La inmigración proveniente de los Estados Unidos no fue cuantiosa, pero sí temprana. Se destacaron en el ámbito de la religión, en los nuevos deportes y en algunas pujantes empresas.
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La mayoría de los norteamericanos arribados en el siglo XIX eran emprendedores, profesionales y personas relacionadas con empresas, iglesias e instituciones. Provenían de ciudades del este de su país y eligieron la ciudad de Buenos Aires para afincarse. Según datos de 1825 –dos años después de que Estados Unidos estableciera relaciones diplomáticas con Argentina–, en la ciudad había solo tres comercios de estadounidenses: Zimmerman y Cía., Stewart & M’Call y el de Mr Ford.
Años después, ya en el siglo XX, las estadísticas de inmigración de 1905 registran el arribo de 186 norteamericanos, cantidad muy inferior a los 62.000 italianos y 33.000 españoles recibidos ese año en el puerto de Buenos Aires.
Pocos se instalaron en el interior del país: uno de ellos fue Amán Rawson, descendiente de colonos ingleses de Massachusetts, quien abrió una botica en San Juan, ejerció la medicina y se dedicó a la política. Fracasó en su intento de crear una colonia agrícola con estadounidenses –finalmente organizada con criollos–, que hoy es la ciudad de Caucete. Fue padre de Guillermo Rawson.
De Boston llegaron Daniel Hudson y su esposa Augusta Kimble, que en 1837 se afincaron en la zona de Florencio Varela, donde se dedicaron a la cría de ovejas. Uno de sus hijos fue el conocido naturalista y escritor Guillermo Enrique Hudson, primer socio honorario de la Sociedad Ornitológica del Plata y autor de más de 50 libros, entre ellos Allá lejos y hace tiempo y Mansiones verdes, que fueron llevados al cine.
Enviado por la Missionary Society de la Iglesia Metodista norteamericana, el reverendo John Dempster reunió en 1836 a un grupo de fieles en una oficina de la calle San Martín, y así dio comienzo a la Iglesia Metodista en Argentina. Continuó su obra el reverendo W. Norris, quien en 1842 edificó una capilla en la calle Cangallo, frente al paredón de La Merced y al Hotel de Provence, conocida como “templo norteamericano”. Allí también se congregaron metodistas británicos y otros protestantes que aún no tenían lugares de reunión, y en 1867 se iniciaron reuniones en castellano. En 1874, el pastor Henry Jackson inauguró el nuevo templo metodista en la calle Corrientes 718 (uno de sus proyectistas fue el arquitecto neoyorquino Charles Ryder), sitio histórico donde se crearon otras instituciones, como la Sociedad Protectora de Animales en 1879 y la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA) en 1902.
En 1870, el pastor Thomas Wood se hizo cargo de la Iglesia Metodista en Rosario. Convocadas por Wood –quien además fue profesor de Matemáticas, Física y Astronomía en el Colegio Nacional–, las maestras Louise Denning y Jennie Chapin fundaron en 1875 el Colegio Americano, hoy Centro Educativo Latinoamericano.
Dentistas y buscadores de oro, Ralph y George Newbery –padre y tío de los aviadores Jorge y Eduardo– ejercieron su profesión en Buenos Aires. Ralph (entre cuyos pacientes estaba el general Roca) compró tierras en el sur del país y trajo cowboys de Texas para que lo ayudaran en las tareas del campo. Al igual que otros colegas odontólogos, como Bradford Foster, dueño del North American Dental Institute e inventor de un sistema de dientes sin paladar, se publicitaban como “dentistas norteamericanos”.
Nacido en Baltimore, George Tornquist se dedicó al comercio, fue cónsul de la Liga Hanseática y dirigió el Immigrant Asylum de la Comisión de Inmigración, en la calle Corrientes 8. Uno de sus hijos fue el conocido empresario Ernesto Tornquist.
Otro estadounidense destacado fue el banquero Wilson Jacobs, oriundo de Maryland, uno de los fundadores de la Bolsa de Comercio.
