Susana Villegas es cordobesa, pero tiene en Realicó un emprendimiento que se dedica a la sericicultura: la producción de hilo de seda, desde la activación de huevos, a la cría de larvas de gusano de seda, su alimentación con hoja de mora y el devanado de los capullos.
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Cada capullo de seda es un “ovillo” de 1.000 metros de hilo que Susana Villegas convierte en madejas con su devanador. Con un puñado de 100 capullos hace una hebra resistente y sedosa, que luego se puede transformar en prendas de vestir o hilo de uso industrial.
Susana se capacitó en Italia, trabaja en Realicó y viaja todo el tiempo a distintos puntos del país para dar charlas, participar en ferias o desarrollar proyectos. Cordobesa de origen, inició su actividad en la sericicultura en el año 2000.
En ese momento, en la Liga de Amas de Casa del pueblo estaban buscando algún proyecto que fuera viable para la economía familiar. Fue cuando vieron una entrevista a la bióloga Adriana Casadío, especialista en el tema, y pensaron: “¿por qué no?”.
De la primera reunión con Casadío en la terminal de ómnibus de Santa Rosa, se llevaron muchos consejos y un pequeño tesoro: un puñado de huevos. “Los traíamos como si fueran de oro”, relata Susana.
Lo gracioso fue que, como hacía calor, en el viaje comenzaron a activarse y nacer las larvas. “Fue todo un entusiasmo y la primera experiencia real sobre el proceso”, dice. “Podés leer pilas de libros, pero la práctica, es otra cosa”.
De allí en más, todo fue investigación, pruebas y mucho camino andado.
Un gusano laborioso
Para producir seda, fundamentalmente, se necesitan huevos del gusano Bombyx mori y un bosquecito de moreras para alimentar al insecto con sus hojas. El ciclo de vida del gusano en La Pampa es de 28 días, en los que se alimenta, hace la muda y crece. Si se le permite terminar el ciclo, hace la metamorfosis, se transforma en mariposa y perfora el capullo. Inmediatamente se aparea, las hembras ponen los huevos y mueren, pero se ve afectada la producción de hilado, pues el capullo agujereado tiene menor valor porque cortó el hilo.
En Argentina, dos universidades dominan la genética del gusano y proveen los huevos del Bombyx mori. Son la UBA y la Universidad de Misiones. Los productores realizan su pedido de acuerdo a lo que pueden criar y se trabaja básicamente desde septiembre hasta fines de marzo, porque el gusano necesita determinada temperatura y humedad y el invierno no es el momento propicio para su crecimiento.
Las 400 moreras que tiene Susana en su predio de Realicó pueden alimentar 100.000 gusanos en una temporada. Ella realiza nacimientos cada 20 días y luego, con paciencia, alimenta a las larvas con las hojas del árbol. Cuando son pequeños, una vez al día, luego más seguido, porque al crecer comen más. Las hojas, siempre frescas, son su único alimento, por el elevado nivel de proteínas que tienen.
“Cuando el gusano empieza a tejer, se calculan cinco días para que teja el capullo”, explica y cuenta que el hacendoso Bombyx teje en “s” o en “ocho” hasta que queda encerrado en el capullo. “Después estimamos siete días más para que el capullo tome cuerpo. Ahí sofocamos con vapor caliente. Luego, todo lo que el gusano tejió, se desteje”.
Encontrar la punta al capullo...
Para la tarea de devanado, la emprendedora selecciona los capullos y les da un precocido de tres minutos que sirve para aflojar la proteína de la seda y que aparezcan las puntas.
“Normalmente uso 100 capullos”, cuenta. “Pero puedo adaptarme a la necesidad del cliente. Algunos me piden con 30 capullos, (un hilo) súper finito y otros me piden con 150-200. Depende lo que quieran hacer”.
La madeja que produce Susana es lo que se conoce como “paja de seda”, un hilado endurecido por la sericina que, según el requerimiento del comprador, se puede vender así o desgomado.
Para obtener un kilo de hilo de seda se requieren 8 horas de devanado y se vende a u$s 250. Dependiendo de los costos de cada productor, por temporada se estima que debe producir un mínimo de 20 kilogramos de seda para que la actividad sea rentable, lo que ella logra con 100.000 gusanos. Pero no todo es el trabajo y la buena salud de los gusanos.
“Dependemos mucho del clima”, dice. Hay años que son muy secos y afecta. La humedad es crucial para que el ciclo no sea mayor a 28 días y el capullo resulte de excelente calidad. “Y tenemos el tema de las temperaturas”, agrega, que en La Pampa son muy altas.
Lo ideal para las crías es una temperatura que oscile entre 24ºC y 26ºC, y nunca superar los 30ºC. Por eso, su sugerencia es rodear de plantas los galpones para que sean lugares naturalmente frescos y aireados.
