A los 78 años, Adelino Luis Da Costa sigue al frente de la calesita que se convirtió en una joya adorada por los vecinos de Villa Devoto y un patrimonio cultural de la ciudad.
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“Hace 45 años que llegué a esta calesita y nunca más me fui”, cuenta Adelino Luis Da Costa. Con 78 años “Tito”, como lo conocen en el barrio de Villa Devoto, continúa poniéndose al frente de la principal atracción para chicos en la Plaza Arenales. “Llegué de casualidad. Un español, amigo de mi papá, la inauguró en 1938 y, con el paso del tiempo, fue mudándose de lugar dentro de la misma cuadra. Hoy se encuentra dentro de la plaza, sobre la calle Nueva York entre Mercedes y Chivilcoy. Los vecinos juntaron firmas para que pudiera subsistir. Forma parte de la fisonomía del barrio”, sostiene.
A pesar de que con el paso del tiempo la zona fue cambiando y, aún continúa en constante crecimiento, la calesita de Devoto mantiene su impronta pintoresca: caballos y autos de madera, la sortija –un invento argentino de la década del 30, que se inspiró en las carreras de gauchos– y el mismo anfitrión desde hace más de 40 años, que ya se convirtió en un emblema para el barrio. Cuando los vecinos y comerciantes lo ven, lo reconocen y se acercan a saludarlo. Él, feliz, agradece tanto cariño.
“La gente que venía de joven sigue acercándose, sólo que ahora trae a sus hijos. Son muchas generaciones las que pasaron por acá. Tengo la particularidad de acordarme de todos los nombres de los chicos. Siempre pienso que ese chico espera mi saludo, entonces les pregunto cómo les fue en el colegio, les doy felicidad y también trato de cuidarlos. Verlos sonreír es lo más lindo. Lo que más me gusta de tener este lugar es el contacto con la gente”, confiesa Tito.
Como testigo de la evolución de la calesita, Tito observa un cambio en la edad del público que elige este entretenimiento. “Antes, los chicos que venían podían tener hasta 10 años. Ahora, es un atractivo para los más chiquitos. Los otros se entretienen con los jueguitos de los teléfonos. Igual, ojo, nunca nada pudo desdoblar a la calesita, es única. Hemos chocado con la época de las galerías, pero siempre nos fue bien. Además, es algo más económico que un parque de diversiones o salones de juegos”, reflexiona.
Lo que no cambia es la pasión por la sortija, asegura. “Eso continúa como siempre. El que la saca se gana una vuelta gratis. En las buenas épocas, he llegado a dar doce sortijas por vuelta. Es el primer triunfo que tiene un chico antes de crecer”.
En cuanto a la transformación del barrio, Tito tiene su punto de vista crítico: “como vecino, no me agrada mucho todo el crecimiento que está teniendo esta zona. Se han quitado espacios importantes, como casas tradicionales que se fueron transformando en restaurantes o edificios, pero como comerciante, es bueno porque creció mucho el trabajo. Siempre vinieron desde todos los barrios, es una calesita con una trascendencia muy importante para la ciudad. En el 2018, hicimos la fiesta de los 80 años, y aún conservamos las mismas figuras que cuando se inauguró. La cuidamos entre todos de manera artesanal, es una reliquia para el barrio. Para mí, es la mejor plaza de Buenos Aires, es limpia, tiene buen ambiente, la gente valora la plaza. Es punto de socialización.”
Tito no está solo en la tarea de manejar la calesita. Lo acompaña Liliana, con quien formó una familia y se convirtió en padre de tres hijos. Con 74 años, “Maru” es la encargada de poner en funcionamiento la calesita: “Mi mujer es la que más me ayuda. Toda la vida lo hizo. Me trae en coche desde Lanús y nos quedamos juntos hasta que cerramos”, afirma orgulloso.
“En esta calesita vivimos muchas cosas, estamos llenos de recuerdos. Hay muchos padres y madres que ahora vienen con sus hijos, pero antes venían cuando ellos eran chicos. Es un lugar donde la gente se relaciona, te conocen y se crean vínculos. A Tito lo viene a saludar gente que vive en el exterior, y antes de volverse a su casa, le quieren dar un abrazo. Es un mimo para el alma”, cuenta Maru.
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La calesita está abierta de lunes a viernes desde 3 (para recibir a los chicos que salen de la escuela). Los fines de semana y feriados abre de 11 a 20. La vuelta cuesta $100 y hay una promoción de 6 vueltas por $500.
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