Venden leche, dulces, yogur y mermeladas sin conservantes, aditivos ni agrotóxicos. Se preocupan por el bienestar de las vacas porque quieren que “vivan más y mejor”.
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El mediodía es frío pero con sol en Cazón, el pueblo de 200 habitantes en el partido de Saladillo, famoso por su millón de árboles y su vivero municipal. Al llegar al campo, a lo lejos, se ven algunas vacas. También, cultivos de frutillas, moras y otros frutos rojos. “Cuando llegamos, acá no había nada más que una arboleda de eucaliptos añosos”, dice con orgullo Mariel Tossi de Prato, fundadora de Pasturas de Cazón, el tambo a pequeña escala que produce lácteos 100% de vacas Jersey.
Como en todo emprendimiento, los inicios no fueron fáciles. Tossi y su familia, que decidieron arriesgar sus ahorros en el emprendimiento, dejaban su casa en Lomas del Mirador para dedicarle el fin de semana a la chacra. “Era aventurarnos a la experiencia de vivir en comunión con la naturaleza. Estábamos alejados de todo confort, sin luz, agua caliente, ni camas confortables. Llegábamos al campo cada viernes para trabajar arduamente y nos volvíamos el domingo por la noche. Los primeros seis meses, fueron como vivir en un campamento. De alguna manera, fue como transitar la experiencia de vivir como lo hicieron nuestros ancestros”, cuenta Tossi.
Primero llegó la construcción de la casa y después vino Coca, la primera vaca Jersey. Al principio, fue una elaboración artesanal y para la familia. “Mi esposo desarrolló la fórmula del yogur y yo me puse a estudiar tutoriales de plantaciones de frambuesas y frutillas”, recuerda.
Hoy, Pasturas de Cazón es un tambo modelo a pequeña escala, desarrollado en 28 hectáreas, con una docena de vacas y un sistema productivo agroecológico que apunta al bienestar animal y a la alimentación saludable. El año pasado, comenzaron la venta de sus productos al público: crema de leche, leche, dulce de leche, mermeladas, yogur -natural sin azúcar y con apenas un 4% de azúcar- y otros. En todos los casos, son naturales, sin conservantes, aditivos ni saborizantes.
“Cuidamos a nuestras vacas y nos preocupa su bienestar. Les brindamos una dieta completa a base de pasturas consociadas, que le ofrecen todo el alimento que necesitan para una vida saludable y más extensa. Nuestras pasturas tienen una cadena forrajera formada por siete especies diferentes”, cuenta.
Esa alimentación les permite obtener un promedio de 17 litros de leche diarios por vaca. En otros tambos, la producción es mayor, pero a otros costos. “Pueden llegar a dar hasta 25 litros diarios, pero son sometidas a una exigencia extrema productiva y con otra alimentación. Obviamente, esas vacas viven menos. No buscamos eso. Queremos que vivan más y mejor. El buen trato influye directamente en el bienestar de los animales. Las vacas son muy sensibles y rutinarias, así que nuestros tamberos están entrenados en ese sentido y reciben capacitaciones constantes de profesionales expertos en el área”, agrega.
Visita al tambo y curiosidades de la zona
En el paseo por el campo, Mariel y la agrónoma Carolina de Faveri muestran las unidades de ordeñe y cuentan que no usan para los animales antibióticos ni ningún agroquímico en los campos. “Nuestra planta está categorizada como Kilómetro Cero porque producimos y elaboramos en el mismo lugar. Nuestra leche no viaja. Sólo es transportada seis metros por cañerías desde el tambo a la planta elaboradora. Construimos un tambo modelo y una planta totalmente automatizada, con tecnología de punta”, dice Tossi sobre la producción, que se puede conseguir en ferias y tiendas saludables.
Después de la experiencia tambo, el viaje a Cazón puede continuar en el Vivero Municipal Eduardo L. Holmberg, que está abierto al turismo desde las siete hasta la puesta del sol. Tiene 210 hectáreas y produce unas 300 especies, entre forestales, ornamentales, frutales, aromáticas y trepadoras, lo que lo convierte en uno de los más importantes del país. En el pueblo del millón de árboles, una opción de alojamiento es Modo Domo Cazón, un hospedaje rural -domo geodésico- y multiespacio encantador. Y, en Saladillo, otra opción es el Hotel Bellesi, con desayuno y restaurante abierto al público muy cerca del centro.
Por la noche, un paso obligado es Lindenberg, la cervecería premiada con la medalla de oro en la “Meiningers Craft Beer Award”, otorgada nada menos que en Alemania. Además de la selección de cervezas con finas maltas seleccionadas e ingredientes naturales, el lugar ofrece una carta cuidada de charcutería y platos de inspiración alemana.