Se puede trabajar en invierno, cuenta Susana, pero es más complicado y costoso porque debe hacerse con alimento balanceado (que se hace con hoja de morera), en un lugar hermético, con temperatura y humedad controladas.
Mano de obra intensiva
La cría del gusano de seda parece una tarea sencilla pero implica mucho trabajo. El 75% de la actividad es mano de obra intensiva y básicamente consiste en la alimentación del gusano. Por eso, cuando se inició en la actividad, Susana lo veía como una excelente salida laboral para amas de casa y personas vulnerables.
“El proyecto original era hacer una cuenca de la seda del norte de La Pampa”, explica. Por eso empezaron a promover la actividad y dar charlas, para difundir e interesar a la gente. Surgió entonces la idea de organizar la primera Jornada Nacional de Sericicultura con la Universidad de La Pampa, en la que participaron productores de otras partes del país y especialistas de Inti Textiles y de la UBA. Ese fue el puntapié inicial para formar la Red Argentina de la Seda.
Susana siguió adelante y se convirtió en emprendedora, aunque la idea de que tuviera raigambre social, no prosperó. De hecho, con el paso de los años, fue cambiando el perfil y ahora quienes se están sumando a la actividad son profesionales que están por jubilarse y ven al gusano de seda como una salida económica.
Para ella hay un mercado atractivo y demandante que lo convierte en un rubro interesante para incursionar. “Lo que se necesita son productores (de capullos)”, dice, “porque no se alcanza a cubrir el mercado interno”.
Opina también que le daría un impulso importante al sector que privados se iniciaran en el negocio de producción de huevos porque con las universidades hay dos contratiempos. El primero es que en plena temporada de producción, en el verano, están de vacaciones. “Y también que los chicos que trabajan el tema, después se reciben y se van y hay que empezar de nuevo”.
Susana ha hecho todo el recorrido en la producción de la seda. En lo que todavía no se ha aventurado es en la producción de tintes naturales, pero ya lo tiene como proyecto para darle más valor al producto, y también para incorporar en su próximo proyecto de diseño de moda.
Qué se necesita para emprender
“La sericultura tiene un abanico de posibilidades”, explica e identifica cinco áreas productivas: producción de capullos, devanado (requiere una máquina), hilado en rueca (es un producto con un precio altísimo), teñido y finalmente, tejido.
La actividad más básica, que menos calificación implica, es la producción de capullos, para lo que se necesita alimentar a los gusanos. Con 400 moreras se pueden producir 100.000 capullos por temporada.
Susana utiliza como infraestructura 20 camas con estructura de madera y mosquitero (de 2 metros por 1 de ancho) donde coloca a los gusanos. La tarea consiste en proveerle al gusano las hojas de morera, controlar las camas (pueden ser más chicas o bandejas) para que estén limpias y sacar los residuos que produzca el insecto. La limpieza de las camas, con lavandina o cloro, es fundamental porque la humedad puede generar hongos si no están bien limpias.
La emprendedora sugiere iniciar la actividad con 1.000 huevos, para ir aprendiendo el manejo de las larvas e ir aumentando de manera progresiva. El costo depende del proveedor (la universidad) pero 20.000 huevos aproximadamente cuestan u$s 60. Ese volumen, si se manejan bien las larvas y las crías, producirá un kilo de capullos. La calidad del hilo se dará por el manejo de las crías.
Y el resultado final, por ejemplo, de una chalina, requerirá de 80 gramos de hilo de seda.
Luego, si la actividad principal será el devanado o el hilado en rueca se necesitarán las máquinas para procesar el hilo, y si es teñido se puede experimentar con tintes naturales, como la cáscara de cebolla, por ejemplo.
Economía circular
Otro de los atractivos que más le encuentra a la producción de seda es que se trata de una “economía circular total”, donde todo se utiliza y reutiliza. Los capullos no solo se utilizan para el hilado sino que (perforados o no) se pueden usar en la industria cosmética, como exfoliantes o para hacer jabones. Ella misma los produce artesanalmente, con aceite de caléndula, almendra o coco a los que les aplica distintos aromas que pueden ser rosa mosqueta y lavanda. También se usan en bijou, hilvanados, convertidos en collares.
Y no hay desperdicio, porque los restos de hoja de morera que no come el insecto, se convierten en lombricompuesto que luego se utilizan para fertilizar a las propias moreras. “No se tira nada.”
Parque Industrial de Realicó, RN 188 Km 476. Whatsap (02302) 51-7888. IG: sedas_pampeanas A través de su empresa Sedas Pampeanas, Susana Villegas ofrece cursos online y pasantías para formar productores. También se puede hacer una visita guiada ($500 por persona), con cita previa.
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