Fotógrafos norteamericanos como Charles DeForest Fredricks, quien viajó por Sudamérica con Alexander Weeks; Harry Grant Olds, miembro de la American Society y uno de los fundadores del American Club; George Bate, Francis Meeks, Arthur Terry, Thomas Brooks y el canadiense Charles Chute dejaron reflejadas en sus placas imágenes de la vida y costumbres de esa época.
Melville S. Bagley arribó en 1862 y trabajó en la droguería La Estrella, en Defensa y Alsina. En 1864 comenzó a producir la Hesperidina, un licor de naranjas que promocionó con pintadas en las calles, hasta que en vísperas de Navidad publicó en el diario La Tribuna un anuncio con los puntos de venta de la bebida. El aviso llevaba su firma, como también la tenían las etiquetas, encargadas en Estados Unidos a una imprenta especialista en papel moneda. “Cuidado con el engaño: al pedir la Hesperidina exigid que cada rótulo, etiqueta, cápsula y corcho de la botella lleve la firma de M. S. Bagley”, se leía en la publicidad. En su casa de Bernal, cultivó naranjas para la bebida, cuya marca fue la primera registrada en Argentina. Miembro fundador de la Unión Industrial, integró la sociedad que en 1873 inauguró el servicio de tranvías a caballo en Quilmes. En 1875 lanzó al mercado las galletitas Lola y en 1908, en ocasión de la inauguración del Teatro Colón, las Ópera.
En la actividad ferroviaria se destacaron William Wheelwright, que construyó el Ferrocarril Central Argentino, y el ingeniero Richard F. Maury –especialista en trazados de montaña y profesor de la Universidad de Tucumán–, constructor del Ferrocarril Trasandino y del Ramal C-14 del Ferrocarril Belgrano, que más tarde se conoció como producto turístico bajo el nombre de Tren a las Nubes.
Desembarcan las empresas
Las mercaderías estadounidenses inicialmente se vendían a través de casas introductoras, como J. Bennett, que comercializaba el lubricante Valvoline; Feeney, que importaba té y otros productos de Quaker; John Shaw, que vendía máquinas de coser y lavarropas, o Agar Cross, que importaba más de 5.000 productos, incluida maquinaria agrícola de John Deere, Case e International Harvester.
En 1890, Case abrió una oficina en Buenos Aires, seguida de Avery Plow, International y Rumely, y a principios del siglo XX llegaron General Electric, United Shoe Machinery y Singer.
Antes del Centenario, las inversiones estadounidenses más conocidas fueron en la industria de la carne: en 1907, Swift compró la planta de La Plata Cold Storage; en 1909, la National Packing Company (luego controlada por Armour y Morris) compró La Blanca, y Sulzberger & Sons (luego Wilson) arrendó el Frigorífico Argentino. Hacia 1910 casi el 50% de las exportaciones argentinas de carne enfriada (chilled) salían de plantas de compañías estadounidenses.
Aunque la participación en inversiones era mínima (solo el 1% comparada con las de otros países), Estados Unidos ganó posición como proveedor de vehículos y material ferroviario, herramientas, maquinaria agrícola, petróleo, madera, productos farmacéuticos, químicos y siderúrgicos, maquinaria eléctrica, textiles, papel, materiales de construcción, neumáticos y máquinas de coser. West India Oil y Texas Oil comercializaban nafta y querosén.
La compañía Edison se instaló en 1907, Remington en 1911 y NCR en 1913; seguidas de U.S. Steel, Pullman y National Paper & Type. Otras compañías, como las aseguradoras New York Life, Equitable Life Assurance y Phoenix, operaban desde hacía años.
Ford fue la primera automotriz en instalarse en el país, en 1913, con plantas en Barracas y luego en La Boca; Studebaker lo hizo en 1918, y General Motors –representada por Hampton Watson– comenzó en 1922 armando automóviles en un galpón del puerto y continuó en su planta de avenida Huergo, para finalmente instalarse en Barracas.
