Referente de la cocina ítalo-sarda, es, por lejos, el mejor restaurante de pastas de la Argentina. Excelentes productos y muy buena bodega.
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La excursión de hora y pico hasta Campana es más que justificada cuando se trata de vivir el placer de la cocina simple de Pedro Picciau. Sin excentricidades, es fiel a la buena materia prima y a los pilares sólidos de las tradiciones.
Pedro es el heredero de un oficio inaugurado por sus padres –Gino y Cecilia, oriundos de Cerdeña– hace más de 50 años en esta localidad de la provincia de Buenos Aires. Vendían pan casero en la calle y llegaron a montar una fábrica de pastas para llevar. Cuando Pedro dio un paso más al sumar el restaurante, el buen nombre de Italpast se agrandó. Secundado por una enérgica Mona, su mujer, arrancó con unas mesitas en la vereda en el verano del 95.
En 2008, un nuevo eslabón en el country La Reserva Cardales hizo trascender la fama de la casa matriz, con estilo propio, en un espacio más moderno, pero el mismo amor por la buena mesa.
Al buen hacer de este hijo dilecto de Monserrato, cuna sarda de los Picciau desde el 1200, se le debe el haber puesto a la industriosa Campana en la lista de los lugares que merecen una parada gourmet.
Banquete italiano de ley
Italpast es un reino de productos excelsos –la burrata, el jamón de Parma, el parmigiano bien estacionado, la conserva de tomates de elaboración propia– que hacen honor a su origen peninsular. Igual que las pastas –las secas, las frescas, las rellenas–, algunas de las cuales llevan la impronta de la cocina de Cerdeña. En cualquier caso, ninguna falla: de calidad inobjetable y cocciones perfectas.
Hay que llegar con tiempo, pedir sin dudar algún antipasto: el prosciutto San Daniele, el queso Grana Padano trozado y macerado en oliva con pimienta en granos, o la porchetta alla sarda, horneada durante doce horas.
Uno de los platos recomendados por el propio Picciau son los Gnocchi di lusso, hechos de papa, con crema y un suave mascarpone, champignones frescos y crocante de queso, perfumados con aceite de trufa. Fueron sensación en una pasada edición de la feria Masticar. El secreto: “Tienen lo mínimo de harina; la papa se hierve y luego se pasa por el horno, para que tenga menos humedad”, explica Pedro.
Las opciones son tantas y tan buenas que cuesta decidirse. Hay tres tipos de lasagna: de la nonna (jamón, mozzarella, y bechamel), la nero seppia (masa de tinta de calamar, con langostinos, verdeo, zapallo y bechamel) y la cinque cipolle (cebollas salteadas y queso brie).
Los linguine alla puttanesca y los ravioli de Pietro ai funghi (con masa de rúcula fresca y relleno de lomo, cerdo y hongos) son memorables. Entre las sugerencias destacan los bucatini al pesto di pistacchio o los pappardelle aum aum (cintas anchas al huevo, con salsa de tomates, berenjenas, mozzarella de búfala y albóndigas de carne).
Si bien las pastas son protagonistas, hay también excelentes platos de carnes, pescados y mariscos (muy buenos los calamaretti a la sarda), risottos y deliciosas pizzas horneadas a la leña.
Después del plato fuerte y del obligado postre (sublime tiramisú), conviene elegir algunos de los productos fatto in casa para llevar: imperdibles cantucci, amaretti sorprendentes, panes y salsas de tomate, entre otras tentaciones.
Más info
Italpast Juan Dellepiane 1050, Campana. T: (03489) 57-0186/43-0433. Martes a sábados, de 11 a 15 y de 20 a 23. Domingos, de 11 a 15. Con reserva, sobre todo, los fines de semana.
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