Playas perfectas, pueblos medievales, fusión de culturas y una colección de paisajes que contrastan de norte a sur son algunas de las razones para visitar esta gran isla italiana.
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Llegamos a Cerdeña y la bandera que ondea fuera del aeropuerto de Cagliari no es la tricolor verde, blanca y roja, sino otra de fondo blanco con una cruz roja y cuatro cabezas negras en cada ángulo. Será esta la bandera que veremos en toda la isla, como si Cerdeña, una región autónoma de Italia y la segunda isla más grande del Mediterráneo después de Sicilia, fuera un país en sí mismo.
Por su posición estratégica en el Mediterráneo, fue invadida casi ininterrumpidamente por todos los imperios y pueblos vecinos, lo que no hizo más que fortalecer su identidad. Fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos, árabes y españoles –fue parte del reino de España hasta el siglo XVIII– han dejado una huella en la arquitectura, en la cultura, en las tradiciones, en los dialectos de la isla, pero ninguno pudo doblegar el orgullo sardo, que siguió intacto.
Hoy, sus 2.000 kilómetros de costa, con más de 300 playas y ciudades medievales, reciben la invasión pacífica del turismo masivo, en especial la bulliciosa de los italianos en los meses de julio y agosto, y la silenciosa de los cataríes y rusos, que compran los terrenos más caros y levantan mansiones infranqueables.
Llegar a la isla es fácil. Vuelos low cost trasladan en poco más de una hora de Barcelona a Olbia en el noreste, o a Cagliari en el sur. El plan perfecto es llegar por una ciudad y partir por la otra para recorrer en auto la isla, que es apenas más grande que la provincia de Tucumán.
La capital es Cagliari, donde viven 150.000 almas, que se triplican en verano con la llegada de los turistas. El mejor lugar para empezar es el barrio antiguo de Castello, que se encuentra en la colina más alta y, como sugiere el nombre, albergó un castillo amurallado, donde vivió el virrey de Cerdeña en el siglo XII. La manera de acceder es por las escalinatas del bastión de San Remy, que si bien no es tan antiguo –data de fines del siglo XIX–, se asienta en murallas del siglo XIV. Una vez arriba, una extensa terraza ofrece una vista panorámica de la ciudad, sus tejados, las cúpulas de las iglesias y, más allá, el azul del mar y su puerto, uno de los más importantes del Mediterráneo.
Desde esta terraza parten callecitas empedradas que de pronto dan a la Torre del Elefante y a la Torre de San Pancracio, construidas en 1307 como parte de las fortificaciones de la ciudad ante la inminente invasión de los aragoneses. La del Elefante es fácilmente identificable porque tiene un curioso elefante pequeño tallado en piedra, que sobresale de la torre, y por el escudo de armas de la poderosa familia toscana Visconti esculpido en la pared. Por tres euros se puede subir y ver la ciudad desde lo alto. También es posible ascender a la de San Pancracio, que es aún más alta.
Entre plazoletas donde alguna vez se exhibieron las cabezas del invasor de turno, aparece el Palazzo Regio, que fue la residencia de los virreyes de España y de los Saboya, justo al lado de la catedral de Santa María.
A los pies del Castello se extiende el barrio de la Marina, también histórico, que llega hasta el puerto y la estación de ferrocarril, y donde se destacan algunos edificios espléndidos sobre Via Roma, como el ayuntamiento o Palazzo Civico, en italiano. Sobre la calle Largo Felice y las callecitas adyacentes se suceden las cafeterías, restaurantes y negocios donde se detectan las primeras prendas de lino. Aquí también se concentra la vida nocturna.
Si bien la oferta hotelera en Cagliari es amplia, Palazzo Doglio es, más que un cinco estrellas, un polo social para los locales. Comparte una plaza con una gran fuente, restaurantes y heladerías, maneja un teatro y organiza eventos para la comunidad.
