Es primer parque nacional del mundo, abarca un sinfín de fenómenos geotérmicos donde habitan osos, alces y bisontes. Este año registró casi 4 millones de visitas.
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Después de un año y medio de cierres pandémicos, los norteamericanos se tomaron muy en serio el mandato de vida outdoors y de contacto con la naturaleza. Con el resto del mundo casi inaccesible, muchos se volcaron a descubrir sus propios parques nacionales, que suman 405 en total. De todos ellos, el Parque Nacional Yellowstone fue, por lejos, el más visitado en 2020 y en lo que va de 2021, con picos de hasta tres millones y medio de visitantes durante el reciente verano.
El primer parque nacional del mundo, creado en 1872, está viviendo situaciones inverosímiles (más allá de sus paisajes, que parecen de otro planeta), desde largas colas de autos para observar un moose (alce) o un oso grrizly –algunos de los animales que pueden observarse, además de bisontes, osos negros, zorros y ciervos–, campamentos y estacionamientos repletos, hasta senderos atascados de turistas que buscan sacarse fotos con los geysers.
Gran paradoja: hay superpoblación humana en un destino que suele ser añorado por lo remoto y por su rica vida salvaje. Las multitudes no ahuyentan a otros turistas pero sí a los animales, que este año se muestran mucho menos que otros años. Por eso, cada vez que aparece alguno cerca de las rutas, el tráfico es infernal
Yellowstone está montado sobre el gran volcán que le da nombre. No es un volcán cualquiera. Descubierto en el año 1870, mide 55 por 72 kilómetros y es uno de lo más grandes del planeta. Está catalogado como “supervolcán” porque su capacidad eruptiva es cien veces mayor a la de los volcanes normales. En el hipotético caso de que entrara en erupción, sería tan destructivo que provocaría una catástrofe mundial que ni siquiera podemos imaginar.
El parque se extiende a lo largo de 8.987 km2 de los cuales el 96% está en Wyoming. El resto se reparte entre los estados vecinos de Idaho y Montana. Su mayor atractivo son los 300 geysers, que explotan a horas pautadas (se pueden chequear desde el sitio del parque a través de cámaras en vivo), además de fumarolas y piletas multicolores que son obra de un puñado de bacterias híper termófilas que habitan en medios acuáticos cuya temperatura supera los 70 °C.
El más famoso y antiguo de todos los geysers es el Old Faithfull, y es el más predecible: las erupciones suceden cada 91 minutos, aunque ese tiempo oscila contínuamente y los intervalos se han ido prolongando con el paso de los años. Las erupciones de agua hirviendo duran entre minuto y medio y cinco minutos, y alcazan una altura de entre 30 y 55 metros.
LA NACION