Después de 1915 arribaron los fabricantes de neumáticos Goodyear y Firestone, que construyeron sus plantas en 1921, y US Rubber.
La llegada de empresas estadounidenses llevó, en 1918, a la creación de una Cámara de Comercio, la Am-Cham, con 74 miembros fundadores.
La primera sucursal en el extranjero del National City Bank se abrió en Buenos Aires en 1914 con ocho empleados y un gerente, y en 1917, el First National Bank of Boston hacía lo propio, para instalarse en 1924 en el espléndido edificio de Florida 99, proyecto de los arquitectos Paul Chambers y Louis Newbery Thomas (estadounidense), con quienes colaboraron los arquitectos Edward York y Philip Sawyer, la empresa Stone & Webster y el ingeniero Harry Reed. En dos oficinas de este edificio comenzó a funcionar, en 1927, la empresa Colgate.
Entre 1926 y 1930 se establecieron 45 nuevas empresas estadounidenses, entre ellas Otis, que en 1927 instaló su fábrica de ascensores. Para 1929, Argentina era el principal comprador de productos estadounidenses de toda Latinoamérica; el 26,3% de las importaciones provenían de empresas de ese país.
Las industrias fotográfica y cinematográfica también estaban presentes: Kodak abrió su oficina comercial en 1915 y, en la década de 1920, las representantes de MGM, Paramount, Universal, Fox y United Artists proveían el 85% de las películas exhibidas en Argentina.
La publicitaria J. Walter Thompson se instaló en 1929 gracias a una alianza estratégica con GM, lo que le valió a esta última tomar ventaja sobre sus competidores. JWT ganó mercado de inmediato, desarrollando campañas publicitarias y encuestas para la mayoría de las compañías norteamericanas.
La influencia en la educación
Los primeros educadores llegados desde Estados Unidos por iniciativa de Sarmiento fueron George Stearns y su esposa Julia, que inauguraron la Escuela Normal de Paraná. Mary Graham en San Juan y en La Plata, Jeanette Stevens en Jujuy, Mary Morse en Mendoza, Annette Haven en La Rioja, Frances Armstrong en Córdoba y San Nicolás, Jennie Howard, Mary Conway y Frances Wall fueron algunas integrantes de ese importante grupo de maestras.
Sara Eccleston llegó años después, y fue quizás la más conocida; llevan su nombre varias instituciones educativas del país.
Otras iglesias e instituciones
Misioneros estadounidenses extendieron la Iglesia Bautista, que tenía presencia en el país desde el siglo XIX. En 1903, el pastor Sidney Sowell organizó varias congregaciones en Buenos Aires y creó un Seminario Teológico, que comenzó con un estudiante, y en 1904, José Hart inició una iglesia en Rosario. Las cinco iglesias existentes conformaron, en 1909, la Convención Evangélica Bautista.
En 1894, el pastor Frank Westphal organizó la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Crespo, Entre Ríos, y en 1910, la canadiense Alice Wood, las Asambleas de Dios en Gualeguaychú.
La Iglesia de los Discípulos de Cristo llegó en 1906 y, más tarde, se asoció con proyectos educativos como el Colegio Ward y la Facultad Evangélica de Teología.
La obra de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue iniciada en 1925 en una casa de familia del barrio de Liniers por los élderes Melvin Ballard, Rulon Wells y Rey Pratt. También ese año llegaron predicadores de los Testigos de Jehová, y comenzaron reuniones en casas particulares.
El American Club, creado en 1914, fue un reconocido centro de reunión y de discusión política y económica. Su comedor –instalado en 1929 en la planta alta del City Bank– fue testigo de importantes reuniones de empresarios, políticos, artistas, periodistas, diplomáticos y presidentes. Las actividades del Club Americano continuaron desde 1954 en su edificio propio de Viamonte 1133, hasta 2021, cuando se vio obligado a cerrar.
El Rotary Club se creó en el país en 1919 y, en pocos años, se extendió a Rosario, La Plata, Córdoba, Mendoza y Bahía Blanca. Su primer presidente fue el historiador y periodista Jorge A. Mitre, director del diario La Nación.