Poetto es la playa urbana de Cagliari, de arena fina y ocho kilómetros de extensión. Estacionamiento, bares, restaurantes, alquiler de sombrillas y reposeras, niños con baldecitos y palas, pelotas, parejas sacándose selfies, todo esto es Poetto. Las aguas son calmas y poco profundas. Hay que llegar en auto o en bus porque está a 20 minutos del centro. Es también un buen lugar para ver el atardecer en alguno de sus bares con un Aperol Spritz.
Alghero y Costa Smeralda en el norte
Poco menos de 250 kilómetros separan Cagliari de Alghero, en la provincia de Sassari, en la costa noroeste. En la ruta atravesamos colinas sembradas de olivares y viñedos de cannonau, la uva tinta regional, y de vermentino, la blanca.
Esta ciudad del siglo XII es posiblemente la de mayor encanto. Tras una caminata de 10 minutos al lado del mar desde el hotel Villa Las Tronas, llegamos al centro histórico. A lo lejos se ve la Torre Sulis, nombrada así por Vincenzo Sulis, que pasó 22 años encerrado en ella. Es la primera, la más alta y ancha de la media docena de torres de esta muralla costera en el perímetro del casco antiguo. Su nombre hoy es paseo marítimo Marco Polo, que va desde la Torre Sulis a la de la Polveriera. En el recorrido se ven las enormes catapultas y grandes bolas de piedra listas para defenderse, como si aún esperaran una invasión por mar. En la segunda torre, la de San Giacomo (Sant Jaume), funciona un acuario y el Museo del Coral. Y, desde la Polveriera, se ve el puerto con cientos de yates.
La muralla encierra el casco histórico, que invita a perderse entre las joyerías que utilizan el coral, los cafés, las pizzerías, las heladerías, las tiendas de ropa de lino y las de souvenirs, entre los que no faltan el queso pecorino y el licor de mirto, una baya típica de la isla. Este centro peatonal adoquinado muestra la influencia catalana en la denominación de calles, plazas e iglesias. Así se aprende que el nombre Alghero es catalán, y alude a la presencia de algas. En torno a la Piazza Civica o del Poul Vel se encuentran los edificios de estilo gótico catalán, como el Palacio de Ferrara, la Casa de la Ciutat y el Palacio de la Duana Reial. Con suerte, hay un casamiento en la catedral de Santa María, o en la del Carmelo, con su gran retablo dorado, o en la de San Miguel, con su cúpula de mayólica de colores, una de las postales de Alghero.
La ciudad tenía un ingreso por tierra que se cerraba en una gran puerta; es la Torre di Porta Terra. Está rodeada por una plaza que de noche es muy animada. En un restaurante cerca de esta torre probamos los primeros culurgione, la pasta rellena típica de Cerdeña, y spaghetti alla bottarga. Las botargas son huevas de pescado saladas y secas, un sabor muy intenso que no es para cualquiera. Al día siguiente almorzamos en el Mercato Civico Alghero, entre los puestos de fruta, verdura, carne y pescado, en un restaurante sencillo que prepara platos con frutos de mar fresquísimos.
Alghero fue fundada en 1102 por los Doria, una familia de nobles genoveses. Su casa de estilo renacentista y hermosas ventanas góticas aún subsiste en la calle Principe Umberto 11. La ciudad fue conquistada por los aragoneses en 1354 y el catalán pasó a ser el idioma oficial; el dominio aragonés se mantuvo hasta 1720.
Si bien gran parte de la costa urbana es rocosa, las playas son aptas para el baño porque sus aguas son calmas y se forman piscinas naturales a las que se accede fácilmente. Hay algunas con orilla de arena a minutos del centro, como María Pía y, para muchos, la mejor de todas, 10 kilómetros al norte, Le Bombarde, de arena increíblemente fina y blanca, rodeada de un espeso bosque de pinos.
A media hora del centro está la gruta de Neptuno, accesible por tierra mediante una escalera de 656 escalones –que después hay que subir– que llevan a un lago interior con estalactitas. También se puede entrar por mar en embarcaciones que salen del puerto.
Otro paseo en las afueras de Alghero es el pueblo de Bosa, a una hora en auto. Es una pequeña ciudad de pescadores que se desarrolla al pie del Castillo de Serravalle, del siglo XII, atravesada por un río y un puente. Desde una de las orillas hay un punto panorámico para admirar el conjunto del castillo con las casitas de colores.
