Es un Sitio Ramsar a orillas del río Paraná con gran biodiversidad en aves, flora autóctona y fauna en peligro de extinción.
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La travesía por Jaaukanigás empieza de arriba hacia abajo, por Santa Fe, con la RN 11 como eje. En Villa Ocampo, nuestro punto de partida para descubrirlo, nos espera Román Murzyla, profesor de historia y responsable de Turismo de la localidad. Nos recibe en el Portal del Humedal, un complejo de cabañas que queda a orillas del Paraná Miní que todos llaman Paranacito. “Nunca vi una sequía tan grande. Está dos metros más abajo del nivel normal”, asegura antes de que encaremos nuestra primera aproximación, la más agreste, al Sitio Ramsar Jaaukanigás.
“Estamos en una reserva de casi 500 mil hectáreas que desde 2001 están protegidas por una comisión que analiza humedales a nivel mundial”, apunta nuestro guía sobre el organismo internacional que brega por 23 sectores –lagunas altoandinas, zonas costeras marinas, lagunas endorreicas, turberas y llanuras de inundación– de nuestro país y del mundo. Y que le debe su nombre –Ramsar– a la ciudad iraní donde en 1971 se firmó el primer tratado para la conservación de humedales, hoy con sede en Suiza.
“Es toda la zona del valle de inundaciones que se forma alrededor del río Paraná”, detalla, mientras andamos en camioneta por el camino principal de Portal del Humedal, este sector del sitio que se puede visitar gracias a la cooperativa que integra con su hermano Onil y con otros pobladores o guías de la zona, como Rubén Blanco, que nos acompaña. “Tenemos una gran biodiversidad. Es un gran sistema de arroyos, lagunas, albardones y selvas en galería con ejemplares como el ibirá pita, inga y laurel”, agrega.
Aunque es invierno, andamos en remera. Y la primera parada es para ver los monos Carayá (o aulladores), que si son negros son machos y si son rubias, son hembras. Integran la colonia más austral del país, y van de rama en rama entre la picanilla (así le dicen a las cañas), y otros árboles como el timbó colorado, la tala blanca o el baricoca. Cuando se acerca el mediodía vemos también yacarés negros –en cantidad–, pero hay overos. Lo único florecido en julio es el aromito, que con su amarillo corta entre tanto verde. Hay un boyero blanco que imita el canto de otros animales y una parte de la reserva se llama Pindó por el arroyo que toma el nombre de las palmeras de sus orillas. Hay algún que otro aguará guazú (el zorro sudamericano más grande y seriamente amenazado) que no vemos, pero además hay lobitos de río, zorros comunes y aves como la jacana, que es anaranjada.
Tras una noche en las cabañas a orillas del Paraná Miní, al día siguiente nos subimos a la lancha de la cooperativa para pasear por río donde los postes de un antiguo puente hablan de los alcances de lo que fue La Forestal, fábrica de tanino que a mediados del siglo pasado explotaba el quebracho colorado de la zona. Entre camalotes –“la verdolaga”– y un pato biguá que se come un moncholo, Román me cuenta: “Estamos trabajando con varias organizaciones ambientalistas para que Jaaukanigás sea Parque Nacional. Necesitamos una figura de conservación, que vengan guarda faunas y tener mejor infraestructura. Aquí todavía hay gente que caza y prende fuego. Con las vacas se puede convivir –es la actividad económica más grande de la zona–, pero necesitamos que la gente aprenda a no dañar lo que tenemos. Con eso bastaría: la naturaleza se cuida sola”.
La jornada siguiente nos encuentra bajando hasta Avellaneda para hacer otra entrada a Jaaukanigás, asesorados por Amilcar Vallejos, de área de Turismo de la municipalidad. Aquí Marcelo Zamer conduce un imponente Ford Canadá de 1942 que nos mete en la zona del Bajo Vénica. “Jaaukanigás va desde Florencia hasta el arroyo Malabrigo, que está 30 kilómetros al sur de Reconquista. Y desde la RN 11 hasta el río Paraná”, señala Zamer y nos guía por un recorrido de 15 kilómetros que atraviesa campos privados de la familia Vénica y de los Spessot. Entonces vemos más estero y mucho más palmar que en Villa Ocampo. Todo parece más húmedo. No hay yacarés a la vista, pero se multiplican las aves como garza blanca y mora, el pato rosado, nos chajás y ñandús. Además, encontramos vacas por doquier. Hay camalotes de distintos tipos, pero los lirios violetas esperan a la primavera para florecer. Tal vez aquella sea la mejor época para venir a ver los humedales teñidos de colores, cuando los calores del verano todavía no se vuelven insoportables.
Sin embargo, acá la estrella son las palmeras. Un sendero de la variedad caranday –algunas de 130 años– habla de lo resistente de este árbol singular. Tan singular que basta con llegar hasta la Palmera de cuatro gajos, que Zamer presenta como “una rareza internacional”, y que se levanta como una palmera común hasta que, a cierta altura, se ¿ramifica? en cuatro. ¡Nunca visto!
