Con motivo del Día de la Empanada, la provincia organizó un certamen del que participaron las campeonas finalistas de 32 municipios.
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Gloria del Valle Aguirre es campeona de la empanada en Chicoana. Esa ciudad la recibió con una caravana de autos y la paseó en camión hidrante de bomberos en señal de bienvenida, como ciudadana ilustre, en su tierra natal cuando el lunes, 4 de abril, Gloria fue consagrada embajadora de la empanada de toda Salta.
Gloria es hija de campeona. Su mamá, Isabel Illesca, ya había obtenido ese título honorífico en Chicoana. Isabel le enseñó todo sobre la elaboración de su plato típico favorito. Fue un aprendizaje suave, que moldeó a fuego lento, a lo largo de su infancia.
Por más de quince años Gloria observó a Isabel cortar la carne a cuchillo, sazonar con la cantidad justa de comino, pimentón y ají molido; freír las cebollas en grasa, y amasar las tapas de masa casera, antes de sellar cada empanada con un repulgue fino y armónico, esculpido con manos trabajadoras de ama de casa.
Isabel –que fue reconocida por sus empanadas y sus tamales varias veces en su ciudad natal– criaba a doce hijos mientras enseñaba a Gloria a cocinar. “Ella es campeona de las campeonas, de ella heredé todos sus secretos” sostiene la nueva embajadora de la empanada salteña.
En la infancia cocinar era más que un hobbie compartido: era la manera de ganarse la vida y la “nena”, como la conocen todos a Gloria en Chicoana, entendió muy pronto el oficio de cocinera. Aprendió que el amor es el ingrediente principal.
Ya a los 15 años comenzó a ayudar a Isabel en la cocina. “Siempre ayudé a mi mamá a picar la cebolla y la papa”, afirma con orgullo Gloria. “Siempre lo disfruté”, asegura.
Antes de terminar el secundario, Gloria ya vendía empanadas. Salía por el barrio a repartir los pedidos y dialogaba sobre los gustos de los clientes a los que les llevaba la comida encargada.
A los 17, cuando se casó con Eduardo Clemente Ruiz no tenía más que sus manos y su arte para cocinar y sacar adelante su propia familia. Y con amor emprendió su propia historia en la cocina del hogar que hoy comparte con su esposo, y sus cuatro hijos.
Todo queda en familia
La mujer que tiene voz sueva y amable, que desliza cada frase casi como si música brotara de sus labios, dedicó toda su vida a cocinar. Claro que no sólo hace empanadas. También fue premiada por sus tamales –desde 2011 hasta 2015 en su ciudad que es capital nacional del Tamal– y es reconocida sus recetas de comidas típicas de humita, locro y mondongo picante a lo largo de sus 48 años de vida.
Ahora, cada fin de semana recibe pedidos para entregar 1500 empanadas. Su esposo Eduardo amasa las tapas mientras comparten mates y música en la cocina. “Estamos siempre a la par” expresa la mujer que armó un equipo de cocina con su compañero de vida.
Los viernes, Gloria hace las compras en los negocios de su barrio de casas bajas y aire pueblerino. Ya a la tarde deja preparado el relleno elaborado con carnaza cortada a cuchillo, en pedazos pequeños. Nada de morrón, nada de ajo. “Noooo… esas no son empanadas salteñas”, afirma la cocinera. La cebolla se saltea y se agrega antes de sazonar. La papa hervida va a lo último, para que no se desarme. Igual que el huevo duro. Todo el relleno descansa una noche en heladera.
Los sábados Gloria se despierta a las cinco de la mañana. Entonces pone la pava para el mate. Pone música del Chaqueño Palavecino. Y comienza el ritual. A lo largo de la mañana pasa el folklore y pasan las horas con Eduardo, armando las docenas de empanadas que a la tarde él sale a repartir en moto.
El sábado el ritual se repite para los encargos del domingo. En la semana hace pan casero, en horno de barro. Y empanadas para grandes grupos. “El secreto está en hacer las empanadas como si fueran para mí, o para mi familia”, expresa Gloria, que aún no puede creer haber sido distinguida como embajadora de la empanada salteña.
Un merecido premio
El concurso lo organizó el ministerio de Turismo y Deportes de la provincia de Salta. Cada municipio seleccionó a su representante en una ronda inicial y luego 32 finalistas viajaron a la capital de la provincia para medirse en un concurso con jurado compuesto por Fernando Rivarola (de El Baqueano), Martina Sánchez de un Fortín local, María de Michelis (periodista especializada) Lalo Angelina (de la escuela de cocina La Salamanca) y el chef Martín Argañaraz, experto en cocina regional.
Ante ese jurado Gloria contó que su pueblo “Es mágico. La gente es cariñosa. Es bondadosa. Tenemos cerros, tenemos montañas”. La mujer en apegada a su tierra y su tierra la reconoce.
Gloria ganó en febrero el concurso de la empanada de este municipio, situado a 47 kilómetros de la capital. Y viajó a la final para competir con otras cocineras y cocineros distinguidos en sus tierras. Siempre se tuvo fe. Estaba tranquila. “Cociné como en casa”, asegura la mujer que en su hogar saca entre 30 y 40 docenas de empanadas por día con una cocina de cuatro hornallas.
La “nena” está orgullosa porque desde ahora sus empanadas serán la carta de presentación de Salta en todo el país. Y quizá también en el extranjero. “Mis empanadas son sabrosas porque están hechas con amor” repite la mujer que está lista para compartir su receta de cocina hogareña más allá de Salta.
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