La Sociedad Americana del Río de la Plata (ASRP) fue fundada el Día de Acción de Gracias en 1905, con el objetivo de promover las relaciones entre Estados Unidos y Argentina, y colabora entregando subvenciones y donaciones a entidades educativas y de servicio.
Enviado por la Missionary Society de la Iglesia Metodista norteamericana, el reverendo John Dempster reunió en 1836 a un grupo de fieles en una oficina de la calle San Martín, y así dio comienzo a la Iglesia Metodista en Argentina.
El Instituto Cultural Argentino Norteamericano (ICANA), creado en 1928 por un grupo de argentinos para la difusión de la cultura norteamericana, es conocido por sus cursos de inglés, asesoramiento a empresas, trámites para visas e ingreso a universidades, y por su biblioteca, que continuó la tarea de la que tuvo el Centro Lincoln.
Nuevos deportes
Desde Minnesota llegó Bertrand Shuman, comisionado por la Asociación Cristiana de Jóvenes de Estados Unidos, para crear esta institución en Argentina, lo que se concretó en 1902 en una reunión en el templo metodista de Corrientes 718. Diez años después, la YMCA inauguró su edificio propio en Paseo Colón 161, donde el profesor P. P. Philips introdujo el básquet y el vóley, dos deportes inventados por la YMCA en Estados Unidos, y difundió el béisbol, el indoor béisbol, el floor ball y la pelota a mano, el deporte que practicaba Carlos Gardel. Pionera en organización de campamentos y en enseñanza sistematizada de natación, la YMCA creó, en 1909, su Escuela de Salvamento, que hasta hoy continúa formando guardavidas. Otra novedad para los porteños fue el primer restaurante con el sistema norteamericano de autoservicio, que funcionó en el subsuelo de ese edificio.
El empresario que donó un colegio
En 1912, durante una visita a la Argentina, George Ward –dueño de la panificadora Ward Bakery, inventora del pan envasado en rebanadas– recibió la noticia del fallecimiento de su madre, y decidió dejar un legado en su memoria para la creación de un instituto educativo. La donación, recibida por la Iglesia Metodista, permitió crear la American Grammar and High School (Colegio Ward), que funcionó en una casa de Rivadavia al 6100, con dos anexos en Belgrano R, hasta su traslado al campus de Villa Sarmiento, en tierras que fueron de las familias Ramos Mejía y Madero. El Ward fue el primer colegio en contar con transporte escolar, realizado con un ómnibus importado al efecto, y aún mantiene tradicionales actividades norteamericanas como el Torneo Atlético Anual, el sóftbol y la banda de música con bastoneras. La educación en inglés continuó en el anexo de Belgrano, el que años después se traspasó a las Escuelas Lincoln, actualmente el colegio con la mayor comunidad internacional de la Argentina, con alumnos de 51 países.
Lluvia de estrellas
Contratado por Sarmiento como director del Observatorio Nacional de Córdoba, en 1871 llegó a la Argentina el astrónomo Benjamin Gould, iniciador en el país de la astronomía observacional y la meteorología. Invitados por Gould, se integraron al equipo de trabajo Miles Rock, William Davis, Clarence Hathaway y John Thome, quien años después sucedió en el cargo a Gould. Charles Dillon Perrine, que descubrió dos lunas de Júpiter, continuó más tarde al frente del Observatorio. Un cráter de Marte lleva el nombre del ingeniero William Hussey, descubridor de las estrellas binarias, quien dirigió el Observatorio de La Plata, y trabajó con él Bernhard Dawson, cofundador de la Asociación Amigos de la Astronomía, de la que fue presidente.
Todas estas contribuciones llegadas desde el norte del continente dejaron su impronta y –como sucedió con los aportes de la inmigración de otros países– coadyuvaron al crecimiento y al desarrollo del país.
Daniel G. La Moglie es investigador particular. Director Profesional retirado de la YMCA.
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