De vuelta en la ruta, nos dirigimos al noreste, a la famosa Costa Smeralda, que se presenta como el punto más alto del viaje. En el camino, cinco Ferraris nos pasan a la velocidad de un autódromo, anticipo de lo que encontraríamos en el destino. En esta costa de la región de Gallura están las playas más espectaculares y el archipiélago de la Maddalena. No sorprende entonces que aquí se concentren los hoteles de lujo como Cala di Volpe y Pitrizza, el Pevero Golf Club, restaurantes sofisticados, clubes exclusivos como Billionaire y mansiones descomunales que los locales dicen que están siendo compradas por rusos y cataríes.
En 1962, Karīm al-Hussayni, el Aga Khan IV, quedó maravillado por la naturaleza de esta costa cuando su yate recaló casi por accidente. Entonces compró terrenos y, junto con amigos, construyó casas, hoteles y restaurantes bajo estrictas normas que respetaran el ambiente. El corazón sería Porto Cervo, un pequeño pueblo levantado dos años más tarde alrededor de una ensenada natural que se asemeja a un ciervo. Y acabó convirtiéndose en el Consorzio Costa Smeralda, una marca registrada que gestiona 3.500 hectáreas con una costa de 55 kilómetros.
Porto Cervo tiene una plaza central rodeada de tiendas de lujo –Gucci, Vuitton, Dior–, galerías de arte, restaurantes, una importante marina y el hotel Cervo. En sus años dorados, era frecuentado por los Agnelli, los Grimaldi y los reyes de España; después Hollywood puso sus ojos aquí y en 1977 se filmó la película de James Bond La espía que me amó, y así llegaron las celebridades y los paparazzi, y el perfil exclusivo cambió. En los 90, Aga Khan vendió su tesoro a un magnate de la hotelería norteamericana, y luego llegaron los días de las fiestas de Berlusconi en Villa Certosa. En 2012, el emir de Catar pagó 750 millones de euros para quedarse con este diamante, que sigue siendo preferido por celebrities como Adele o Bradley Cooper, que se hospedan en estos hoteles o alquilan yates de lujo.
Costa Smeralda tiene algo de irreal, una especie de parque de diversiones para famosos y billonarios. Pero no todos son hoteles de ultralujo, hay excelentes opciones para hospedarse, como Luci di la Muntagna, un cuatro estrellas con un restaurante en una terraza para disfrutar de una burrata con tomatitos cherry o un carpaccio con una copa de vermentino.
Y porque todo tiene su lado B, entre Lamborghinis y Ferraris, se suele ver, sobre todo fuera de los meses de julio y agosto, motorhomes de distinto porte con parejas con niños pequeños. Son familias europeas de clase media que llegan en ferry desde puertos italianos y españoles. En el fondo, Cerdeña sigue siendo una isla de pastores de ovejas; el queso pecorino, un queso duro de leche de oveja, es originario de Cerdeña y Sicilia.
En busca de esa Cerdeña auténtica, recorremos dos de los cinco senderos de Pevero –en total suman 13 kilómetros–, en el monte Zoppu, entre matorrales bajos, la vegetación típica de la isla. Subimos a sus miradores con vistas increíbles, bajamos hasta dar con una cala –más pequeña que una playa– que invita al chapuzón, y descubrimos lugares donde los pastores reunían las ovejas, una antigua fuente de piedra y una prensa de uso común para moler trigo. Vestigios de una antigua vida rural que ya no existe, porque hoy las ovejas se crían en corrales. También vemos carteles que advierten sobre la presencia de jabalíes. Le consultamos a nuestro guía, Federico Casula, por qué los restaurantes no preparan platos con jabalí: “Eso lo guardamos para nosotros”, responde con una risita. Así es el orgullo sardo.
