El pintor la habitó los últimos 40 años de su vida. Hoy pertenece a la Academia Francesa de Bellas Artes y recibe 600.000 visitantes por año.
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A 1 hora y media en auto o tren desde París, Giverny bien vale la escapada. Es un pueblo de 500 habitantes que está a 80 kilómetros al oeste de la capital francesa y se hizo famoso por la casa de Claude Monet. De estilo normando y rural, encantadora y muy bien conservada, fue hogar del pintor impresionista durante casi 40 años. Sin embargo, no es la casa el principal atractivo sino los jardines donde está emplazada. Abierta al público desde 1980, la propiedad sobrevivió a años de abandono gracias a un grupo de mecenas que la restauró basándose en las fotos y cuadros de la época, y que la protegen al día de hoy, organizados como Fundación Claude Monet. Con más de 600.000 visitantes por año, la casa y el jardín no solo son furor en Instagram, sino que además tienen su espacio en la cuarta temporada de la serie Emily in Paris.
Llegar es fácil, aunque tanto que tal vez el paseo puede volverse algo masivo. Para evitar mucha gente, conviene ir temprano por la mañana o en los últimos turnos. Claro que primavera es la mejor época, aunque en verano quedan flores y el otoño también tiene su encanto. En invierno el lugar permanece cerrado. El acceso está bien delimitado y un mapa servirá para estar atentos a algunos vericuetos de la propiedad, sin perderse nada.
Para empezar, la recomendación es tomar un túnel que está a la derecha de la entrada y cruzar por debajo de una calle hasta el Jardín de Agua. El famoso estanque de los nenúfares, los dos puentes pintados de verde –no de rojo, como en Japón– y cientos de variedades de flores invitan a imaginar ese viaje de inspiración nipona que hizo tan célebre a Monet. Curvo y libre, sin un sendero recto, es abundante en azaleas, helechos, cañas de bambú, trepadoras y mucho más.
De vuelta del otro lado del túnel, el Jardín Normando está junto a la casa del artista. Repleto de amapolas, jacintos, peonias, iris, girasoles, rosas, dalias, alelíes y pensamientos, entre otras muchísimas especies, es un baile descontracturado de flores y tallos que se entrecruzan sin un orden aparente, pero con total armonía. Mantenido por un equipo estable de ocho jardineros, confirma que la jardinería es un arte de manos en la tierra y cabeza creativa.
Muy bien señalizado y con bancos para descansar, el jardín conduce hasta la casa del artista, que consta de dos pisos y se recorre con los ojos contentos ante tanta luz y color. Hay una sala principal con reproducciones de las obras que Monet exponía en su casa (y que hoy están en los grandes museos del mundo, como el Museé de Orsay, L’ Orangerie y el MET). Se puede pasar también a su cuarto, con fotos y reproducciones de los cuadros que recibía de sus grandes amigos y admirados, como Auguste Renoir, Paul Cézanne y Eugène Delacroix. Hay, además, salas y cuartos con mobiliario japonés, una cocina con hogar a leña, y un comedor pintado en amarillo rutilante (llamativo para la época). La visita termina en el gift shop, donde cada mantel, lápiz, servilleta o rompecabezas de Monet hablarán de las flores, el despertar, los atardeceres y el movimiento de un tiempo alegre y luminoso.
El padre del Impresionismo
Claude Monet nació el 14 de noviembre 1840 en París y se crio en Le Havre, en la región de Normandía. Hijo de un comerciante, se interesó desde chico por el dibujo e ingresó a una escuela de arte. Por entonces conoció al paisajista Eugène Boudin, que más tarde se convertiría en su mentor. Apoyado por su tía materna, Marie-Jeanne Lecadre, Monet siempre se opuso al designio paterno de hacerse cargo de los negocios familiares e hizo lo imposible por seguir con su arte. Tras un año de servicio militar compulsivo en el regimiento de caballería de Argelia, regresó a Francia en 1862.
