De inconfundible estilo colonial, la propiedad se mantiene en pie desde principios del siglo XIX. Fue habitada por el primer intendente del partido y a lo largo de los años tuvo distintos usos.
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Posiblemente sea la casa más antigua de San Isidro. Su construcción data de mediados del siglo XIX y perteneció a Fernando Alfaro, el primer intendente de San Isidro, en 1856. Es de estilo colonial, tiene dos grandes patios con un aljibe cada uno, dos miradores y más de diez habitaciones.
Fue la primera sede municipal, porque en ese entonces todavía no existía un lugar físico para tales tareas, y entonces Alfaro cedió su casa. Hoy funciona la oficina de Turismo de San Isidro y su entrada es por Avenida del Libertador 16.362, frente a la Plaza Mitre. Otra de las entradas de la casa era por Ituzaingó 557, donde hoy funciona la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro; en la parte superior de la puerta original de hierro forjado, todavía puede apreciarse un monograma con iniciales de su dueño, F A.
Un rico comerciante, primer presidente de San Isidro
Fernando Alfaro fue un acaudalado comerciante y uno de los más ricos propietarios de la Patagonia, reconocido como héroe en la defensa de Carmen de Patagones ante la agresión portuguesa de ese puerto, en 1827. Se mudó a San Isidro y el 14 de junio de 1833 compró una enorme propiedad frente a la Plaza Mitre y a la parroquia. En 1856, con la creación de la Ley de Municipalidades, un grupo de vecinos lo proclamó el primer presidente (entonces todavía no se lo llamaba intendente) de la Municipalidad, función que cumplió durante cuatro años.
Según el libro Fernando Alfaro y la historia de una casa, de Bernardo Lozier Almazán, que fue director del referido Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal, la escritura de la propiedad firmada ante el escribano Miguel Mogrovejo, dice que Fernando Alfaro adquirió esta propiedad “en la cantidad de ocho mil pesos moneda corriente” a “la testamentaría de la finada Doña Josefa Lajarrota”, viuda de Agustín Casimiro de Aguirre, quien fuera alcalde y alférez real del Cabildo de Buenos Aires.
Y sobre la propiedad, la escritura especifica que está “en la Costa de San Isidro, edificada en terreno de diez y siete y media varas de frente y setenta de fondo, cuyo terreno pertenece al Santo de aquella Parroquia [...]; lindante por el sud con los herederos del finado Don Miguel Galigniana [donde actualmente se sitúa la propiedad denominada “Las Brisas”]; por el norte, calle real de por medio [actual calle Ituzaingó], con la casa del finado Don Tomás Saubidet; por el este con la Plaza principal de aquel Pueblo [actual Plaza Mitre], y por el oeste con [ ... ]. Don Fernando Alfaro, su Patria Bs.As. tiene dos casas de material en este Pueblo. Tienda, Almacén y Fábrica de Jabón y Velas, una carreta y cuatro bueyes. Auxilia con su carreta en llevar leña al Campamento [de Santos Lugares] y con su persona servicios de consideración a la Causa de la Federación”.
En la escritura, además, se aclara que Fernando Alfaro estaba comprando una casa que ya estaba construida con anterioridad a la fecha de escrituración, por lo que se cree que data de principios del 1800.
Luego de la trágica muerte de Fernando Alfaro (fue fusilado por sus enemigos políticos junto a otros dirigentes del mitrismo) en 1859, su esposa Cecilia Muñoz realizó importantes refacciones en la casa, y continuó habitándola con sus hijos hasta que falleció, en 1905. Mientras tanto, su hijo, Fernando Alfaro, ya había construido su propia casa en los fondos de la propiedad de sus padres, con acceso por la calle Ituzaingó. Cuando él murió, en 1922, su hermana Manuela heredó la casa con frente a la plaza, mientras que su hija, María Micaela, se quedó con las propiedades situadas sobre la calle Ituzaingó, arrendando parte de ellas a la Municipalidad de San Isidro, que destinó sus dependencias para oficinas administrativas.
De casa de familia a museo y oficina de turismo
Declarada de interés histórico municipal en 1995, la casa es uno de los exponentes arquitectónicos más antiguos de San Isidro y ejemplo del estilo poscolonial rioplatense que conserva aspectos originales, como las ventanas enrejadas de medio arco con sus herrajes de hierro batidos a martillo. El frente que da a la plaza fue modificado incorporándole algo del estilo italianizante, muy de moda a finales del siglo XIX. Las ventanas son de gran altura, con persianas, balcones y su frontis adornado con molduras.
La casa se desarrolla alrededor de un patio central al que dan todas sus habitaciones, seguido por un segundo patio que aún conserva un aljibe y una fuente del tipo rocalla, y en cuyo terreno su hijo Fernando Máximo Alfaro construyó su propia casa.
El 12 de julio de 1968, la Municipalidad le compró a María Micaela Alfaro la propiedad sita en la Av. del Libertador 16362, junto con las otras con entrada por la calle Ituzaingó 557 y 547, para incorporarlos al patrimonio municipal. Pero la mujer continuó habitándola en total soledad, como última sobreviviente de la familia, hasta su muerte, en 1971. A partir de entonces, la Municipalidad dispuso de todos los inmuebles que pertenecieron originalmente a Fernando Alfaro, y fueron ocupados por oficinas municipales hasta que, el 25 de febrero de 1972, el Intendente Pedro Llorens destinó la casa para sede del Museo Histórico y Tradicional de San Isidro.
Sin embargo, al año el museo fue clausurado y desmantelado para destinar la casa nuevamente a oficinas de la administración municipal. Su acervo histórico fue trasladado al Museo Brigadier General Juan Martín de Pueyrredón, donde todavía funciona.
Muchos años después, en 1995, en la antigua casa de Alfaro se creó el Museo, Biblioteca y Archivo Municipal de San Isidro. En el 2000 se realizaron las primeras excavaciones en el terreno aledaño al museo, y los resultados demostraron la existencia de restos de construcciones del siglo XIX. A mediados de 2003 y en medio de obras de refacción en el sector posterior de la casa, se detectaron accidentalmente los restos de un antiguo albañal que había permanecido oculto desde tiempos muy remotos.
Según estudios posteriores, el albañal fue luego destinado a arrojar los residuos y desechos originados en la vida cotidiana de una casa de familia, en tiempos en que todavía no existía la recolección de residuos domiciliarios. El equipo de arqueólogos también encontró restos de vajilla de procedencia europea, botellas de distintas bebidas, frascos de perfume y remedios, collares de cuentas, aros de azabache, una bala esférica de mosquete, pipas de caolín, una bolita de porcelana pintada a mano con un motivo clásico holandés que estuvo muy de moda por 1850, y todo tipo de utensilios utilizados en la vida cotidiana de aquella época.
Desde 2008, en la antigua casa de Alfaro funcionan las oficinas de turismo de San Isidro que conservan techos, pisos, puertas, ventanas, marcos y rejas originales.
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