El Puente Carretero, actual conexión entre ambas ciudades, empezó a funcionar en 1939. Aguantó estoico el paso del tiempo: cuando se habilitó, pasaban por su lomo 2.000 vehículos, hoy lo atraviesan más de 40.000. Cuáles fueron sus antecedentes.
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Santa Fe y Santo Tomé están separadas por el río Salado-Juramento, pero unidas por un puente, el Carretero, que cumple sus funciones desde hace más de 80 años. Antes de la llegada del automóvil, había uno de madera, ubicado a la altura del actual balneario municipal. Se habilitó en 1875 y la construcción estuvo a cargo de Ramón García. Un año después, comenzó a brindarse un servicio de diligencias entre Santo Tomé y Santa Fe, que incluía dos viajes diarios, uno por la mañana y otro por la tarde, cuyos horarios dependían del clima. Cuando se llevó adelante el alzamiento del puente de madera, que fue reparado en dos oportunidades en 1879 y 1904, la presidencia comunal de Santo Tomé la ocupaba Tomás Lubary, quien antes había sido juez de paz en San Carlos, mientras que el intendente de la ciudad de Santa Fe era Pedro C. Puig.
Ese primer viaducto prestó servicios de manera ininterrumpida hasta 1906, cuando, bajo las administraciones de José Arnoletto en Santo Tomé y de Manuel Irigoyen en Santa Fe, se decidió habilitar un puente levadizo de hierro, que permitía el ingreso de barcazas al puerto santotomesino. Las mismas traían maní para la fábrica de aceites de Bonfanti Hermanos y llevaban el producto de las cosechas de granos de la zona. Este nexo prestó servicios hasta los años ‘40, cuando finalmente se puso en pie el Puente Carretero. Tanto el enlace de madera como el metálico, además de sufrir el deterioro por el paso del tiempo y las aguas del Salado, resultaron insuficientes para poder absorber el creciente caudal de tránsito.
Nace el Carretero
A mediados de julio de 1937, bajo las administraciones de Francisco Bobbio en Santa Fe y de Fernando Mántaras en Santo Tomé, se comenzaron a esbozar los primeros trabajos para la construcción del Puente Carretero, que tuvo un plazo de ejecución de 24 meses y un costo que superó los 3 millones de pesos de la época. En 1939 se realizaron las pruebas para medir la resistencia del nuevo enlace. Para ello, se utilizaron seis camiones cargados con ocho toneladas cada uno. Se dejó habilitado al público en general el día 14 de julio de 1939. Esto se hizo silenciosamente, sin la mediación de actos oficiales. La recepción definitiva se produjo un año después, el 15 de julio de 1940, para luego ser inaugurada ya sí de un modo oficial el 8 de abril de 1941, con la presencia del gobernador de Santa Fe, Manuel de Iriondo.
Fue una obra de ingeniería de tal jerarquía para su tiempo, y a nivel sudamericano, que la admiraron estudiantes, docentes y constructores de distintos países. De hecho, se considera a la habilitación del Puente Carretero como uno de los hechos más significativos de la historia de Santo Tomé en el siglo XX. Es que no solo modificó sustancialmente la fisonomía de la ciudad y su conectividad con Santa Fe, sino que resultó una obra clave para la dirección que tomó el desarrollo social y productivo de toda la región.
Según consta en el libro “Santo Tomé, mi ciudad, su gente”, de Darío Burlando y Norma Marquelo, las características técnicas muestras un puente formado por 58 tramos de viga Gerber de 20 metros cada una y dos arcos parabólicos de 80 metros luz cada uno, siendo sostenidos por dos cilindros de 4,50 metros de diámetro, con paredes de 0,60 metros de espesor, encontrándose a 24 metros de profundidad desde el lecho del río. La calzada es de 9 metros de ancho, con dos veredas de 1,50 metros. La longitud es de 1.320 metros.
A lo largo de sus 82 años y medio de vida, el Carretero soportó no solamente el paso de millones y millones de vehículos. También las frecuentes crecidas, como la del año 2003. El aumento de tráfico a lo largo de las décadas fue extremo: de los 2.000 vehículos por día al momento de su inauguración en la década de 1940, la cifra subió a 45.000 en la actualidad y las proyecciones de tránsito a 30 años colocan este valor entre los 75.000 y los 110.000 vehículos diarios.
El ingeniero
El proyecto del puente estuvo en manos del Ingeniero Alberto Eduardo Cazeneuve, nacido en Paraná en 1903 y fallecido en 1994. Durante su juventud, Cazeneuve estudió en la Escuela Industrial Superior de Santa Fe y luego ingresó en Rosario a la Facultad de Ciencias Matemáticas, Fisicoquímicas y Naturales Rosario, donde logró el título de ingeniero civil. Además de dirigir las obras del Puente Carretero, estuvo a cargo de la estabilización y pavimentación de las avenidas López y Planes y Aristóbulo del Valle de la ciudad de Santa Fe. Al crearse la Dirección Provincial de Pavimentos Urbanos fue designado director, cargo que ocupó hasta su jubilación. También realizó, en el sector privado, obras como la pavimentación de San Jerónimo Norte, Gálvez, Santo Tomé y Sunchales y el velódromo de Esperanza.
Nuevo enlace
Santafesinos y santotomesinos esperan en la actualidad la construcción de un nuevo puente que conecte ambas ciudades, para poder descargar el tránsito del Puente Carretero. Es que el actual viaducto está al límite de su resistencia, además de que su kilómetro y medio de extensión es geografía de frecuentes embotellamientos. La traza seleccionada se ubica al sur de dicho puente abarcando una longitud total de 2.300 metros entre cabeceras, de los cuales el 50 por ciento se resuelve mediante puentes y viaductos para asegurar una adecuada transparencia hídrica.
Es posible que, en un futuro no muy lejano, el Puente Carretero cumpla finalmente su ciclo. Sin embargo, quedará como un ícono que recibe a los visitantes que llegan hasta Santo Tomé y Santa Fe. Así lo expresa el poema que le dedicó Adelia Beatriz Brunetti (1919 - 2006), que en uno de sus pasajes dice: “Puerta con llave caída de Santa Fe, mi ciudad, así te das al viajero, Puente de Santo Tomé. Arcos blanqueados de luna despeinan tu majestad y afinan sus cuerdas largas los vientos del Litoral. Cantando coplas maduras, el Salado te acaricia arrojando frescas perlas a tus pilares cautivos”.
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