wines RN 40 Km 1901. El Hoyo. T: (297) 429-1124. www.patagonianwines.com Además de visita a la bodega para conocer el proceso de elaboración, ofrecen todo el año experiencias enológicas como degustación de sus vinos y espumantes acompañados de tablas de fiambres, o picnic entre los viñedos. También actividades exclusivas de vendimia, como cosecha, pisado de uvas y parrilla compartida. Para llegar se siguen desde el Km 1901 de la RN 40, los carteles naranjas que conducen a la misma. Cierra domingos.
Humus de la Montaña Camino de los Nogales 4293. T: (294) 445-5336 Heladería: (294) 449-1218. IG: @humusdelamontana Para visitar cerca de El Bolsón, la chacra ubicada a 2,4 km del centro es un lugar en un entorno natural donde se disfruta al aire libre de los productos que elaboran con materia prima orgánica y de calidad proveniente de la misma chacra. Producen fruta fina, productos lácteos y helados artesanales de sabores exquisitos. Tienen variedades de queso: cordillerano (pasta blanda), cordillerano especiado, cordillerano ahumado, montañés (pasta semidura), de rallar (pasta estacionada), cordillerano de cabra y montañés de cabra. Ofrecen visitas guiadas a la chacra. Sala de ventas de 9 a 14.30. Domingos cerrado.
Jauja Sobre RP 16. jauja.com.ar comunicación.jauja@gmail.com En un precioso predio en Lago Puelo con vista al Piltriquitrón y la cordillera de los Andes, se visita sobre la RP 16 la fábrica de esta tradicional heladería. Allí también se elaboran –y se degustan– los chocolates. En Jauja no usan ni colorantes, saborizantes, esencias, o agentes de batido, y trabajan con materia prima noble. Además de los clásicos sabores elaboran el muy aplaudido calafate con leche de oveja, el Jaujajor (helado de alfajor con dulce de leche natural y pedazos de alfajor), mousse del Piltri (una mousse de dulce de leche con almendras caramelizadas, su helado estrella que hace honor al cerro que corona la zona), merengueche (helado de dulce de leche con pedazos de merengue), sauco de la pasión (mousse de maracuyá con dulce de sauco), limsau (limón con flores de sauco). Para los más valientes, también hay helado de mate cocido con leche y tres de azúcar, la crema del desoriente (de sésamo blanco y negro confitados) o el mascaroqueta (mascarpone, dulce de mosqueta y roquefort). La visita se realiza de lunes a jueves de 11 a 14, con reserva previa, en diferentes modalidades y precios. En El Bolsón está el restaurante Jauja original, con cafetería y producción de pastelería y viennoiserie.
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