Nos cuesta entender que, más allá de Porto Cervo, no hay un centro urbano, como en Alghero o Cagliari, sino que casas, hoteles y restaurantes están dispersos en las colinas y ensenadas que el mar dibuja en su costa, todos con preciosos jardines llenos de flores. Siguen días de subir y bajar por las laderas por curvas cerradas hasta dar de pronto con una playa o una cala como las de Piccolo Pevero, de 120 metros, Romazzino, Capriccioli o Petra Ruja, entre otras: arena fina, agua turquesa, entorno de rocas rosadas, todo lo que uno puede pedirle a una playa perfecta. La mayoría tienen estacionamiento pago con un sistema automático que es difícil advertir, hasta que el ticket de multa aparece en el parabrisas. También suele haber restaurantes y servicio de playa, aunque en otras no hay nada. Lo curioso es que, a pesar de que el clima invita a bañarse en el mar desde junio hasta octubre, los bares de playa abren dos meses al año, julio y agosto. Lo mismo ocurre con la mayoría de los hoteles y restaurantes. Esto da una idea de por qué, durante esos dos meses de verano, las playas explotan de gente, los hoteles están completos y quien no reserva en un restaurante se queda sin comer. Este dato también lo conocen los viajeros de motorhomes, que disfrutan de esta naturaleza única sin las aglomeraciones de los meses previos o posteriores.
Baja Sardinia es una de las playas más extensas, con servicios y hoteles de precios más accesibles, restaurantes y negocios para comprar un pareo, un gorro, un protector solar.
Uno de los paseos imperdibles es navegar hasta el archipiélago de la Maddalena. Sobre la ruta, hacia Olbia, abundan los amarraderos que alquilan, con tan sólo un carnet de conducir un auto, una embarcación sencilla para dos o cuatro personas. Les dan un par de instrucciones básicas al turista, le insuflan confianza, le aseguran que las aguas son tranquilas y allá van los amateurs en su bautismo timoneando una lancha por el Mediterráneo. Y así es como se los ve tantas veces perdidos, echando el ancla exactamente al revés de lo que deberían haber hecho, sin poder encender el motor, y finalmente escoltados por la marina de vuelta al puerto. Nadie protesta demasiado porque es un buen ingreso para los pescadores, a quienes les es más rentable alquilar su lancha que salir a pescar, pero una navegación segura y responsable siempre será contratando un barco con un capitán avezado. Marina Sarda, con oficinas y amarradero en Porto Cervo, es la más antigua de Costa Smeralda. Con ellos es posible planificar un paseo a medida, de medio día o día entero, y en una embarcación acorde a la cantidad de pasajeros. Así, nuestro capitán, Emanuele Bazzoni, nos lleva en una estupenda embarcación a recorrer el archipiélago de la Maddalena: 62 islas e islotes que forman el Parque Nacional. Sólo dos islas están habitadas, Caprera y Maddalena, unidas por el paso de la Moneta, un istmo artificial de 600 metros. Maddalena cuenta con varios hoteles y en Caprera se puede visitar la residencia donde vivió Giuseppe Garibaldi los últimos 26 años de su vida.
Emanuele elige anclar en cala Testa di Polpo, una increíble bahía donde nos damos un baño inolvidable, y en cala Napoletana, donde nadamos hasta la orilla de la isla. Sin dudas, este paseo es uno de los motivos principales para visitar Cerdeña. Nada abre más el apetito que un buen baño de mar, para saciarlo con una ensalada de pulpo o unas frègula cun cocciula (pasta seca con almejas).
Olbia es la gran ciudad a 30 kilómetros de Costa Smeralda, el lugar para hacer las últimas compras de ropa de lino, quesos de oveja y botellas de licor de mirto, antes de ir para el aeropuerto internacional y despedirnos de esta gran isla italiana.
Datos útiles
Para moverse en la isla lo mejor es alquilar un auto; el transporte público es escaso y no llega a todas partes.
Cómo llegar
- Level T: (011) 5984-5995. www.flylevel.com La aerolínea low cost permite personalizar el viaje sumando a la tarifa básica la elección de asiento, equipaje, menú, amenities e internet. Ofrece 9 vuelos semanales Buenos Aires-Barcelona, desde u$s 1.050 ida y vuelta.
