Andrea Díaz y Leo Guiñazú están, hace 12 años, al frente de la marca de alfajores de Uribelarrea. Y no solo eso, los elaboran completamente: desde las tapas al envoltorio de los trece gustos, uno más rico que el otro.
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Si lo que buscan es una pulpería, en rigor de verdad, ahí no la encontrarán. Mejor dicho, lo que La Pulpería de Uribelarrea tiene de pulpería es que es una tienda que vende diversos artículos regionales como ponchos, materas, mates y bombillas, alpargatas, chocolates, licores y, claro, alfajores. En otra época, funcionaba en un antiguo almacén de ramos generales que tenía espíritu de pulpería. Pero de eso quedó el nombre y una fuerte convicción de transmitir la historia de manera oral, de que no se pierda el conocimiento de algunas costumbres de antaño. “Queda en la esencia oral, yo no dejo de explicarle a los nenes que vienen que no vendemos pulpos. Las pulperías eran otra cosa”, dice Leo Guiñazú, uno de los dueños de la marca.
Ahora, La Pulpería de Uribelarrea se encuentra en Hermana Gufanni, una callecita de Uribelarrea, este pueblo que pertenece al partido de Cañuelas. Y es en esta callecita donde se elabora algo muy especial que diferencia a este lugar de cualquier otro: un alfajor. Mejor dicho, 13 alfajores, la cantidad de sabores que ofrecen en este dichoso paraje que, actualmente, presenta la forma de food truck, hasta que el proyecto que ya tienen en marcha y muy avanzado, inaugure en menos de dos meses: un local con elaboración a la vista.
Chocolate semiamargo con dulce de leche, chocolate semiamargo con dulce de leche y nuez, semiamargo con dulce de leche y ron, relleno con crema moka, con frutos rojos, chocolate blanco con dulce de leche, blanco con nuez, blanco con crema moka, glaseado con dulce de leche, con membrillo y manzana, maicena con dulce de leche, ¡integral relleno con manzana! Triple XXL (chocolate semiamargo relleno con dulce de leche y crema de chocolate). “No escatiman en cantidad de relleno, la capa es húmeda y suave, no se deshace con solo mirarla”, “Quedé locamente enamorada de sus sabores intensos y deliciosos”, “los alfajores son perfectos, húmedos y ricos”, “...son una locura, el XXL es un lujo”. “...una capa de dulce de leche, y otra de mouse de chocolate que es increíble”, “Me los llevaré de viaje, para mi familia de Brasil y Bolivia, así se enamoran igual que yo de sus delicias”. Estos son algunos de los comentarios que la gente deja en Google después de probar los alfajores.
Antes de los alfajores
Él, Leo Guiñazú, como muchos otros habitantes del pueblo, estudió en el Colegio Salesiano Don Bosco, de Uribelarrea. Sus hijas también estudian ahí, eso significa que se están formando en la misma institución a donde fueron sus bisabuelos. Además, Leo es cocinero y profesor en la Facultad de Veterinaria, en un Colegio Agropecuario de 15 años de existencia, que depende de la Universidad de Buenos Aires. Todos los jueves viaja desde Uribelarrea a Capital Federal, a dictar clases de elaboración de quesos, dulce de leche y dulce de frutas, lo que aprendió en el famoso Don Bosco. El resto de los días, hace alfajores junto a Andrea Díaz, su compañera. Andrea nació en la ciudad bonaerense de Lobos, hizo la primaria en la Escuela Nro. 1, un hermoso edificio que ocupa un tercio de manzana; algún tiempo cursó la carrera de Administración de Empresas en la UTN de Pacheco, pero se recibió como Analista de Sistemas en otra institución. Cuando se mudó con Leo a Uribelarrea, puso una peluquería que cerró el día en que empezaron con la elaboración de los alfajores, hace diez años.
2001, la odisea de Uribelarrea
En 2001, mientras el país estallaba, un grupo de vecinos emprendedores pensaron en Uribelarrea como destino turístico de fin de semana. “Fue remar en dulce de leche como todos los emprendedores”, recuerda Leo (frase que parece el colmo de un productor de alfajores), pensando en aquella época y en este grupo de uribelarrenses que iba contra corriente. Así nació, hace más de veinte años, La Pulpería de Uribelarrea y otros locales igual de conocidos y con la misma trayectoria: el restaurante Palenque, El Valle de Goñi, un tambo de queso caprino y, al tiempo, los buenos chacinados de Pueblo Escondido (todos estos lugares se pueden visitar actualmente).