Unos años más tarde, ya instalado en París, empezaron las exposiciones. Pronto resultó disruptivo, con su pincelada fragmentada, el trazo sin límites y el manejo de la luz. La fotografía se había desarrollado en Occidente y ya no hacía falta retratar con exactitud; se podía hacer arte en base a las impresiones. Criticado, rechazado y relegado a espacios menores por el Salón de París y la Academia Real de Londres, Claude Monet siguió adelante. Tanto que, en 1874, pintó Impresión: soleil levant y un crítico habló de “impresionismo” con ánimo peyorativo, sin imaginar que estaba definiendo al padre del movimiento que se convertiría en un éxito. Su primer gran reconocimiento llegó en 1886 cuando se le abrió el mundo tras una exposición en Nueva York. Unos años después haría lo propio con Auguste Rodin y su carrera se volvería imparable.
Tuvo dos hijos, Jean y Michael, con la modelo Camille Doncieux, que murió joven. Viudo con solo 43 años, llegó a Giverny y se enamoró del jardín, que con su impronta crecería en belleza. Compró la propiedad en 1888 y empezó a rediseñarlo, con semillas del mundo entero. Preocupado porque nunca una flor se viera marchita, montó un invernadero –hoy taller y sede de su Fundación– y cuando tuvo más dinero, compró el terreno contiguo e hizo el túnel subterráneo para montar el jardín con el estanque, tras desviar un riacho. En 1890 pintó con frenesí los nenúfares que son, entre otras cosas, una obra magistral por el efecto que el agua hace con el cielo.
Casado en segundas nupcias con Alice Raingo Hoschedé, viuda de su amigo marchand Ernest Hoschedé, ensamblaron familias, y en la casa de Giverny recibieron grandes amigos del mundo del arte. A los 85 años y enfermo de cáncer de pulmón, Claude Monet murió en su casa, un 5 de diciembre de 1926. En su entierro su amigo George Clémenceau –ex primer ministro francés– sacó la mortaja negra que lo cubría en el ataúd y lo tapó con una tela de colores, como al pintor le hubiera gustado.
Datos útiles
Casa y Jardín de Monet. Donada por los hijos del artista, que no tuvieron descendencia, a la Academia Francesa de Bellas Artes, abre del 29 de marzo al 1ero de noviembre, todos los días, desde las 9.30 a 17.50. No permiten el ingreso de animales, ni hacer picnic. Se recomienda sacar el ticket con antelación por la web, para evitar colas. El tour es autoguiado. Adultos, €11; niños de más de 7 años, €7; menores de 7, gratis. 84 rue Claude Monet 27620, Giverny. T: +33 (0) 2 32 51 28 21.
Civitatis. La empresa líder en visitas guiadas y excursiones tiene un programa que incluye transporte para visitar la Casa y Jardín de Monet. Se reserva por la web, ofrece salida y llegada en colectivo –desde las proximidades de la Tour Eiffel, en París–, dura cinco horas y cuenta con audioguía en español. Desde $94.000.
Air France. La aerolínea ofrece siete vuelos semanales entre París y Buenos Aires. Opera en un Boeing 787 dreamliner con ventanas más espaciosas que en los modelos más antiguos y con wifi durante todo el viaje. Para clientes Premium y –al igual que Business– cuenta con SkyPriority (prioridad para el check-in, trámites y embarque). En Premium: asientos con más ángulo de reclinación y espacio para las piernas que en Economy. A nivel entretenimiento, tiene pantalla táctil de alta definición, enchufe, puerto USB, auriculares antirruido; manta, almohada y kit personal súper completo. ¿Equipaje? Despacho de dos maletas facturadas –de hasta 23 kg cada una–, una de mano –hasta 12 kg– y una mochila. Y el servicio de abordo, de París a Buenos Aires, ofrece menú de Frédéric Simonin –chef de estrella Michelin– y vinos y champagne seleccionados por el sommelier Paolo Basso.
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