Pero eso no es todo: hay más Jaaukanigás en Santa Fe. Porque a 5 kilómetros, en Reconquista, nos encontramos con Matías Bournissent, representante de Turismo de la ciudad, y quien nos lleva hasta el largadero Costa Norte. Queda a 14 kilómetros del centro, en la zona de Puerto Reconquista, y acá nos subimos a una lancha que va por el riacho San Jerónimo. Entonces tenemos una tercera y renovada silueta de este humedal amplio y bien diverso que se llama Jaaukanigás por los habitantes nativos, “hombres de agua” que integraban la nación de los abipones. Héctor Hugo Marcos conduce la embarcación, es guarda fauna y miembro de Los Pumas, una fuerza de control provincial. Su rol pasa por fiscalizar la pesca y la caza. “Enseño que hay que cuidar el recurso. No se trata solo de decomisar”, me cuenta con sentido común y años en el terreno.
Al doblar por el arroyo Correntoso, Matías recalca –sin disimular su orgullo– “esto en Iberá no lo tenés”. Habla de la selva en galería que crece entre las islas, dejando claroscuros. Y aprovecha para echar luz sobre las chances de que algún día Jaaukanigás sea Parque Nacional. “Estamos en conversaciones con la Administración de Parques Nacionales. Presentamos un proyecto de ley en conjunto con varios municipios y organismos. Se destinarían 110.000 hectáreas de las 492.000 del sitio. Técnicos y biólogos vienen seguido a analizar el destino. Habría cuatro núcleos: Reconquista, Las Garzas, Villa Ocampo y Florencia. Vendría muy bien para jerarquizar el destino y cuidar lo que tenemos”, asegura Bournissent mientras el riacho se ensancha tanto como nuestra ilusión de que este humedal –fundamental para nuestro Planeta– sea declarado Parque Nacional y así protegido como se merece.
Datos útiles
Dónde dormir
Hotel InterTower. En Santa Fe capital y a un par de cuadras de la Peatonal San Martín, es un hotel de generosas dimensiones con cochera que funciona con valet parking. Sirven muy buen desayuno y siempre hay personal disponible para atender requerimientos o preparar algo fuera del horario del restaurante. Desde $13.100 la doble con desayuno. San Jerónimo 2779, Santa Fe. T: + 54 (342) 154 427-279. IG: @intertowerhotel
Ayres de Campo Apart Hotel. En Villa Ocampo, inaugurado a principios de este 2022, luce a nuevo y varía en la propuesta de sus instalaciones. Hay habitaciones más chicas y básicas –pero perfectamente acondicionadas–, y otras amplias con horno eléctrico. No tiene restaurant, pero sí lugar para tomar el desayuno y espacio para recibir delivery. La doble desde $4.900 con desayuno. RN 11 871, Villa Ocampo. T: (3482) 30-2620. IG: @apart_hotel_airesdecampo
Posada Los Brunos. En Reconquista, hotel familiar que está en cruce de rutas y por su fachada dice menos que por sus interiores. Sobre lindísimo patio con variedad de plantas y pileta, las habitaciones están remodeladas y la atención es muy buena. Hay además un lodge y un apart que son propiedad de la marca. Desde $5.900 la doble. Islas Malvinas 1557, Reconquista. T: (3482) 43-7606.
Paseos & excursiones
Oficina de Turismo de Villa Ocampo. Orientan con eficiencia sobre accesos y prestadores disponibles para descubrir el sitio. T: (3482) 46-6209 o (3482) 46-6322.
Portal del Humedal. Funciona como punto de acceso al Sitio Ramsar Jaaukanigás desde la cooperativa que lidera Román Murzyla con guías y prestadores especializados en ecoturismo de Villa Ocampo. Tienen cabañas para hospedarse y también coordinan cabalgatas, salidas en kayak, lancha y camioneta. Además, al sitio se puede acceder en auto de forma independiente abonando $150. T: +54 9 (3482) 33-2559. IG: @portalhumedalvo
Oficina de Turismo de Avellaneda. Amilcar Vallejos tiene muy buenas sugerencias para descubrir esta ciudad con tradiciones de inmigrantes italianos y acceso al sitio. RN 11 y calle 21. T: (3482) 22-6458
Ecoturismo Bajo Vénica. Desde Avellaneda, sobre una camioneta todo terreno Ford Canadá, Marcelo Zamer lleva visitantes a recorrer el Bajo Vénica, una de las zonas del sitio que está con tranqueras y sólo habilitado para acceder con guías. Los valores dependen de la cantidad de personas por grupo. T: (3482) 60-1199.
Oficina de Turismo de Reconquista. Matías Bournissent está a cargo de la entidad que asesora en materia de paseos. La novedad está alrededor de la inminente apertura del complejo turísitico Hombres del agua para adentrarse en Jaaukanigás. Entre otras cosas, este nuevo sitio incluirá dos kilómetros de pasarela, camping y miradores en altura. Patricio Diez 719. T: +54 9 (3482) 58-0850. IG: @vivireconquista
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