Entre la yunga y la quebrada, en la localidad de Barcena, el complejo de 4,5 hectáreas incluye una fábrica de dulces artesanales, una casa de té y un lodge.
- 5 minutos de lectura'
Un deseo en evolución: La Morada es un espacio soñado por Patricia Arias y Jorge López como una casa de té entre las montañas bellas de Jujuy, con un menú de sabores caseros pensado para quienes buscan calidez y armonía.
Jorge es bioquímico, dueño de un laboratorio. Y Patricia, una contadora que trabaja en el Tribunal de Cuentas provincial. Con esos saberes tan extra turísticos y pasando sus días hábiles en San Salvador, soñaban con una casa de té que abriera sus puertas los fines de semana en un predio de 4,5 hectáreas que los había enamorado por sus vistas increíbles.
Justo en la transición entre la yunga y la quebrada, entre resabios de verdes y atisbos de azules y marrones, ambos emprendedores, nacidos en Jujuy, compraron el terreno en 2014. “Era puro yuyal y rocas”, recuerdan, pero tenía un potencial inmenso, sobre todo por el paisaje que lo rodeaba y la competencia nula.
Lo primero que concretaron fue una cabaña para huéspedes, que inauguraron hace cuatro años. No fue fácil: un brazo del alud que castigó a la localidad de Volcán en 2017 cubrió de barro y piedras parte del predio. Redoblaron esfuerzos y tras dos años de limpiar y reparar las consecuencias del fenómeno natural, lograron que la primera casa del lodge fuera realidad.
Le siguió una fábrica de dulces artesanales con los que tentaban, en principio, a un puñado de amigos, hasta que boca a boca sus productos alcanzaron otros públicos.
Desde entonces le pusieron tal empuje a sus ideas que fueron motor económico de la zona: en los alrededores de este enclave productivo situado en Bárcena, Volcán, otros emprendedores abrieron en los últimos tiempos un glamping, siete cabañas, varios restaurantes.
Mucho más que te
“Nos dimos cuenta de que desde San Salvador hasta Purmamarca no había nada de nada en materia gastronómica, mucho menos una casa de té y ni hablar de una como la que queríamos, con delicias de abuela, artesanales, bien caseras. Así que pedimos un préstamo y montamos la nuestra en plena pandemia, en noviembre de 2020. Vienen desde Salta (distante 140 km, dos horas de viaje)... ¡solo a tomar la merienda!”, dice Jorge, sonriente, un poco satisfecho y muy sorprendido.
La Morada funciona también como salón de eventos (hubo encuentros de yoga, reuniones de motoqueros, de todo) y sus dueños tienen entre sus planes construir una cabaña más. “Pero una, porque no queremos que se pierda la magia, la tranquilidad de este lugar”, advierte Patricia.
También van a convertir la casa en un lugar donde se sirvan almuerzos (ya sumaron los desayunos) y pronto abrirán la fábrica de dulces a los visitantes, para que todos puedan ver cómo elaboran sus especialidades.
En el salón con vista a los cerros se sirven tés en hebras (blanco de origen chino, frutal de Sudáfrica, verde, orgánicos, especiados), fondue de chocolate, budines, tortas con harina de nuez, yogurt con granola casera, panes de masa madre, mermeladas artesanales con fruta de la zona (entre otras, frutillas, papaya, zarzamora, quinotos, naranjas y cuaresmillo, una clase de durazno local), scones, chipá, croissants y muchas otras delicias.
Entre las opciones saladas, relucen la fondue de queso en pan de campo, las picadas, las pizzas y los sandwiches, y hay vinos tintos y blancos para acompañar. Con todas esas alternativas, se arman auténticos teanners, esas comidas que ofician entre merienda y cena.
Punto de partida para trekkings
Al salón se suma una galería con mesas, un parque inmenso con juegos para niños y césped como alfombra donde improvisar, manta andina mediante, el mejor picnic. Ofrecen equipo de mate (“con bombilla que luego te llevás”, promete la carta), lo que resulta tentador cuando los fines de semana no queda ni una silla libre y la alternativa de pasar la tarde sobre el pasto es un gran plan.
Hay también bancos de madera a la sombra de árboles, caminitos de piedras para recorrer, pequeños trekkings que toman la casa de té como punto de partida. Un ejemplo es la caminata hasta la cascada de Santuyo, que demanda una hora a pie por un pintoresco sendero.
“Creo que nuestro éxito se basa en primer lugar en que los jujeños se dieron cuenta de que estaban ávidos por disfrutar de un espacio acogedor. Luego, nos recomiendan mucho en hoteles de Tilcara y Purmamarca, porque saben que no hay sitios como el nuestro. Y finalmente tenemos más de 10.000 seguidores en Instagram, que vienen con paciencia porque no tomamos reservas y las mesas se ocupan por orden de llegada”, explica Jorge en alusión a los fans de La Morada.
Para quienes quieran estirar la estadía en este enclave privilegiado hay una cabaña de piedra completamente equipada para tres personas, con salamandra, ropa blanca y desayuno, que en un futuro cercano se completará con otra casa.
+INFO
Ruta Nacional 9 km 1725, Barcena, Jujuy.
La casa de té está abierta de jueves a domingos y feriados, de 15 a 20.30. Sábados y domingos sirven desayunos de 9 a 11. El lodge atiende todos los días y la fábrica de dulces pronto se podrá visitar.
Más leídas de Revista Lugares
El lado b del cementerio de la Recoleta. La primera banda que robaba cadáveres, un extraño Cristo anciano y un caudillo enterrado de pie
Boom gastronómico. Lo mejor de la cocina peruana en una gigantesca feria junto al mar
"La Reina Alfajor". Dejó la ingeniería por la cocina y apostó por un dulce manjar que todos le elogian
Patagonia. Tuvo un histórico parador y ahora maneja un restaurante que es un éxito entre turistas y locales