María Eugenia Locreille Van Wynsberghe es una de las últimas emprendedoras de la industria del chocolate de Bariloche. Piezas originales de elaboración artesanal y materia prima orgánica de calidad.
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Redondas como planetas en miniatura, o réplicas de objetos: guitarras, pelotas, zapatos de golf. Son joyas. Pintadas a mano, tienen un diseño y una delicadeza que da pena deshacer a mordiscos. Y jamás defraudan: los bombones y tabletas de La Chocolaterie son gemas para saborear despacio, como si se pudiera paladear lentamente una escultura.
Desde hace nueve años elaboran chocolates hechos con materia prima belga. Una de sus líneas más impactantes fue la que lanzaron en 2020 en concordancia con el eclipse total de sol, y que representaba con bombones, pintados uno por uno, el sistema solar. “También nos reconocen por nuestros chocolates especiados, con canela, cardamomo, pimienta, sal... Muchos fabricantes usan chocolates belgas, pero nos visitó el embajador en Argentina y para nosotros fue un gran reconocimiento. Mi primer apellido es belga y el segundo, holandés”, cuenta María Eugenia Locreille Van Wynsberghe, al frente de este negocio que incluye también heladería y cafetería.
María Eugenia es licenciada en comunicación y cocina, especialidad que adquirió en Chile, en Culinary. De abuelos belgas, oriundos de la parte valona (y padre del mismo origen que fue llevado a Bariloche cuando era chico), rinde un homenaje al chocolate de sus ancestros en la patria chica del producto argentino. A la pregunta de cuál es la clave del enorme prestigio de los chocolates belgas, ella dice que “es el cuidado que se pone en todo el proceso de producción, empezando por la plantación de cacao, que implica trabajar directamente con las cooperativas productoras para llevar adelante un cultivo de calidad y convertirlo en una fuente de ingresos sostenible; el uso de las más tradicionales maquinarias es fundamental”.
Letras grandes en blanco sobre vidrio en la fachada, pocas mesas para el paréntesis de un té o un café, un mostrador y, del otro lado, la maestría de elaborar chocolate. La chocolatería ya es reconocida en Bariloche gracias a dos puntos de venta clave: en su espacio del Km 15,5 de la Avenida Bustillo y en el shopping las Terrazas, del Cerro Catedral.
Este emprendimiento familiar se reinventó a partir del e-commerce, que le permite llegar con sus envíos a todo el país y también a Estados Unidos. “Vendemos no sólo chocolates, sino experiencias. Ofrecemos Chocolate Tasting, una caja para protagonizar una degustación desde el grano, que nosotros guiamos por Zoom. Y vamos a sumar otras. Queremos proponer que los clientes imiten el proceso de elaboración del chocolate como bebida caliente, picante, hecha en un mortero, tal como acostumbraban a preparar los mayas. Demostrar que uno puede hacer su propio brebaje a partir de ribs”, anticipa María Eugenia.
Entre sus delicias, se lucen las frutillas liofilizadas (es un proceso de deshidratación) bañadas en chocolate con leche y blanco; las trufas, las tabletas con frutos secos, los helados y los medallones de chocolate con almendras caramelizadas y nueces y avellanas tostadas, para realzar el sabor de los frutos secos.
La elaboración se hace en el propio local, artesanalmente, sin conservantes, ni aromas artificiales y con el agregado de ingredientes naturales de la Patagonia. La estética de los packaging es tan cuidada como la terminación de los bombones.
Av. Bustillo Km 15,5. T: (+54 9 294) 450-1015.
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