Desde el Hotel Tronador en las afueras de Bariloche hasta el Refugio del Pescador en el Lago Huechulafquen la Patagonia tiene varias posadas que son frecuentadas por amantes de la pesca.
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Tienen en común una historia de pioneros: quienes las originaron llegaron a los parajes donde se encuentran cuando esos lugares estaban aún más aislados que ahora. Abren por lo general entre los meses de octubre y abril o terminada la Semana Santa.
Refugio del Pescador
Lago Huechulafquen, Parque Nacional Lanín
Es la más antigua del PN Lanín. Fue fundada por José Julián que obtuvo el permiso de Parques Nacionales para construir en el paraje Puerto Canoas el 20 de enero de 1960. De origen libanés, había arribado a la Argentina en 1912, con solo 13 años. Sin hablar una palabra de español, solo árabe, llegó en tren hasta Neuquén, y desde allí viajó en carreta a Junín de los Andes. Hacia 1935, en Junín de los Andes, fundó el hotel Lanín, actual restaurante Ruca Hueney. Posteriormente, en 1944, se estableció en unos terrenos de su propiedad cercanos al río Chimehuin, y en 1950 fundó la Hostería Chimehuin. Ambos siguen en manos de descendientes de su familia.
El Refugio del Pescador, fundado en 1960, fue concebido como una alternativa en el Lago Huechulafquen para los clientes de la hostería Chimehuin, absolutamente urbana.
Hacia 1966, José Julián transfirió sus derechos en el Refugio a Horacio Baylac, ingeniero civil y fanático de la pesca, que había sido cliente muchos años. Horacio habitó y administró el lugar, junto a su mujer Dina, durante 46 años, hasta su muerte en junio de 2012. Antes de morir, otro amante del lugar, Francisco G. Minieri, se había hecho cargo del sitio. En 2015 fue adquirida por su actual propietario, José Larralde, devoto de este sitio que convoca a cientos de pescadores cada año.
Hostería Paimún
Lago Paimún, PN Lanín
La Hostería Paimún es ese tipo de alojamiento que cosecha fanáticos: aquellos que son huéspedes habituales desde hace años de años y que el día que se van dejan ya reservada una estadía para la temporada siguiente ─en tal habitación y con una mesa específica en el comedor─, en la hostería que comandan Adriana Pelletieri y Marcelo Banchio. Ella es sobrina de Fabio Dusini, el dueño original que mandó a construir la hostería en la angostura donde se unen los lagos Huechulafquen y Paimún, y con una vista perfecta del cono del volcán Lanín. Heredó de él su lugar en el mundo, ya que allí pasó Adriana gran parte de su infancia y juventud. La hostería tiene algo más de 50 años y está como cuando se construyó allá en 1967.
En ella reina el carácter de sencillez que tuvo en todo momento: el espíritu familiar perdura, así como también los muebles de siempre, no hay televisión, teléfono ni señal de celular, y durante el día no hay electricidad, que se genera por grupo electrógeno solo cuatro horas diarias. Además, cuando suena la campana se sabe que es la hora de comer las comidas caseras que se ofrecen en media pensión o en pensión completa. Para el público familiar que se queda al menos una semana, las actividades incluyen trekking, canotaje, bicis y más.
Hostería Huechulafquen
Lago Huechulafquen, PN Lanín
De sólida construcción, a la Hostería Huechulafquen se llega después de haber transitado unos 40 kilómetros de ripio en buen estado. Dista 56 kilómetros de Junín de los Andes. Es un lugar de ensueño en el centro del Parque Nacional Lanín sobre la costa del lago del mismo nombre, que tiene una playa de 150 metros con bajada de lancha. Atrae a fanáticos de la pesca y a familias que buscan tranquilidad en un lugar alejado de todo donde hay alternativas de caminatas por senderos: la más buscada es la que lleva a la base del lado sur del volcán Lanín.
Beatriz Gómez Alzuarena maneja la hostería desde 2005, cuando tomó la concesión de Parques Nacionales. Según la información que pudo recabar Bea (como la llaman sus huéspedes), la hostería fue construida hacia 1965 por un guardaparques llamado Properci, quien levantó las cabañas de madera de anchas paredes, luego un comedor para dar servicio a los turistas que visitaban la zona, y finalmente un estar. Properci falleció pronto y la concesión cayó en varias manos que la administraron más o menos informalmente hasta que se hizo cargo la actual dueña.
Modernizó las habitaciones, la puso a punto y la hace funcionar cada verano. Un atractivo especial es el restaurante ─abierto también al público general─, que se encarga personalmente de proveer con buenos productos de estación que consigue en las poblaciones cercanas. Las habitaciones son ocho con baño privado, todas amplias. En la hostería hay electricidad las 24 horas provista por generador, pantallas solares y molinos, y también internet y wifi.
