Un relato en primera persona sobre por qué asistir a esta experiencia inmersiva en el universo de Dior. Sucede hasta el 20 de febrero de 2022, y es imperdible para quienes visiten Nueva York.
- 3 minutos de lectura'
“El espectáculo de Dior en el Museo de Brooklyn es para morirse. Belleza deslumbrante”, afirmó Alexandra Jacobs, crítica literaria del diario The New York Times. Yo sentí lo mismo que Alexandra. Yo también me enamoré.
Pero si me preguntan por qué fui a ver esta retrospectiva que explora a fondo la historia de la alta costura de la Casa Dior, que se remonta a 1947, cuando monsieur Christian presentó su primera colección y se convirtió en la nueva estrella de la alta costura parisina, no sé bien qué responder. No me interesa mucho la moda, sabía poco y nada de la historia de esta marca y mucho menos de su creador, que nació en 1905 y murió en 1957.
Mi primera conexión con la marca fue olfativa: la conocí a través de Hori, un amor no correspondido que salpicaba su cuello con unas gotas de Eau Sauvage, un perfume emblemático de una generación de varones de colegio secundario inglés, de Zona Norte, a fines de los 70.
Pero la decisión estaba tomada. Dejé la zona de confort de Manhattan y a las diez de la mañana de un día de semana de octubre pasado fui a la estación de Union Square, recargué la Metro Card y media hora después me bajaba en Eastern Parkway- Brooklyn Museum.
Conocía ese museo brevemente: había estado hace unos años en la exhibición del gran Michel Basquiat pero confieso, la distancia y la abrumadora oferta de muestras y galerías de arte dentro de Manhattan, me han hecho dejarlo como última opción. Nuevamente con barbijo, y después de mostrar la prueba digital de mi carnet de vacunación, ingresé a esta pieza de arquitectura monumental, en estilo academicista francés, construido en 1895 (“Un mini Metropolitan”, pensé).
Desde el primer segundo en el que arranqué el recorrido, entré en un estado de éxtasis. Y cuando pensaba “Qué más puede pasar, si todo lo que veo es maravilloso”, el enamoramiento iba levantando temperatura, a través de un ejercicio inteligente compuesto de montajes sublimes con recreaciones de las calles parisinas, diálogos entre los maniquíes que lucen 200 prendas diseñadas también por los sucesores de Dior: desde Yves Saint Laurent, Gianfranco Ferré, John Galliano (fue eyectado después de un exabrupto antisemita) hasta Maria Grazia Chiuri, actual directora creativa y primera mujer en esa posición.
Y hay más: paredes tapizadas de bocetos y hay juegos de espejos en donde nos vemos reflejados. Hay objetos personales. Hay noticieros de época y hay publicidades. Hay filmaciones de desfiles, tapas de revistas y producciones de moda de los fotógrafos más icónicos del XX. Hay también accesorios y perfumes antiguos que nos permiten viajar al universo creativo de uno de los grandes nombres de la moda.
Se reservan para el final el plato más fuerte: “El Jardín Encantado”, un espacio envolvente en el que los vestidos de baile, los trajes y las chaquetas ceñidas flotan hasta el techo del salón y de forma poética, son intervenidos por proyecciones de nubes y pájaros que se mueven sutilmente. Momento de apoteosis total.
Dior creía que la moda y la fantasía estaban enhebradas. “La moda viene de un sueño y el sueño es un escape de la realidad”, dijo alguna vez. Y esta muestra logra transportar al visitante a ese mundo etéreo. No lo piense dos veces. La conexión con la belleza, la sensación de escaparse de este mundo por momentos hostil, vale el viaje hasta Brooklyn.
Christian Dior: Diseñador de sueños. Brooklyn Museum. Hasta el 20 de febrero de 2022. Entrada: u$s 25 (se recomienda comprarla online en la web del museo). 200 Eastern Parkway, Brooklyn, Nueva York.
Más leídas de Revista Lugares
Trevelin. El pueblo que ganó, logró imponer la temporada de tulipanes y es un boom turístico
Hay cuatro argentinos. Estos son los mejores pueblos del mundo 2024
¿Cuál es? La provincia argentina que reúne dos de los pueblos más lindos del mundo
Insólito alojamiento. Cómo es y cuánto cuesta una noche en el primer hotel cápsula de la Argentina