Neerlandés y caribeño, con villas urbanas color pastel y sectores salvajes dominados por cactus, este pequeño destino próximo a Venezuela se vanagloria de su calidad de vida.
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Se autoproclaman la Isla de la Felicidad. ¿Puede tener geolocalización la felicidad? Ellos, por si acaso, ya lo hicieron eslogan. “Aruba, One Happy Island”. Anclada en el mar Caribe, con 180 km2 de superficie total, la isla promete 360 días de sol, una temperatura media de 28 grados, refrescantes vientos, playas de arena blanca y agua cristalina fuera de la zona de huracanes.
Y su gente, afirma un estudio realizado entre la Autoridad de Turismo de Aruba (ATA) y Rosen College of Hospitality Management de la Universidad de Florida Central en 2016, es feliz. La felicidad en Aruba no se limita a los turistas. La isla tiene un bajo índice de criminalidad y es considerada uno de los lugares más seguros del Caribe. Esto contribuye a que sus habitantes vivan en un ambiente de tranquilidad y armonía, lo que se traduce en una comunidad feliz y amigable.
Fue colonia de los Países Bajos. Hoy, el neerlandés es el idioma oficial junto con el papiamento, una mezcla de español y portugués con vocablos que vienen del inglés, de algunas lenguas africanas, y con palabras heredadas de los arawaks, nativos de la isla.
Todos los años reciben la visita de los reyes de los Países Bajos y, tal como en el país europeo, la devoción por Máxima Zorreguieta es total. Durante la última visita de la familia real a la isla, la argentina fue sensación cuando sacó a relucir su talento en el baile y se llevó todas las miradas durante el Festival Bon Bini que se realizó en el fuerte Zoutman, en Orjanestad.
Las mejores playas y excursiones
A la hora de elegir alojamiento, una buena opción es Palm Beach, en el noroeste, donde se desarrolló un polo hotelero y gastronómico con tienditas y bares animados. Su arena blanca y sus palmeras invitan a los deportes acuáticos.
Muy cerca está Eagle Beach, la playa más famosa de Aruba. Allí crece el fofoti, un mangle típico de la zona. Tres Trapi es pequeña, menos concurrida y está rodeada de acantilados. Arashi Beach es la preferida de los locales. Muy cerca se encuentra el Faro de California. Desde lo alto se ven las costas de Venezuela.
Oranjestad, la capital, es el reino del duty free. Allí es un plan recorrer la ciudad en el tranvía, que parte de la terminal de cruceros y avanza por la avenida principal. La colorida arquitectura de tonos pasteles y acento europeo, junto al mar turquesa, regala una postal de ensueño.
Tierra adentro están las formaciones de Ayo y Casibari, dos destinos que permiten ver la otra cara de Aruba, lejos del mar. Las gigantescas rocas graníticas dan paso a un gran grupo de cactus, donde juegan las iguanas y las lagartijas. También hay pinturas rupestres.
Otra excursión entretenida es llegar en catamarán hasta el lugar del naufragio del barco Antilla, un carguero que se hundió en 1940. En los alrededores del enorme casco, partido en dos, se puede nadar.
En la costa suroeste, el paisaje de Mangel Halto mixtura un arrecife de corales de 34 metros y un manglar. Un poco más al sur, la ciudad de San Nicolás es famosa por el arte callejero: muralistas reconocidos de todo el mundo han dejado plasmada su huella en las paredes del pueblo, como la argentina Fio Silva, la chilena Isidora Paz López y el portugués Odeith.
Pastechi a toda hora
Es una de las comidas típicas del país, aunque también puede hallarse en Curaçao y Bonaire. Se parece mucho a nuestra empanada: una masa de hojaldre ligeramente dulce con diferentes rellenos y, casi siempre, frita. Pollo, pescado, mariscos, cerdo, jamón y queso, verduras y carne de vaca (la más popular) son los ingredientes que se usan.
En Aruba, comen pastechi a cualquier hora del día: en el desayuno, como aperitivo o para un almuerzo ligero. Se consiguen en los bares de las rutas o en las panaderías, pero hay restaurantes de categoría que presentan esta variante en su carta. Algunas pueden llegar a incluir una salsa heredada de la cocina indonesia: el sambal oelek o pasta de chile.
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