Hotel Tronador
Lago Mascardi, PN Nahuel Huapi
Benito Vereertbrugghen fue el primer europeo en pisar el extremo noroeste del lago Mascardi allá por 1913 con la idea de llevar hasta allí su arreo de vacas que avanzó desde las orillas del lago Gutiérrez, donde a su vez se había asentado su padre belga. Había descubierto el sitio navegando lago arriba, y se estableció en carpa para luego edificar su casa en la zona, que se convertiría años más tarde en el Hotel Tronador. Está enclavado en un sitio paradisíaco, donde desemboca el río Manso y su torrente de aguas lechosas producto del deshielo. Detrás, el cerro Tronador se hace sentir con sus 3478 metros de altura y sus tres cumbres. Aunque se había dedicado a la ganadería, asociado con el dueño del Hotel Mascardi, Ben comenzó alrededor de 1929 a recibir huéspedes que llegaban en lancha a su casa. Ubicado a 60 km de Bariloche, dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, el hotel pasó por una larga historia de cambios. La primera construcción se quemó en 1933. Reconstruyeron el edificio en tiempo récord, íntegramente con madera de la zona y para el verano siguiente ya estaban abiertos. Ben se encargaba de llevar a pescar a los pasajeros, actividad que era su pasión, mientras que su mujer Clara se ocupaba de recibir en la hostería.
La primera ampliación del hotel sumó nueve cuartos al edificio original que solo contaba con 10 habitaciones y cuatro baños. En los años 60, luego de un período durante el cual los Vereertbrugghen se alejaron de la actividad turística, la familia retomó el gerenciamiento del hotel, ya en manos de uno de los hijos, Pepe y su mujer Beatriz Ardüser, una joven suiza que se ocupó de crear los hermosos jardines que rodean el complejo. Hoy el hotel está a cargo de sus hijos Benito, Oscar y Alejandro; y de casi todos los nietos.
El complejo cuenta con tres edificios que conservan un estilo patagónico-andino en piedra y madera, edificados en diferentes períodos. Grandes ventanales, preciosos cuartos, varios salones con las chimeneas siempre encendidas cuando baja la temperatura. Las dos huertas proporcionan los ingredientes necesarios para hacer delicias en la cocina: entre los platos más apreciados del menú está la bondiola con salsa de mosqueta, piñones y calabazas salteadas con salvia. El sitio es ideal para los amantes de la pesca con mosca y las actividades de aventura: senderismo, trekking y salidas a caballo y en kayak.
Hostería Pampa Linda
Río Manso, PN Nahuel Huapi
Es una hostería “prima hermana” de la anterior. En Pampa Linda los Vereertbrugghen tenían los caballos que durante los veranos se usaban con los turistas. Con el tiempo Ben construyó allí una casa de té –edificio que luego donó a Gendarmería– y más tarde levantó otra que es la casa que aún persiste y funciona como hostería. En la década del ´60 el segundo hijo de Ben (Andy), y su mujer Elisa Blasquiz (Licha), se hicieron cargo de los negocios familiares y hoy son sus hijos Hugo, Fabián y Linda, los que siguen esos pasos en un sitio que es y fue un punto clave en el camino de aquellos que buscan ascender la cumbre del cerro Tronador.
La hostería que vemos hoy es resultado de las obras de remodelación que concluyeron en 1993 y convirtieron a la casa de té en un hotel de 14 habitaciones con dos apartamentos y un lindísimo comedor en la planta alta. Piedra y madera conforman el ADN del edificio que mantiene intacto el espíritu patagónico de antaño.
Hostería Futalaufquen
Villa Futalaufquen, PN Los Alerces
Bien patagónica y de construcción que la asemeja al Llao Llao, la hostería Futalaufquen es, justamente, también obra del arquitecto Alejandro Bustillo quien la construyó en 1944 y uno de los hoteles fundacionales del turismo patagónico. La histórica hostería se encuentra al final del camino asfaltado que lleva a Puerto Limonao dentro del Parque Nacional Los Alerces y está rodeada de un milenario bosque de una de las especies más longevas del planeta.
La sólida estructura de piedra y madera tiene 13 habitaciones y sumó además seis cabañas de distinta capacidad separadas del edificio central. Una decoración clásica y muebles de época, pisos entarugados, ventanales con vistas al bosque o al lago, y una gran chimenea hacen su aporte para que el lugar se sienta muy acogedor. En el parque nacional se puede acceder a varias sendas de trekking, a excursiones lacustres, rafting, cabalgatas, pesca deportiva y excursiones en kayak.