- Volotea www.volotea.com Esta low cost conecta ciudades europeas. Vuela a Cagliari y a Olbia desde €24 el tramo.
Cagliari
Dónde dormir
- Palazzo Doglio Vico Logudoro 1. T: (+39-070) 64-640. www.palazzodoglio.com Cerca del bastión de Saint Remy, donde comienza el barrio histórico, las habitaciones balconean a una plaza adoquinada y una fuente con restaurantes y bares. Desayuno completísimo. Desde €155 la doble con desayuno.
- Eva Luxury Rooms Cagliari Via Giuseppe Garibaldi 42. T: (+39-329) 100-4284. www.evaluxuryroomscagliari.it Habitaciones prolijas y confortables, cerca de todo. Buen desayuno. Desde €43 la doble con desayuno.
Dónde comer
- Sa Domu Sarda Via Sassari 51. T: (+39-070) 653-400. www.osteriasadomusarda.it Platos de la cocina sarda, especialmente carnes y quesos. Gran cava. Mediodía y noche.
Paseos & excursiones
- Torre del Poetto Torre del siglo XVII ubicada en la colina Sella del Diavolo, al final de la playa del Poetto. Son 2 km en subida, pero vale la pena.
Alghero
Dónde dormir
- Villa Las Tronas Hotel & Spa Lungomare Valencia 1. T: (+39-079) 981-818. www.hotelvillalastronas.it A orillas del mar, esta antigua residencia de la casa real de Italia hasta los años 40 fue convertida en hotel de 15 habitaciones. Terraza con baranda al atardecer para tomar un prosecco. Desde €235 la doble con desayuno.
- Ottocento Guest House Via Santa Barbara 20. T: (+39-391) 156-5792. www.ottocentoguesthouse.it En pleno casco histórico, habitaciones limpias con cafetera y wifi. Desde €65 la doble.
Dónde comer
- Mercato Civico Alghero Via Sassari 12. @mercatocivicoalghero Mercado para almorzar pescado y frutos de mar frescos entre los puestos de venta. Inmejorable relación precio-calidad. Todos los días, de 9 a 13.
Paseos & excursiones
- Museo del Coral Torre de San Giacomo, paseo marítimo Marco Polo. T: (+39-079) 979-064. www.aquariumrubrum.it Visita guiada de 50 minutos para conocer el coral rojo típico de Alghero y algunos ejemplares centenarios de coral negro. Todos los días, desde las 19. Entradas, €5; menores de 8, €3.
Costa Smeralda
Dónde dormir
- Luci di la Muntagna Via Sa Conca 55, Porto Cervo. T: (+39-0789) 94-510. www.lucidilamuntagna.it Cerca del centro comercial de Porto Cervo, las habitaciones tienen balcón con vista a la marina. Buen restaurante con terraza, bar y piscina. Desde €207 la doble con desayuno.
- Cala di Volpe Capriccioli. T: (+39-0789) 976-111. www.marriott.com Preferido por las celebrities, hotel de lujo con 121 suites, 6 restós y 4 bares, playa privada y marina. Desde €8.800 la estadía mínima de 3 noches.
- Cervo Hotel Piazzetta Costa Smeralda. T: (+39-0789) 931-111. www.marriott.com En el corazón de Porto Cervo, hotel de lujo con restaurantes y bares, playa privada y piscina. Desde €437 la doble con desayuno.
Dónde comer
- Hivaoa Ristorante Pizzeria Via della Marina. T: (+39-0789) 91-451. www.ristorantehivaoa.com Pérgola bajo enredaderas y salón, con buena cocina italiana. Ideal para probar los culurgione. De marzo a octubre, todos los días, de 12 a 24.
Paseos & excursiones
- Marina Sarda Sottopiazza Porto Cervo. T: (+39-0789) 370-610. www.marinasarda.com Paseos de medio día o día entero. Cuentan con 14 embarcaciones de 6 a 35 metros de eslora.
- Pevero Health Trail www.consorziocostasmeralda.com Cincos senderos que suman 13 km, recorren la Cerdeña rural con vestigios de la vida de los pastores de oveja.
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