Por el 2013, Andrea y Leo, que ya tenían una talabartería que funcionaba en aquel almacén de ramos generales, quisieron darle una vuelta al negocio, empezar a elaborar algo artesanal que el turista pudiera llevarse como “delicioso” recuerdo. Tomaron la historia de Cañuelas, Capital Nacional del Dulce de Leche, como puntapié inicial. Buscaban hacer un subproducto con el dulce de leche, y así nació la ideal del alfajor. “Alfajor, colación, bocado en sí mismo de un pedazo de torta que uno pudiera comer. Una ración que viene del ejército turco, porque la idea era traer algo dulce, un postre que durara mucho tiempo, de dos galletitas con un relleno”, explica Leo. Y esto nos da alguna pauta: La Pulpería de Uribelarrea, aunque hoy sea un espacio moderno, también se puede decir que es una pulpería. Ellos dos se ocupan de que así sea. Venden alfajores y otras cosas que busca el viajero, pero además transmiten la historia del pueblo, la cuentan y la preservan.
Trabajar mucho para poder descansar
Los lunes viajan a Cañuelas a buscar la materia prima: harina de Molino Cañuelas y dulce de leche de Lácteos Mayol, producido en Udaondo. Regresan a Uribelarrea y, después del mediodía, elaboran los bloques de masa para hacer las tapas de alfajores. Esto quiere decir que no las compran hechas (un gran punto a favor). Los martes hornean durante seis y siete horas: se saca la masa del frío, se estira, se corta y se hornea. Los miércoles rellenan y bañan todas las variedades de chocolate negro, eso les lleva todo el día también. Los jueves, mientras Leo da clases en Capital, Andrea elabora las tres variedades de chocolate blanco; por la tarde envuelve y etiqueta. Los viernes hacen los alfajores de maicena, harina integral y glaseados y, si les queda tiempo, fabrican chocolate, mermeladas y licores. Los fines de semana atienden al público, venden lo que produjeron de lunes a viernes. Y todo el mundo se hace la misma pregunta, cuándo descansan. “Nos parece que es un buen producto, aunque nunca descansamos”. No por ahora. Los dos tienen un plan y van por buen camino. Están construyendo una sala de elaboración a la vista. La idea principal de este nuevo proyecto, además de una ampliación en metros cuadrados, es poder hacer las masas de las tapas los días domingos, entre algún hueco que pudiera generarse en la atención al público, y así poder tener el día lunes sea para descansar.
Próximamente, elaboración a la vista
Lo primero que se ve de la futura sala de elaboración es el símbolo de “usted está aquí”, muy parecido a una gota de agua con la punta hacia abajo, y con un mordisco, igual al mordisco que le podríamos dar a un alfajor (un rico alfajor). Está hecho con luces de neón y cuelga detrás de un vidrio, llama la atención. Después de diez años de trayectoria, Andrea y Leo pueden decir que hacer alfajores, aunque el camino haya sido arduo y de mucho esfuerzo, es una satisfacción. Producen de 500 a 1000 alfajores por semana y los venden todos. Fueron llegando a su propia receta a prueba de errores, investigación y degustaciones. Una vez por año, para El camino del vino (en Uribelarrea, los meses abril y septiembre), hacen alfajores especiales con una reducción del vino local, de uva Tannat, que usan como relleno de un alfajor de vino tinto. Todavía no participaron del Campeonato Mundial del Alfajor en La Rural, porque temen no dar abasto. Yo creo que si le preguntaran a sus fieles seguidores, Andrea y Leo se sorprenderían gratamente: muchos darían lo que fuera por ver un stand con las trece variedades de alfajores y un cartel indicador, como si fuera la bandera de Uribe, “La Pulpería de Uribelarrea”.
DATOS ÚTILES
Dirección: Hermana Gufanni 365. T: (02227) 15479809 y (02227) 15554382. IG: @lapulperiadeuribe. Días y horarios: sábados, domingos y feriados de 10:30 a 19:00 hs.
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